viernes, 29 de noviembre de 2013

El cientificismo como ideología de la deshumanización


Einstein visitando la sede de la CNT en 1923



“El verdadero valor de un hombre se determina según una sola norma: en qué grado y con qué objetivo se ha liberado de su yo” Albert Einstein

Ciertamente el lanzamiento de las bombas atómicas contra la población japonesa ha sido una de las mayores aberraciones cometidas por el ser humano. Albert Einstein jugó un papel en ello, cuando atemorizado de que los nazis pudieran elaborarla primero alentó al gobierno de los estados unidos a producirla antes, este hecho sería motivo de mucha culpa y vergüenza para Einstein, quien nunca logró percatarse a tiempo que en sus anhelos sionistas aun anidaba todo lo siniestro del nacionalismo y el culto a este “yo” colectivo” fundado en el temor a la aniquilación. La investigación científica y en especial en la física es la extinción de ese “yo” individual y de grupo, en la medida en que las nuevas evidencias van sacudiendo constantemente nuestras nociones de realidad.

En un texto llamado “Para la humillación del hombre científico” Einstein aborda estos temas preguntándose si es posible aspirar a comprender el mundo por el pensamiento lógico como una meta ajena al resto de nuestra experiencia vital, para él esto no podía ser resuelto por el pensamiento puro, sino por aquellas decisiones que tomamos, que en el caso de Einstein fue el intentar abocarse junto a filósofos como Bertrand Russell a promover la paz a nivel internacional.

Para Einstein la verdadera mentalidad científica es aquella que posee la convicción de que la realidad es susceptible de ser comprendida mediante la razón y la experiencia, descartando que cualquiera por el mero hecho de que utilice instrumentos o métodos ligados a la ciencia, sea necesariamente alguien que tenga dicha mentalidad científica, lo que es claramente plasmable en lo que Einstein define como el “trágico destino” que aguarda al hombre científico cuyos hallazgos han sido utilizados para la dominación y destrucción  de la vida. Einstein a pesar de sus aciertos y errores aun confiaba en esa mentalidad científica y así lo intentó hasta el final de sus días tratando de encontrar el valor necesario para no eludir este deber social que tendría la ciencia.

El concepto de cientificismo surgió como un rechazo a asumir en forma de dogmas las conclusiones de la ciencia, que siempre se encuentran en constante evolución, este rechazo al determinismo, que se desprende del cientificismo, en especial en áreas como la biología o las ciencias sociales, encuentra apoyo además en el concepto de determinismo estructural de Maturana y Varela, en el sentido en que si bien nuestras posibilidades de cambio  están limitadas por las leyes naturales, podemos movernos libremente dentro de un abanico de posibilidades bastante amplio, como lo demuestra la propia historia de la humanidad.

El origen de la palabra ciencia se encuentra en el latín “scientia” que proviene del verbo “scire” que es saber, formando con-sciencia que es “con scire o con la capacidad de saber”  que alude a alguien con-sciente o “bien despierto” es decir el origen de la palabra ciencia es algo así como una consciencia que se encuentra alerta, este es un hecho bastante interesante porque nos devela un momento en que el pensamiento abstracto no se encontraba tan fragmentado de la experiencia concreta y por ende de la realidad social.

Retomando ese sentido de ciencia como una consciencia alerta podemos intentar definir más detalladamente esta mentalidad científica que planteaba Einstein, estableciendo algunos paralelos con el arte: Tanto ciencia como arte con sus particularidades son la búsqueda de esa armonía o patrones de armonía, a veces tan esquivos y complejos que describe la naturaleza y mientras el arte es mas intuitivo y experiencial en su creación, requiere de cierto rigor lógico para expresarse con calidad, en cambio la ciencia fundada principalmente en el rigor lógico requiere de lo intuitivo y experiencial para arribar a sus más sorprendentes descubrimientos y que estos no tengan implicaciones sociales que terminen subordinándolos a los intereses de dominación de grupos específicos, o a su mercantilización, en ese sentido el economicismo presente en el capitalismo, es el que degrada la ciencia en cientificismo y que convierte el arte en algo meramente banal, ya que reduce y fragmenta la realidad exclusivamente a la acumulación infinita de capital.

A tal punto ha llegado esa confusión que la mayoría de la gente asocia en forma automática capitalismo a desarrollo tecnológico y obvia el hecho de que capitalismo es una relación social y económica que monopoliza en unos pocos la propiedad de ciertos bienes, mercantilizando la totalidad de las relaciones sociales y destruyendo cualquier vinculo solidario, en la medida en que las personas están coaccionadas a competir con el resto de las personas y a obedecer a los que monopolizaron bienes comunes previamente. 

