domingo, 29 de mayo de 2016

Silvia Federici: "desconfío del feminismo de Estado"

La siguiente entrevista ha sido formulada por la redacción de Planv durante la visita de Silvia Federici a Ecuador, 22 de mayo de 2016. Al finalizar, incluimos un link para acceder al libro «Calibán y la Bruja»

Tiene 74 años de edad y una vitalidad que sorprende. Menuda y enjuta, su convicción se le nota en los ojos y en las manos. Estuvo en Ecuador como parte de un periplo que la ha llevado por varios países de América Latina, en donde se reunió con organizaciones de mujeres. En Ecuador lanzó también su libro Calibán y la bruja, el cual es una investigación histórica sobre la acumulación capitalista en el medievo y cómo, para tener éxito disciplinaron el cuerpo de las mujeres a través de la cacería de brujas.



«A partir de la asociación entre anticoncepción, aborto y brujería, en la Bula de Inocencio VIII, los crímenes reproductivos ocuparon un lugar prominente en los juicios. La caza de brujas fue un intento de criminalizar el control de la natalidad y de poner el cuerpo femenino, el útero, al servicio del incremento de la población y la acumulación de fuerza de trabajo, promovido por una clase política preocupada por el descenso de la población y motivada por la convicción de que una población grande constituye la riqueza de una nación. En consecuencia, del mismo modo que los cercamientos expropiaron las tierras comunales al campesinado, la caza de brujas expropió los cuerpos de las mujeres, los cuales fueron así liberados de cualquier obstáculo que les impidiera funcionar como máquinas para producir mano de obra», dice el prólogo de su primera edición.

¿Cuál es su impresión a partir de los encuentros con los colectivos de derechos humanos y organizaciones feministas?
Que es un movimiento fuerte, que entusiasma y que está creciendo en el sentido en que están empezando a conectarse con otros sectores, y a descubrir terrenos conjuntos. Es un momento problemático, en todo el continente americano y en el mundo. Me había formado una impresión de las mujeres en América Latina y esto había sido muy inspirador. Yo he aprendido mucho de mi encuentro con mujeres luchadoras de todo tipo, en México, Argentina… Lo que he visto en Ecuador es que la mujer está en primera línea en tantas luchas sociales.

¿Por qué es inspirador? 
Porque posiblemente las mujeres aquí a nivel de base, se han encontrado con situaciones muy fuertes de represión política y económica. Han desarrollado formas de resistencia, y no solamente en el sentido de oponerse a la opresión, sino también de nuevas formas de construcción colectiva, como son los comedores populares en América Latina, nuevas formas de intercambio… Hemos empezado a ver a mujeres que se han enfrentado cuerpo a cuerpo contra el capitalismo minero, contra el despojo; han sido capaces de romper el muro del terror, el miedo que había paralizado sus comunidades, a partir de su cotidianidad, creando cada día nuevas formas de juntarse, de solidaridad, y sobre todo nuevas formas de supervivir. Eso que pasa aquí pasa también en comunidades migrantes en Estados Unidos, comunidades pobres en general. En América Latina tenemos 50 millones de pobres, oficialmente. Unas 30 millones de personas se van a dormir sin haber comido lo suficiente; personas que duermen en la calle, falta de atención de salud… Me fortalece mucho ver las formas en que las mujeres aquí han resistido.¿Hay diferencias entre las formas de lucha, son varias formas de lucha?
He aprendido aquí y en México que hay diferencias, por ejemplo entre las luchas de las mujeres urbanas y las mujeres en el campesinas o indígenas. Ahora, en Estados Unidos también hay un gran empobrecimiento. Los efectos de la globalización hace que haya menores diferencias entre las luchas en América Latina y Estados Unidos o Europa. Las problemáticas, por ejemplo, del empobrecimiento, del despojo de territorios, la militarización cotidiana de la vida. En Estados Unidos tenemos un movimiento que se llama Black Lives Matter porque hay una guerra de la policía contra los jóvenes negros. Me recuerdo lo que se decía en el foro de Buenaventura, Colombia contra el feminicidio, que las mujeres son las más racializadas y el objetivo primero del feminicidio.


