lunes, 28 de abril de 2014

¿Qué es la anarquía? - Albert Parsons

Albert Richard Parsons fue uno de los 5 anarquistas ejecutados en la horca por un tribunal burgués de Chicago en noviembre de 1887, acusados de ser protagonistas de la revuelta de Haymarket en el mayo de 1886 durante el movimiento anarcosindicalista por la jornada de las ocho horas que dieron origen al 1º de mayo como «El día internacional de los y las trabajadoras». El siguiente artículo ha sido tomado de «Acción Directa», órgano oficial de los Trabajadores Industriales del Mundo (IWW), Santiago de Chile, Segunda Época, Nº9, Mayo de 1943

El manifiesto del Congreso de Pittsburgh de la Asociación Internacional de Trabajadores, dado a luz el 16 de Octubre de 1883, concluye como sigue:

“Lo que queremos es, sencilla y claramente: Primero- La destrucción de la dominación existente de clase por todos los medios, es decir, con acción enérgica, incesante, revolucionaria e internacional.

Segundo- La institución de una sociedad libre, basada en la organización cooperativa de la producción.

Tercero- El libre intercambio de productos equivalentes por parte de las organizaciones productoras mismas, sin intermediarios ni especuladores.

Cuarto- La organización del sistema de educación sobre bases seculares, científicas e igualitarias para ambos sexos.

Quinto- La igualdad de derechos para todos, sin distinción de sexo o de raza.

Sexto- La regulación de todos los asuntos públicos por contratos libres entre las comunas y asociaciones autónomas (independientes), sobre bases federativas.

¡El que apruebe estos ideales que estreche nuestras manos fraternales tendidas!

¡Proletarios de todos los países, uníos! ¡Compañeros, todo lo que necesitamos para la realización de esa gran obra es ORGANIZACIÓN y UNIDAD!”

La declaración susodicha expresa los fines y métodos de los anarquistas.

Sorprende, por consiguiente, oír a ciertas personas decir que los anarquistas desenvuelven sus actividades sin designio ni propósito.

A menudo oímos que se pregunta “¿Qué significa la anarquía?”. Significa, primero, la destrucción de la clase gobernante existente. Mientras no se realice esto, cualquier reforma o mejoramiento en interés del proletariado, sea cual fuere su dirección, está destinado al fracaso. Todos los males que afligen a la humanidad se resumen en una palabra, pobreza, resultante de causas innaturales.

Remover esta barrera del sendero, significa que el progreso se encaminará firme y rápidamente hacia formas más altas de civilización. La pobreza, por consiguiente, es la gran maldición de los hombres.

La dominación de las clases se basa en la posesión de privilegios adquiridos, primero, por la fuerza y la chicana, luego decretada por la promulgación de leyes, más tarde legalizada por la Constitución. Por medio de este proceso, los medios de existencia, sin uso de los cuales la vida no puede mantenerse: tierra, maquinaria, transportes, comunicaciones, etc., han sido convertidos en propiedad privada -monopolizada- hasta que unas pocas personas privilegiadas en la sociedad llegaron a poseer el derecho de vivir en libertad. Los desposeídos, la clase asalariada, son compelidos a mendigar pan y abrigo de los que poseen la propiedad. De esta compulsión surge la esclavitud y la pobreza de los productores de la riqueza. El sistema de la propiedad es un despotismo bajo el cual los desheredados son forzados, so pena de extinguirse, a aceptar cualquier término o condición que a la clase poseedora se le ocurra dictar. Destruir este sistema es el fin primordial de la anarquía y, para su realización, el echar mano a cualquier medio se convierte no sólo en un deber, sino también en una necesidad. El voto ha cesado, hace tiempo, de registrar la voluntad popular. La clase que controla las industrias y la riqueza del país, puede, y en realidad lo hace, controlar el voto de los trabajadores. La educación se vuelve imposible bajo el aletargamiento y pobreza de la clase asalariada.

La Internacional reconoce que el trabajador es mantenido por fuerza en un estado de sumisión económica a los monopolizadores de los medios de producción, es decir, a las fuerzas de la vida, y que esa es la causa de la degradación mental, de la dependencia política y de la miseria social de la clase trabajadora.

No estando el proletariado habilitado para vivir en la esclavitud, el movimiento revolucionario, de profunda raigambre en el proletariado descontento y rebelde, es organizado y orientado por hombres de la clase asalariada que tienen un conocimiento histórico amplio del movimiento obrero y de su fin inmediato: la revolución social.