En todo este contexto se puede afirmar que el capitalismo juega un papel decisivo en la aparición del cientificismo, en la medida en que produce una fragmentación entre medios y fines para desarrollar la vida humana, no es ningún misterio que casi la totalidad de la investigación científica está orientada a la industria armamentística para el centro económico-cultural hegemónico, mientras que a la periferia mundial se le entregan los medios necesarios para la extracción más rápida posible de materias primas, por lo que en general el bienestar común o el equilibrio con el ecosistema, con el que tenemos una relación simbiótica, no es algo en la carpeta de prioridades, ya que choca con el objetivo central del capitalismo que es su expansión infinita, sin importar si es necesario recurrir a guerras de extermino para tales fines o si es a costa de depredar recursos evidentemente finitos.

 A tal punto llega este delirio de la expansión económica que antes que detener ese crecimiento suicida, se baraja la posibilidad de migrar a otros lugares del universo, para continuar lo mismo, una lógica que claramente nace del darwinismo como apéndice cientificista del capitalismo, tema con que se dio inicio a este blog.

Si finalmente toda la forma en que generamos nuestra propia existencia como especie parte de una fragmentación economicista y autoritaria, que a su vez convierte la ciencia en un burdo dispositivo técnico, carente de cualquier principio ético, nos encontramos con que toda la estructura social y económica, tal como la hemos erguido, es la negación de los derechos humanos más básicos, representando una negación de esta mentalidad científica, entendida como una conciencia alerta que percibe la realidad como una totalidad interactuarte y no como meros fragmentos desconectados, es decir nos encontramos con la supresión de cualquier racionalidad, que es desde donde se supone se levanta el discurso liberal imperante, que además sucumbe ahogado en sus propias palabras, en la medida que queda situado en un relativismo moral, que se desprende de toda la visión fragmentaria antes descrita, ya que impone un discurso que señala, que aparentemente todas las opiniones serian igualmente validas (mientras no alteren la estructura socioeconómica).

Si bien la razón tiene sus propias limitaciones, abdicar de ella no es una opción coherente, pero podemos tener una visión más amplia situándonos desde una genuina mentalidad científica, en que nos podemos dar cuenta que cada opinión tiene una validez restringida a ciertos contextos, donde es posible verificar la pertinencia o no de determinadas hipótesis, tal como ha sido planteado y hemos visto en otras entradas desde visiones tan heterogéneas como el realismo dependiente del modelo de Stephen Hawking, la idea de acoplamiento estructural y neurofenomenologia de Francisco Varela o la interpretación de la teoría cuántica de David Bohm ( A quien se le consideraba el continuador natural de Einstein), todas estas ideas comparten el rasgo común de romper con  dualismos como el de pensamiento abstracto y experiencia concreta.

Una vez asimilada esa genuina mentalidad científica, en que las fronteras entre el observador y lo observado se difuminan haciéndonos conscientes de nuestros multiples condicionamientos sociales, nos podemos aproximar desde la más absoluta sencillez (En el sentido de estar vaciado de condicionamientos) a una comprensión integrativa entre fenómenos, que siempre han estado mutuamente implicados, como los fenómenos sociales, económicos, psicológicos y ecosistemicos, lo que necesariamente nos lleva a cuestionar no solo la distribución de la “riqueza” dentro del sistema capitalista, sino su propia gestión y producción de los recursos, además del régimen de propiedad claramente, sobre lo que ya tenemos algunos esbozos interesantes en la critica denominada “antidesarrollista” la que veremos en una próxima entrada desde una perspectiva biológica y psicológica, que permita su complementación desde lo experiencial, con el fin de comprender que la crítica al capitalismo y los estados modernos es mucho más que una teoría abstracta.

Video recomendado: Einstein y Eddington



Esta película muestra el peligro que hay en el veneno del nacionalismo, las luchas de poder entre las diferentes academias de la ciencia, su uso para fabricar poderosas armas químicas antes que conocer la realidad, la coerción de la creatividad y los afectos en sociedades muy inflexibles y como la teoría relatividad tenía implicaciones experienciales en nuestra cotidianidad, esta nunca tuvo que ver con un relativismo moral, mas bien tenía que ver con la necesidad de hacer armonizar una realidad siempre en movimiento y como a veces dentro de un escenario totalmente irracional, la voluntad de las personas por encontrar la verdad y la mutua comprensión pueden hacer que sucedan algunas cosas extraordinarias.

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