De verdad cabros no soy muy bueno para escribir por estos medios, mi generación se comunicaba a punta de lápiz y hojas o quizás ni eso; pero hoy me sentí con la necesidad de hacer masivo algo que siempre suelo discutir a pesar del precio costoso que me ha traído en ocasiones.
El día 10 a eso de la hora de almuerzo mis dos hijos a mis
extremos me informan que asistirían al paro convocado para el día posterior,
como reacción primera les pedí que desistieran no porque esté en desacuerdo
sino porque he visto como llegan "empapados, moreteados y siempre con una
historia escalofriante que contar", pero en medio de mi discurso para que
cambiaran de parecer la menor me interrumpió con el ímpetu que la caracteriza
"viejo es una decisión tomada, sin vuelta atrás" siguiéndola el mayor
con "toda decisión nos puede costar caro, pero no más caro de lo que puede
costar el conformismo"; decidí entonces el típico "cuídense".
El día 11 suena la alarma temprano, cama abajo los dos,
arreglan sus mochilas, preguntan que si hay algo de comer, sacan un pan y me
dicen "nos vemol", aún estaba oscuro y el frío era evidente que les
traspasaba las ropas; uno me abraza y me dice "dile a mamá que estaré
estudiando" y se van; aunque salen juntos nunca están juntos, sus
posiciones políticas son diferentes, y como diferentes son prefieren juntos
pero no revueltos, se llaman y se preocupan el uno por el otro pero no andan de
la manito, en fin la cosa es que salieron. Prendí la tele, esa que pasa apagada
la mayor parte del tiempo, quería ver que estaba pasando en las calles del
contaminado Santiago, las calles estaban cortadas; en realidad no sabía si
sentir regocijo o sentir miedo, pero aún así seguí viendo la televisión,
escuchando como dichos basuras eran esparcidos en contra de los que estaban
ahí, esos que se tapan su cara por protección; sentí rabia entonces, me dieron
ganas de discutir con la tele, pero el desayuno era "más importante";
al cabo de unas horas en las noticias daban que la gente se comenzaba a juntar
en diversos puntos para marchar, me imaginaba que mis hijos estaban allá y
dejando de lado lo preocupado sentía orgullo de que ellos al menos tuviesen la
convicción y el tema clarito, clarito. La prensa vuelve a hablar más tarde de
"desordenes", tratando mal nuevamente a quienes estaban ahí luchando;
la rabia ya era mi compañera, habían muchos detenidos, la posibilidad de que mis
hijos estuvieran entre medio de esos era evidente, pero no me preocupe, sé como
son y sé que me llaman cuando ya no se la pueden solos; pasaron las horas y
llame al mayor, entre todo lo que me dijo me sorprendió que con calma me dijera
"no, aún no estoy detenido pero andan deteniendo a cualquiera así que no
te aseguro nada, llama a mi hermana que se me perdió entre la masa" acto
seguido la llame, ella con menos tranquilidad me dijo "viejo tranquilo,
que tu calma proteja mi caos" y me corto; normalmente es habitual de
cuando algo le inquieta pero sabía que estaba bien, al menos todavía. Su mamá
me pregunto ¿y los hijos? a lo que respondí que iban ido a estudiar, ella miro
la tele y dijo ojala no les hayas dado permiso para ir, claramente estaba
nervioso y preocupado por lo que solo respondí "cuando pidan permiso"
y todo se quedó en silencio. Los canales tradicionales ya hablaban de daños, de
detenidos, de solo carabineros lesionados ¿Solo carabineros? necesitaba
corroborar aquello, les creía a mis hijos que la cosa estaba tensa, no iba a
poner su relato por debajo de los de la prensa, me acordé que siempre hablaban
de tuiter así que a prueba de "error y aprendizaje" aprendí a buscar
noticias, jóvenes escribiendo que eran dispersados, golpeados, detenidos,
mojados e insultados; no solo por los carabineros sino que también por miembros
de un partido. Que malditos sean, pensé, aquellos que aún no entienden que los
jóvenes, que los que se manifiestan no están ahí por gusto.
