El capitalismo es un sistema social que se fundamenta en la división clasista de la sociedad, es decir, en el establecimiento de clases sociales que se distribuyen diferenciadamente la riqueza y las posibilidades de influir en la toma de decisiones de toda la sociedad.
Las clases sociales son grupos de personas que comparten una misma posición en la estructura social. Esta posición les otorga posibilidades y limitantes, necesidades y anhelos particulares, y si bien no existe la completa determinación de las personas a partir de su clase social, claramente no es lo mismo “nacer en cuna” de oro que “nacer sin cuna”.
Dicho de otro modo, las condicionantes estructurales de cada clase social influyen directamente en las características de las personas que componen dicha clase, haciendo que posean intereses y necesidades similares e incluso semejanzas en las visiones de mundo y opiniones sobre diversos temas.
En el sistema capitalista la estructura de clases sociales se articula en función de diversas combinaciones de las siguientes tres dimensiones sociales o grupos de variables:
• Condiciones Económicas (poseer o no capital, riqueza, medios).
• Condiciones Políticas (tener o no ingerencia en la toma de decisiones).
• Condiciones Culturales (visión de mundo, subjetividad, valores).
En este contexto, la riqueza y los beneficios sociales se distribuyen desigualmente entre las diferentes clases sociales y este hecho determina antagonismos y jerarquías, que abarcan casi todos los aspectos de la vida social.
Por una parte se observa la clase dominante, compuesta principalmente por grandes empresarios y la elite política, quienes acumulan gran cantidad de capital económico y poder. En el otro extremo de la balanza, se encuentra la clase explotada y oprimida, compuesta por todas/os aquellos/as que para poder subsistir, deben vender su fuerza de trabajo y emplearse en los cupos disponibles en el mercado laboral, sin gozar de riquezas ni poder.
Si bien éstas son las dos clases sociales principales (conocidas también como burguesía y proletariado), es posible distinguir otros subgrupos al interior de una sociedad, por ejemplo, pequeños/as propietarios/as, trabajadores/as independientes, profesionales y oficinistas; en definitiva todos quienes constituyen la llamada “clase media”.
Si bien es posible distinguir numerosos grupos o clases sociales al interior de una sociedad, sólo una de ellas, la clase dominante es la que se lleva prácticamente todos los privilegios y ejerce dominio sobre la sociedad entera; es decir, todos los otros grupos serán dominados y explotados por ésta. Es esta clase la que controla al Estado e impone los valores y patrones culturales dominantes, se apropia de la mayor parte de la riqueza social y legitima su dominio a través de las leyes, los medios de comunicación y el sistema escolar.
En cuanto a la dinámica del capitalismo, éste siempre se encuentra en movimiento y conflicto, específicamente, el conflicto entre grupos y subgrupos sociales se denomina lucha de clases, es decir, donde distintos grupos se enfrentan para defender sus propios intereses. Los empresarios se esfuerzan por aumentar sus ganancias, mientras que las y los trabajadores/ as, con distintos niveles de organización y éxito, intentan mejorar sus condiciones de vida.
Las clases sociales nunca son completamente homogéneas, por lo que a la lucha de clases, es necesario agregar roces y conflictos al interior de cada clase, es decir, como un eterno movimiento de intereses y posiciones sociales. Estos conflictos pueden tener su origen en diferencias económicas o políticas, pero además influidas por factores culturales, religiosos, étnicos, territoriales, etc.
Los conflictos producidos por el capitalismo no sólo se expresan en lo económico, sino también en lo político y en lo cultural. No sólo se explota a las y los trabajadores/as, sino que además se intenta moldear a cada individuo como sujeto funcional y pasivo, es decir, que no cuestione el orden social, sino más bien, que lo legitimen y reproduzcan cotidianamente.
En este sentido, el capitalismo ha perfeccionado diversas formas de control, dominio y represión de las voces disidentes que han ido surgiendo frente a sus injusticias y atrocidades. Entre estas herramientas, la más efectiva es el Estado.