Hay hombres educados de la clase media que, presintiendo el próximo conflicto, o habiendo sido ellos mismos arrojados por la fatalidad de los acontecimientos a las filas del proletariado, se convierten en activos y útiles elementos para organizar a los descontentos. El Estado y sus leyes sirven sólo para perpetuar la clase dominadora existente y, una vez destruida esta, sobre sus ruinas, la anarquía instaurará una “sociedad libre, basada en la organización y producción cooperadora”. Esta sociedad libre sería de carácter puramente económico, encarando solamente la producción y distribución de la riqueza. Los hombres se asociarían y, poniendo a contribución sus diferentes oficios, conducirían el proceso de la producción y distribución.

Los zapateros, carpinteros, agricultores, impresores, moldeadores y otros, formarían grupos o comunidades autónomas o independientes, regulando todas las gestiones de acuerdo con su mejor parecer. Los gremios, los congresos y otras organizaciones del trabajo no son sino los grupos iniciales de la sociedad libre.

La libertad de cambio entre las organizaciones productivas, sin comercio o beneficio lucrativo, ocuparía entonces el lugar del sistema especulativo existente con su artificial escasez y “corners” saqueadores.

La educación se pondrá al alcance de todos. Todos gozarían de derechos iguales. No más derechos sin deberes; no más deberes sin derechos. Todas las gestiones públicas serían reguladas por libres contratos entre las comunas o grupos autónomos (independientes), condicionadas por una base federalista.

La sociedad libre equivale a la abolición de todas las formas de gobierno político. Las clases inútiles, abogados, jueces, ejército, policía y las innumerables hordas empeñadas en difundir por medio de avisos sus mercancías, desaparecerían. La razón y el sentido común, basado en la ley natural, reemplazarían a la ley estatutaria, fundamentada en la compulsión y en la dominación arbitraria.

El capital siendo una cosa, no tiene ningún derecho. Sólo las personas tienen derechos. El sistema social existente otorga todo el capital a una clase y abruma con el trabajo a la otra; de ahí que el conflicto sea inevitable. Ha llegado el momento en que los trabajadores deben posesionarse del  derecho al libre uso del capital con el que trabajan o los capitalistas poseerán a los trabajadores en cuerpo y alma. Ningún compromiso es posible. Debemos elegir entre la libertad y la esclavitud. La Internacional, altivamente, despliega el estandarte de la fraternidad y la igualdad, y desde sus rojos pliegues lanza un vibrante llamado a los desheredados de la Tierra para que se unan y destruyan de una vez por todas, la bestia de la propiedad, que se refocila sobre la sangre palpitante y vital del pueblo.




Manifiesto anarquista-feminista

Compañeras:

Debo decirles que no hemos pecado, jamás lo hemos hecho, pero sobre todo, debo decirles que el “pecado”, esa absurda palabra reproducida e impuesta a lo largo de la historia, no existe.

Lo que existió, existe, pero dejará de existir son los miles de principios éticos, morales y religiosos que han mutilado nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Existió, existe, pero dejará de existir, la esclavitud, la vergüenza falsa, el pudor absurdo, el dolor, la culpa y el arrepentimiento que hemos sentido, o dicho de una forma más clara, nos han hecho sentir los miles de hombres y mujeres creadores y pertenecientes a todos esos principios éticos, morales y religiosos, a todo ese aparataje represor, machista y sexista que se camufla cada día detrás de un falso feminismo, detrás de una falsa igualdad, detrás de una falsa libertad. Porque aunque es totalmente cierto y valioso que hemos luchado por lo que nos robaron desde que nacimos, aún se sigue viviendo en cada esquina, en cada calle, en cada pueblo, en cada ciudad, en cada revista de moda, de ropa, de maquillaje, en cada comercial, en cada iglesia, en cada escuela, en cada canción de reggaetón (y demás mierda que nos ve como objetos sexuales), en cada parámetro para el comportamiento, en cada mujer violada, ultrajada, golpeada, estigmatizada, culpada, satanizada, tildada de puta, de perra, de zorra, de cualquiera, y demás calificativos que la sociedad utiliza para referiste a una mujer libre, a una mujer que disfruta de SU cuerpo con quien quiera y como quiera, en cada parámetro para el comportamiento, en cada modelo de vida, de consumo, de éxito, en la mayoría de argumentos contra el aborto, en todo eso se siguen viendo los estereotipos, las normas morales y los valores para la conducta, la violencia, el feminicidio, la mercantilización del cuerpo, las relaciones de poder, el machismo, el sexismo y el sistema patriarcal. ¡Que sin duda, nosotrxs acabaremos!

