viernes, 10 de abril de 2020

La rebeldía de Rodney Álvarez y la persecución del Estado venezolano contra los obreros organizados



“…no sólo he luchado toda mi vida por desterrar los crímenes, los crímenes que la ley oficial y la moral oficial condenan, sino también el crimen que la moral oficial y la ley oficial no condenan y santifican: la explotación y la opresión del hombre por el hombre. Y si hay alguna razón por la cual yo estoy en esta sala como reo, si hay alguna razón por la cual dentro de unos minutos va usted a condenarme, es por esa razón y por ninguna otra.”

(Bartolomé Vanzetti, 1927)

Su nombre es Rodney Álvarez y tiene una conciencia irreductible por la dignidad de la clase oprimida a la que pertenece. Nació en un barrio proletario del estado Bolívar, en Venezuela, y desde muy joven vendió su fuerza de trabajo para sostener su vida. Fue en ese afán por la sobrevivencia que entró a trabajar en Ferrominera del Orinoco, una de las empresas básicas más importantes de Venezuela. Una vez dentro, se vio en la necesidad que tenemos todxs lxs trabajadorxs de mejorar nuestras condiciones laborales y conquistar derechos a través de la organización y la lucha. Rodney fue reconocido entonces como un dirigente sindical clasista, parte de una corriente autónoma para nada dispuesta a asumir docilidad y sumisión ante la patronal. Esta corriente sindical clasista ha tenido que disputar no sólo con la gerencia militar de la empresa estatal sino con sindicatos adscritos al partido de gobierno, mafias corruptas y matones al servicio de la patronal.

Fue en junio de 2011, en el contexto de una asamblea abierta para elegir una comisión electoral con miras a la renovación de la directiva del sindicato Sintraferrominera, cuando Héctor Maicán, perteneciente a las patotas de la corriente sindical gobiernera y patronal, frustrado porque no obtendrían mayoría en el proceso, efectuó varios disparos contra la multitud reunida en las puertas de la fábrica. Producto de estos disparos, que fueron presenciados por cientos de trabajadores y registrados por las cámaras de la empresa, resultó muerto el trabajador Renny Rojas. Héctor Maicán fue detenido por la guardia nacional mientras intentaba huir. Sin embargo, el gobernador de entonces, Francisco Rangel Gómez, junto a la burocracia del PSUV, presionó para que Maicán fuese liberado.

Como chivo expiatorio y tapadera del crimen de Maicán, mercenario al servicio de la gobernación, escogieron a Rodney, entonces activista de la corriente clasista autónoma que impulsaba otro trabajador hoy también secuestrado por el Estado venezolano.

Rubén González es el nombre de este hombre que había sido encarcelado en 2009 bajo el gobierno de Hugo Chávez, en represalia por formar parte de una huelga que exigía el cumplimiento del contrato colectivo. Fue liberado años después y vuelto a encarcelar a finales del 2018 por el gobierno de Nicolás Maduro. Las razones son las mismas: en Venezuela se persigue a los trabajadores que exigen el cumplimiento de sus derechos.

Y es que en efecto, este ejercicio despótico es ya una tradición del chavismo/madurismo, desde donde altos funcionarios civiles y militares suelen cometer los más atroces delitos en total impunidad, incriminando a inocentes que consideran obstáculos en su ejercicio del poder político. Lo que se busca es amedrentar, acallar, domesticar, desaparecer. Es una política de Estado que también ha recaído contra campesinos, indígenas, estudiantes y trabajadorxs de todos los rubros. Hoy son cientos de personas apresadas en Venezuela por exigir lo mínimo, por disentir, por pensar y por decir.

Hace ya más de ocho años que Rodney permanece encarcelado injustamente y durante ese tiempo, no sólo se ha desestimado la evidencia de su inocencia, sino que se han cancelado audiencias de forma sistemática, se ha perseguido y negado la posibilidad de declaración a los testigos del caso. Ha sido totalmente desvergonzada la red de corrupción dentro del sistema judicial que le mantiene secuestrado.

Además de la violencia estatal que supone la pérdida de libertad, el desarraigo familiar y organizativo, dentro de las cárceles a las que ha sido confinado, Rodney ha sufrido varios ataques que le han costado la parálisis de su mano derecha, dos costillas rotas y una herida profunda en una pierna. Estos ataques perpetrados por presos dados al ejercicio mercenario, suponen el interés de las mafias del gobierno por acallar la voz de Rodney ante las injusticias que contra él y la clase trabajadora venezolana se están cometiendo. Pero no será sólo la voz de Rodney la que denunciará al Estado venezolano, con él hará eco siempre la clase oprimida movilizada, pues bien conocemos los esfuerzos del gobierno chavista/madurista por atomizar y dispersar nuestras fuerzas. Nos hemos visto debilitados y dispersos, despojados y enflaquecidos física y moralmente, pero aún nos queda voz para multiplicar la memoria y dignidad por todos los rincones de Venezuela, la región latinoamericana y el mundo, acusando a quienes gobiernan esa región como la cúpula asesina de todas las aspiraciones libertarias del pueblo venezolano.

N&A




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