¿Cuáles son las agendas de las luchas de las mujeres ahora? Te lo pregunto porque el gobierno del Ecuador reinvindica la tipificación del femicidio y una presunta igualdad política de las mujeres, al tener, por ejemplo, tres mujeres al frente del congreso ecuatoriano. ¿Ese es un avance, es una política de género?


Creo hay una posición que llega de la lucha de las mujeres en todo el mundo. Es una respuesta a la pregunta de si poner a algunas mujeres en planos de dirigencia, visibilizarla como políticas. Entonces se da la impresión de que las instituciones son sensibles a la agenda de las mujeres. Pero hemos verificado que las mujeres que son integradas al Estado, que hacen política, como el caso ejemplar de la señora Hillary Clinton, que puede ser la próxima presidente de los Estados Unidos y que ella se presenta como feminista, no cambian la política del Estado. En realidad, como secretaria de Estado, la señora Clinton ha promovido una política favorable a la guerra, contraria a todo interés ecologista, ha promovido el fraking, es muy amiga de Wall Street, y por eso no es un caso aislado. Cuando las mujeres se juntan al Estado, no cambian la política del Estado. Solamente nos dan la ilusión que algo ha pasado. Acá se ve lo del Plan Familia, la legislación contra el aborto. La política no se cambia. Por eso no tengo confianza en las mujeres que son del Estado, tengo confianza en las mujeres que están construyendo desde abajo, desde nuevas formas de organización.

¿El feminismo es una manifestación del antipoder?
El poder no es una cosa única. Está el poder con y el poder sobre. Nosotros no estamos por el poder sobre los otros. Estamos con el poder como desarrollo de las capacidades colectivas, lo que necesitamos, lo que queremos hacer. Es una forma de poder, pero no es un poder que está sobre las otras personas, es muy importante diferenciar eso.





¿Crees que es suficiente con tipificar el feminicidio?
No es suficiente, porque lo importante es saber cómo se pueda luchar contra esto. Y es importante también comprender las varias formas para saber cómo se puede resistir y cambiar. No comprendemos cuáles son las fuerzas contra las mujeres, y comprender los mecanismos que impulsan esta violencia, que es una violencia nueva, aumentada cualitativa y cuantitativamente y que tiene varias caras. Está la violencia estatal, violencia pública no estatal, violencia institucional, violencia familiar, y se puede mostrar una interacción de los tipos de violencias pero es importante diferenciarlas. Y comprender cuáles son los grandes mecanismos que impulsan estas violencia. Nuestra compañera brasileña, Rita Segato, ha escrito cosas muy interesantes. Primero, hay una forma nueva de violencia que es la de los narcos, los paramilitares, que está conectada en el área que se está intentando despojar y vaciar a la población para abrir espacios a la minería, a la extracción petrolera. Estos territorios han sido testigos de una violencia tan atroz, que Rita Segato ha hablado de violencia expresiva. Porque es una violencia que manda un mensaje: no hay compasión, debes irte, necesitamos que todo esto esté vacío. Hay también una violencia masculina, que no es necesariamente doméstica, está asociada a las nuevas formas de trabajo y a las formas de explotación del neoliberlismo. Por ejemplo, el fracaso del empleo masculino, y eso significa que muchos hombres descargan sus frustraciones sobre los cuerpos de las mujeres, que intentan vender a sus parejas para la prostitución; y hay hombres jóvenes que son reclutados en ejércitos mercenarios que al fin son usados para desplazar a la población. Están conectadas unas con otras. Yo nunca hablo de la violencia familiar como violencia privada. No lo es, porque es una violencia tolerada por el Estado, y también las mujeres hoy trabajan en varios lugares donde encuentran muchos peligros, trabajar en la calle, ser migrante… Es parte de la desestructuración que se da en nuestras sociedades. El presidente Correa ha dicho varias veces que la ideología de género es una novelería. Una moda despectiva, y en general se intenta mostrar que el género es solo un tema de mujeres feministas.La lucha de las mujeres no empieza con el movimiento feminista. Empieza en Estados Unidos cuanto militan en varios movimientos sociales, el movimiento contra la guerra, por los derechos civiles y en los cuales se había comprobado que cuando ponían sus problemas sobre la mesa no eran escuchadas. Empezaron entonces a separarse para poder investigar sus propias condiciones de vida. Lo cual fue sumamente importante como una gran explosión de conocimiento, de creatividad y de nuevas prácticas. Creo que para comprender qué es el feminismo, como para comprender la importancia de las luchas anticoloniales, la luchas por los derechos civiles, la lucha contra la esclavitud, es importante comprender que el capitalismo se ha desarrollado a partir de esas enormes divisiones sobre la base del género, de la raza, de la colonización. En una sociedad tan estratificada y dividida no se puede pensar en luchar de una sola manera, como los slogans de la izquierda, cuando dicen que el pueblo unido jamás será vencido, y no es cierto, el pueblo no es unido. Si las mujeres, los negros o los indígenas no toman en sus propias manos su realidad, a investigarla, a conocerla, no pueden desarrollar formas eficaces de lucha. Si seguimos divididos significa que el capitalismo a seguir. Las divisiones ya estaban antes de nosotras, no somos las feministas las que dividen a la gente, como mucha gente de izquierda lo dice. Lo importante es que todos quienes están en la parte baja de la escala social empiecen a organizarse de forma autónoma, porque si no, no se puede ganar conocimiento y experiencia sobre la propia realidad. Eso ha pasado en Estados Unidos. El feminismo ha sido muy importante por eso, porque nos ha aportado un gran conocimiento, y por su capacidad subversiva, de cambio real.