Prenderemos fuego a todas sus doctrinas, quebraremos sus reglas, destruiremos sus libros más sagrados, gozaremos de nuestro cuerpo como nos venga en gana, dejaremos de servirle sexualmente a los demás, para empezar a complacernos a nosotras mismas, la masturbación reemplazará las tareas domésticas, -pero ésta nunca será una obligación sino un acto que nace de la libertad, la rebeldía, el amor propio y el placer-, no seguiremos su modelo de vida, no encajaremos en sus moldes, no seremos una pieza más de su maldita máquina hecha de dolor.

Destruiremos todas las cadenas, las cárceles y las imposiciones, todo eso por la sed y las ansias de justicia y libertad, por las ganas y el deseo de hacer resurgir un mundo nuevo.

¡No más esclavitud, no más vergüenza falsa y pudor absurdo, no más dolor, ni culpa, ni arrepentimiento, no más reprimir-nos!

Es ahora o nunca, compañerxs a luchar, a destruir pero sin duda, a construir. 


Fuente: Fuego Insurrecto 

miércoles, 23 de abril de 2014

Contra los Mesías del proletariado (otra respuesta a Jorge Orts)


          Parece ser verdad que el anarquismo está en una tendencia ascendente en estos tiempos. Incluso podemos ver cómo, además de los anarquismos más clásicos, también surgen otros neoanarquismos y postanarquismos. Es más, si somos capaces de analizar mínimamente todas las luchas y movimientos sociales de los últimos años, parece que todas tienen en común, a grandes rasgos, Internet y una sensibilidad libertaria.

            Como es de esperar, al temer que las ideas libertarias tomen fuerza, hay quien tiene la necesidad urgente de atacar dichas ideas. Primero ha sido la policía, con todos esos supuestos casos de (intentos de) terrorismo. Ya vimos el supuesto material peligroso que incautaron los mossos. El primer caso de atacarnos, desde arriba. Pero, recientemente, he leído un comunicado publicado en la web tintaroja.es, de las Campañas de Juventud Comunista, que demuestra otro ataque al anarquismo desde la derecha.

Para empezar, es curiosa la calificación de “oportunista”, ya que el anarquismo no tiene un guía, un gurú, un Mesías o un salvador al que calificar como tal. El oportunismo es una característica individual, como por ejemplo se le puede atribuir a Lenin cuando escribió El Estado y la revolución, haciendo simpatías por todas partes, incluyendo al anarquismo, con tal de llegar al poder y hacerse el dueño del proletariado –a costa también de las posteriores masacres–.

Los viejos conservadores y liberales, solían decir algo así como que con los marxistas se podía discutir, porque iban leídos. Bueno, pues al parecer, el responsable de este comunicado y los que lo apoyan, han roto, para mal, con esa tradición marxista de leer. Es curioso como pone en primer lugar el autodenominado “socialismo científico” y cronológicamente después el anarquismo, además como una corriente idealista. Si hacemos un análisis clásico del socialismo, Proudhon habló de anarquismo ocho años antes de que Marx y Engels publicaran el Manifiesto del Partido Comunista. Y si somos un poco más abiertos, ya hay quien habla de Jean Meslier como anarquista sistemático entre los siglos XVII-XVIII.

Resulta, por otra parte, que… ¡oh, el anarquismo es pequeñoburgués! El texto coincide con las criticas marxistas del siglo XIX, no aporta nada; ni por novedad, ni por contenido. Ahí estaba Marx, no el pequeño, sino el gran burgués de la Internacional, que se la quiso apropiar y fueron los anarquistas los que dijeron que de eso nada. ¿Por qué iba a ser alguien propietario de los trabajadores? Claro, que el pequeñoburgués era Bakunin, quien luchó en las barricadas en Dresde haciendo honor a su discurso.