¿Por qué escribo
esto? ¿A quién le puede importar? En realidad ni yo sé a quien le pueda
importar la historia de un padre con sus dos hijos pero sé que lo escribo para
hacer un llamado, un llamado a no dejar a los cabros solos; a apoyarlos sea
cual sea su pará por decirlo así, debo de reconocer que me da risa cuando mis
compañeros de trabajo cuentan que sus hijos se pasaron el día en el mall, entre
mi mente digo los míos se pasan días pensando en formas para destruirlo, pero
lo callo; no por vergüenza a mis pequeños y grandes luchadores sino por orgullo
y protección a ellos; sé que se les sigue, y sé que no es sugestión como muchos
dicen. Debo de reconocer que al principio era de los que criticaba a los
encapuchados, que destruían diversos elementos del capitalismo, pero la vida
enseña; y a mí me enseñó que mientras mis hijos trabajaban y estudiaban y me
traían notas excelentes, tenían un secreto de ambos "el ser
movilizados", estuve fuera por decisión propia, y ahora me siento dentro
por decisión propia, soy parte de mis cabros, de los cabros en realidad; ya no
tengo las fuerzas para salir a las calles, o quizás también es dejación, pero
cada vez que mis hijos solicitan mi presencia sea donde sea ahí estoy; sin
retarlos, sin enjuiciarlos, protegiéndolos de todo y todos; por eso encuentro
tan repugnante cuando escucho a papás retando a sus hijos por haber ido a la marcha...
¿Si nosotros no les inspiramos confianza como vamos a buscar que nos hablen con
la verdad? la idea es apoyarlos y entender los porqués... Prefiero mil veces
que mis impuestos sean gastados en reparar los semáforos, paraderos que sean
gastados en viajes de lujo de los "poderosos", prefiero que no pueda
llegar al trabajo por los cortes que llegar al trabajo y pasarlo como un día
normal... Prefiero no ver casi a mis hijos que verlos mal gastando su tiempo en
cosas que jamás producirán nada más que perdición de luchadores.
He visto a mis hijos en diversas trincheras, detenidos,
mojados, esposados, en calabozos, en juicios pero jamás y quiero ser sincero,
jamás los he visto borrachos o drogados; ellos dicen "siempre atentos,
para cuando vengan por nosotros" y es algo de lo que hoy a pesar de las críticas
que pueda recibir me siento orgulloso. El coraje, la valentía que tienen
quienes salen a la calle es admirable, enfrentarse al tú por tú con vehículos
blindados, con seres que nunca han medido su fuerza; admirable simplemente
admirable.
Por último les vuelvo a repetir, no dejen a los cabros solos;
apoyen a sus hijos, el encapuchado no es malo, es mejor que todos aquellos que
viven sumergidos en la normalidad, y cabros sigan adelante, la están haciendo,
el cambio no se da de un día a otro pero su constancia les llevará al objetivo.
Cuídense en las calles y nos vemos pronto en ellas.
Un orgulloso padre de dos anarquistas en lucha activa que a
la fecha tiene más de 50 años al hombro.
(carta que circula por facebook)
(carta que circula por facebook)
Busque la carta porque me conmovió,cuando hay disturbios sólo pienso en ellos. En su dolor y su entrega. Quisiera creer que ellos sí podrán mejorar la sociedad, pero sé que es difícil y que aún ellos tienen distintos grupos de pensamiento y de acción... Pero sí estoy segura que no lo cambiaremos por las urnas (por un tiempo creí, en ese cuento), ni con los políticos corruptos que están con actitud de santidad y nos roban a manos llenas. Vayan hacia esos jóvenes mi admiración, distingo cuando ellos hacen algo o cuando lo hacen los infiltrados de la policía y espero que en un par de años cuando cumpla los 60 pueda acompañarlos. Para sepan que no están solos que siempre hay un@ más que les acompaña.
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