Pero si tiene una capacidad subversiva, también ha sido institucionalizado. 
Desde el principio se ha tratado de cooptar el movimiento feminista, se lo ha cooptado. La intervención de las Naciones Unidas en el feminismo ha sido un caso clásico. A partir de 1975, la ONU se muestra como promotora de la emancipación femenina, entonces ha construido un feminismo domesticado, que ha servido mucho para desmovilizar al movimiento feminista de su esencia subversiva. Muchas hablan de feminismos por eso, porque hay un feminismo de Estado. Mujeres que hablan de la igualdad, de igualdad de oportunidades. Nosotros creemos que la mayoría de los hombres son explotados, y por eso no hablamos de igualdad con los hombres.

Respecto a Calibán y la Bruja, ¿es un libro que confronta la forma masculina de ver la historia?

Es un libro de historia contra la historia. Es sobre el desarrollo del capitalismo a partir del medioevo, de la forma en que el capitalismo se desarrolla, pero mirando el punto de vista de la reproducción de la vida, la fuerza de trabajo. En el movimiento feminista empezamos a preguntarnos por qué llega lo patriarcal al capitalismo. Y vemos que tenemos un proceso de disciplinamiento de las mujeres a través del terror de la cacería de brujas, de la quema de cientos de miles de mujeres como condición necesaria para la reproducción de la fuerza de trabajo a través del sometimiento de la mujer, confinada en el trabajo doméstico gratuito. Y era necesario hacer un trabajo histórico sobre el inicio de la acumulación del capital a través del trabajo de las mujeres, a quienes se les ha otorgado el papel de reproducción. Karl Marx se da cuenta de las mujeres solamente cuando entran a la fábrica. Empecé a estudiar el papel de las mujeres en el desarrollo del capitalismo. Hablo en el libro sobre todo de la caza de brujas, que fue un proceso fundante del capitalismo y crea las herramientas de la disciplina de las mujeres, de la sumisión de las mujeres a los hombres. Y crea divisiones entre los campesinos y artesanos, que estaban atacados por el avance del capitalismo. Y se acaba con un capítulo de la extinción de brujas en América Latina, con los españoles que trajeron la inquisición, la caza de brujas y la demonización, un nuevo tipo de relación patriarcal que no existía de esa manera.








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