Fragmeto extraído de Una introducción al anarquismo
Las clases sociales son grupos de personas que comparten una misma posición en la estructura social. Esta posición les otorga posibilidades y limitantes, necesidades y anhelos particulares, y si bien no existe la completa determinación de las personas a partir de su clase social, claramente no es lo mismo “nacer en cuna” de oro que “nacer sin cuna”.
Dicho de otro modo, las condicionantes estructurales de cada clase social influyen directamente en las características de las personas que componen dicha clase, haciendo que posean intereses y necesidades similares e incluso semejanzas en las visiones de mundo y opiniones sobre diversos temas.
En el sistema capitalista la estructura de clases sociales se articula en función de diversas combinaciones de las siguientes tres dimensiones sociales o grupos de variables:
• Condiciones Económicas (poseer o no capital, riqueza, medios).
• Condiciones Políticas (tener o no ingerencia en la toma de decisiones).
• Condiciones Culturales (visión de mundo, subjetividad, valores).
En este contexto, la riqueza y los beneficios sociales se distribuyen desigualmente entre las diferentes clases sociales y este hecho determina antagonismos y jerarquías, que abarcan casi todos los aspectos de la vida social.
Por una parte se observa la clase dominante, compuesta principalmente por grandes empresarios y la elite política, quienes acumulan gran cantidad de capital económico y poder. En el otro extremo de la balanza, se encuentra la clase explotada y oprimida, compuesta por todas/os aquellos/as que para poder subsistir, deben vender su fuerza de trabajo y emplearse en los cupos disponibles en el mercado laboral, sin gozar de riquezas ni poder.
Si bien éstas son las dos clases sociales principales (conocidas también como burguesía y proletariado), es posible distinguir otros subgrupos al interior de una sociedad, por ejemplo, pequeños/as propietarios/as, trabajadores/as independientes, profesionales y oficinistas; en definitiva todos quienes constituyen la llamada “clase media”.
Si bien es posible distinguir numerosos grupos o clases sociales al interior de una sociedad, sólo una de ellas, la clase dominante es la que se lleva prácticamente todos los privilegios y ejerce dominio sobre la sociedad entera; es decir, todos los otros grupos serán dominados y explotados por ésta. Es esta clase la que controla al Estado e impone los valores y patrones culturales dominantes, se apropia de la mayor parte de la riqueza social y legitima su dominio a través de las leyes, los medios de comunicación y el sistema escolar.
En cuanto a la dinámica del capitalismo, éste siempre se encuentra en movimiento y conflicto, específicamente, el conflicto entre grupos y subgrupos sociales se denomina lucha de clases, es decir, donde distintos grupos se enfrentan para defender sus propios intereses. Los empresarios se esfuerzan por aumentar sus ganancias, mientras que las y los trabajadores/ as, con distintos niveles de organización y éxito, intentan mejorar sus condiciones de vida.
Las clases sociales nunca son completamente homogéneas, por lo que a la lucha de clases, es necesario agregar roces y conflictos al interior de cada clase, es decir, como un eterno movimiento de intereses y posiciones sociales. Estos conflictos pueden tener su origen en diferencias económicas o políticas, pero además influidas por factores culturales, religiosos, étnicos, territoriales, etc.
Los conflictos producidos por el capitalismo no sólo se expresan en lo económico, sino también en lo político y en lo cultural. No sólo se explota a las y los trabajadores/as, sino que además se intenta moldear a cada individuo como sujeto funcional y pasivo, es decir, que no cuestione el orden social, sino más bien, que lo legitimen y reproduzcan cotidianamente.
En este sentido, el capitalismo ha perfeccionado diversas formas de control, dominio y represión de las voces disidentes que han ido surgiendo frente a sus injusticias y atrocidades. Entre estas herramientas, la más efectiva es el Estado.
Fragmeto extraído de Una introducción al anarquismo
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