“Es absolutamente falso el afirmar que en la organización se pierden la individualidad y el sentimiento personal.
Todo lo contrario, justamente por el constante contacto con iguales se
despliegan recién las mejores cualidades de la personalidad”
Rudolf Rocker
Se
acusa falsamente a los anarquistas de estar en contra de la
organización y de promulgar el caos y el desorden extremo. Nada más
lejos de la realidad. Los anarquistas siempre han defendido la
organización, entendida ésta como la libre asociación entre individuos,
que tras aceptar libremente un pacto federativo, que no es otra cosa
que un acuerdo de mínimos, actúan autónomamente. Esto recibe el nombre
de Federalismo, lo cual, tal y como hemos explicado, se basa en la
libre unión creándose así federaciones, las cuales a su vez, tienen
libertad de federarse entre sí.
No existen mayores amantes
del orden que los anarquistas, eso sí, un orden organizado por y para
las propias personas, sin ningún líder ni autoridad que pretenda
dirigir y solucionar los asuntos de los demás. Esto, lejos de ser una
utopía, es el simple desarrollo natural de la búsqueda de soluciones
por parte de las personas a sus problemas en la vida cotidiana, que
comúnmente desde las asambleas horizontales, bajo la solidaridad y el
apoyo mutuo, cooperan entre sí. Esto recibe el nombre de
autoorganización.
Anarquismo y Violencia
“[La]
revolución tiene que ser necesariamente violenta, aunque la violencia
sea en sí misma un mal. Tiene que ser violenta porque sería una locura
esperar que los privilegiados reconocieran el daño y la injusticia de
sus privilegios, y se decidieran a renunciar de ellos voluntariamente.
Tiene que ser violenta porque la violencia revolucionaria transitoria es
el único medio para poner fin a la mayor y más perpetua violencia que
tiene esclavizados a la gran mayoría de los seres humanos.” Errico
Malatesta
Los medios de comunicación
atacan vilmente a los anarquistas siempre que hay episodios de
violencia en manifestaciones u otro tipo de actos de lucha, apodándoles
de “violentos antisistema”. Los anarquistas odiamos la violencia.
Aspiramos a un mundo donde topo tipo de violencia quede eliminada,
donde toda coacción quede suprimida.
Ahora bien, vivimos en
un sistema político y económico que ejerce la violencia contra las
personas en el día a día. Violencia es cobrar 600 euros para vivir en
un mes con un trabajo precario. Violencia también es vernos obligados a
trabajar para enriquecer a otros, siempre con la amenaza candente de
perder nuestro sustento y el de las personas a nuestro cargo. Violencia
también es vivir en un sistema que controla todas las facetas de
nuestras vidas, ya sea nuestra educación o nuestro tiempo de ocio,
donde en ambos se nos manipula y esclaviza. El sistema capitalista
ejerce la violencia de tal modo que provoca sufrimientos en la salud de
las personas debido a la contaminación o los accidentes laborales. Se
somete a tales presiones y aísla tanto a las personas que son miles los
que sufren por tristeza y el desencanto, arrastrándolas a veces al
suicidio.
Este sistema, somete a las personas a la privación
de la libertad en cárceles, donde jamás se castiga el delito, sino la
pobreza, ¿no es acaso violencia? El Estado hace la ley y se pertrecha
de una serie de cuerpos represivos destinados a hacer que se cumpla,
fortificando así su dominio para satisfacer los intereses de las clases
privilegiadas.
Cuando intentamos ejercer nuestro derecho de
manifestarnos, la policía, protegiendo el orden establecido nos reprime
mediante golpes, torturas y detenciones. El Estado y el
Capital, ejercen la violencia en nuestras vidas cotidianas, por eso los
anarquistas nos defendemos de ella mediante la autodefensa. El Estado
tiene el monopolio de la violencia, nosotros nos defendemos de ella.
Es
vergonzoso e indignante cómo se utiliza la legítima rabia que sentimos
frente a esa violencia, para criminalizarnos y ponernos frente a los
ojos de la sociedad como violentos y a veces incluso como “terroristas”.
Todas las campañas mediáticas de desprestigio van destinadas a evitar
que el conflicto se extienda al resto de la sociedad, porque tienen
miedo de un verdadero cambio de orden y que los trabajadores y
estudiantes tomemos conciencia de nuestra capacidad de lucha.
Esto
es lo que somos, anarquistas. Somos personas corrientes, trabajadores y
estudiantes. Planteamos nuestra alternativa y nuestro análisis desde
la humildad, sin manipulaciones de ningún tipo, planteando nuestras
principios, tácticas y finalidades en el día a día, procurando vivir lo
más acorde posible dentro de la corrupta sociedad capitalista con los
valores éticos libertarios. Nuestros medios actúan en concordancia con
nuestros fines, intentamos hacer de nuestras aspiraciones una realidad
en nuestra vida cotidiana y en nuestra forma de lucha.
Por
más que se nos persiga, señale y difame no abandonaremos el camino de
la lucha ni nuestro ideario y no cesaremos en el empeño hasta la
instauración de un régimen de libertad donde no tenga cabida ningún tipo
de explotación ni dominación. Llevamos un mundo nuevo en nuestros
corazones.