Se habla del poco peso que tuvo el anarquismo en la clase obrera. Seguramente, no han leído la historia de lo que hoy es el Reino de España. El impacto que ha tenido el anarquismo en la clase obrera del siglo XX, no lo ha tenido ninguna otra. Por lo tanto, ya no vale el argumento de higienismo social de Marx de que es la pequeñaburguesía, o el campesinado, o el lumpenproletariado. Si de algo valió Bakunin, fue por su visión compleja de las sociedades… Por eso en España se le conoció y tuvo influencia antes y mucho más que su contemporáneo Marx. Negar o eludir esto es simplemente desconocimiento histórico y teórico*.  

Estoy algo cansado de que los marxistas más dogmáticos utilicen una y otra vez el concepto de ciencia, cuando ha sido ya refutado mil y una veces. En marxismo no tiene nada de científico, no es una ciencia. Es más, su uso de la palabra corresponde más bien al de la secta de la Cienciología. Este uso del marxismo hace que sea considerado como pseudociencia, algo que, tanto Karl Popper en su tiempo como Mario Bunge en el nuestro han argumentado con una tremenda claridad. Una característica fundamental de la ciencia es que no es estática y, entre otros factores, los cambios de paradigma y la falsabilidad como actitud cuentan mucho. De esto, claro, ni un solo atisbo en el marxismo. ¿Cómo será una ciencia algo que no participa de sus características? Es más, siendo tan contrarias a la ciencia, incluso con sus libros sagrados –El Capital– ¿no sería, más bien, una religión? Si el marxismo es una ciencia, ¿cómo es posible que no haya nada que discutir? ¿Cómo es que hay ya una verdad revelada?

Esta hipótesis, aunque dura y provocadora, entre otras, me permite comprender los ataques inquisitoriales constantes de los marxistas a los libertarios. Así, podemos ver el ansia de control de Marx en la Internacional, el ansia de poder y dominación absolutista de Lenin y Stalin –y demás líderes supremos–, y así vemos el ansia y preocupación de este tipo de comunistas por conservar ese poder simbólico, cultural, que han mantenido por el momento. Eso les convierte directamente, a todos, en conservadores, en reaccionarios.

            Hemos resistido durante siglos, sea ante la policía del Estado, sea la policía de esa “izquierda” con complejo de dominatrix. Y ahora, cuando las ideas anarquistas, libertarias, comienzan a hacerse oír, en todas sus variantes, vuelven a la carga los viejos fantasmas. Pero nosotros no creemos en médiums…

Stuart Mill decía que había que permitir que todo el mundo hablase, no intervenir, ya que el tiempo pondría cada cosa en su lugar. Bueno, pues, que hablen y escriban todo lo que quieran: la sociología actual nos permite decir que las ideas y las prácticas libertarias están en auge y actualizándose y adaptándose a las nuevas realidades. Negadlo y atacadnos, igual que la Iglesia hizo con Galileo.

Salud y libertad.


*No entro a rebatir las oraciones sobre la teoría del anarquismo, porque lo que no es falso, es una malinterpretación. Ocuparía un grueso espacio y no me gusta perder mucho tiempo. Invito tanto al autor del artículo como a los que lo suscriban a leer sobre anarquismo, libros de historia, autores teóricos etc., ya que ahí, si no se lee con prejuicios –difícil tarea–, podrán ver la falsedad de los argumentos planteados. 


(Texto enviado al email en respuesta al texto "El oportunismo anarquista" de Jorge Orts)

El oportunismo leninista (Una respuesta a Jorge Orts)


Es frecuente escuchar que el anarquismo es una corriente similar al marxismo y que solo se diferencian en matices. Pero estamos ante una afirmación totalmente falsa. Desde el nacimiento del socialismo burgués de Marx surgen corrientes reformistas y colaboracionistas que intentan por medio de la conciliación de clases y el parlamentarismo, transformar el socialismo en una ideología funcional a la burguesía y el capitalismo. Desde el momento de la elaboración de la teoría revolucionaria de la conquista del Estado por Marx y reforzada por Lenin, el marxismo se convierte en un enemigo ideológico del proletariado.

El marxismo como pensamiento ideológico toma fuerza a mediados del siglo XIX. Las diversas corrientes que conviven en el marxismo son el fruto del movimiento reaccionario de sectores de la burguesía y del proletariado con ansias de Poder. El marxismo observaba perplejo como el movimiento anarquista crecía y avanzaba a pasos agigantados hacia la revolución social por medio de la influencia de las ideas libertarias en los sindicatos y asociaciones de clase, es por eso que el marxismo ha atacado frecuentemente a las ideas anárquicas, tildando al anarquismo de ideología pequeño burguesa, cuando ellos, los marxistas, con sus partidos reformistas históricamente han servido como una auténtica vanguardia de la burguesía fortaleciendo al Estado y con ello, salvando al capitalismo de su ocaso.

Los marxistas culpan a las malas interpretaciones de Marx del actual estado de cosas y de la decadencia de la antigua URSS,  sin embargo, el estalinismo y la posterior entrega en bandeja de la URSS a los Chicago Boys, no hizo más que demostrar lo que venía advirtiendo Bakunin e innumerables anarquistas acerca de las incoherencias del marxismo  y de la funcionalidad del concepto de Dictadura del Proletariado con el capitalismo: La Dictadura del proletariado se convirtió en una dictadura contra el proletariado y contra la gran mayoría de la población, donde una minoría oportunista decidía en nombre de la mayoría oprimida y explotada por el capitalismo de Estado. Burócratas ilumindados por una divinidad religiosa, donde Dios era Marx y la biblia, los manoseados manuales autoritarios del marxismo.

En 1868 Bakunin entra en la Internacional Socialista con el objetivo de defender las  ideas revolucionarias de las clases oprimidas: la destrucción del Poder político y declarar los medios de producción propiedad colectiva de los trabajadores. Ante esto, Marx y sus compinches inventaron calumnias contra Bakunin, acusándole falsamente de conspirar contra la internacional y de ser un espía ruso. Tales acusaciones se comprobaron que eran una vil mentira de Marx y Engels y que solo buscaban expulsar a los anarquistas de la internacional de los trabajadores y dejar terreno fértil para las luchas reformistas del marxismo.

Es necesario recordar que tanto el anarquismo como el marxismo-leninismo ven necesaria la desaparición del Estado, aunque de forma muy diferente. El marxismo coge al Estado como una entidad que tiene ‘conciencia de sí’ y  que por un simple manual de tinta socialista, la clase que ocupa el Poder del Estado un día ideal y mágico se juntará en asamblea y decretará por fin el comunismo. En cambio, el anarquismo es consciente de que el Estado es una estructura que por su misma naturaleza jerárquica es funcional a los intereses de la burocracia que ocupa el Poder del Estado y que es un sueño idealista de los marxistas la famosa extinción gradual del Estado, ya que dicha extinción paulatina se aleja de todo análisis científico y de la famosa dialéctica de la que tanto hablan los amantes de Marx y el Estado.  



(Texto en respuesta a  El oportunismo anarquista)

sábado, 19 de abril de 2014

Algunas diferencias entre los comunistas autoritarios y los comunistas libertarios

Los comunistas autoritarios se basan en el marxismo y el leninismo. Los comunistas libertarios se basan en el anarquismo y en autores como Kropotkin y Malatesta.

Los comunistas autoritarios desean la conquista del Poder Político y hacerse con el control del Estado. Los comunistas libertarios desean la destrucción del Poder Político y con ello, abolir el Estado y reemplazar la organización jerárquica de la sociedad por la libre federación de personas y grupos sociales.

Considerando lo anterior, los comunistas autoritarios enarbolan la bandera del Poder Popular como estrategia para consolidar un Poder en contraposición al régimen burgués y hacerse con el Poder del Estado para consolidar un socialismo de Estado. En cambio, los comunistas libertarios levantan la idea de la Autogestión social como estrategia revolucionaria para la socialización directa por los mismos trabajadores de los medios de producción y consolidar un socialismo libertario.

Los comunistas autoritarios no niegan necesariamente la construcción del Poder Político paulatino por la vía electoral y parlamentaria. Por el contrario, los comunistas libertarios ven en el camino electoral un mecanismo donde la clase dominante fortalece la dominación y por tanto son abstencionistas activos, es decir, critican activamente el electoralismo fortaleciendo las organizaciones sociales de manera horizontal y no promocionando el principio de autoridad, el intermediarismo y la jerarquía que caracteriza al parlamentarismo y electoralismo presidencial.

Los comunistas autoritarios ven en el sindicalismo una herramienta como trampolín para el Poder del Estado, en cambio, los comunistas libertarios consideran al sindicalismo como una vía práctica hacia la sociedad sin Estado ni capitalismo.

Los comunistas autoritarios desean organizar la economía por medio del Estado, es decir, de arriba hacia abajo, donde la dictadura del proletariado es una dictadura contra el proletariado y donde las decisiones son tomadas por una pequeña burocracia en el Poder. En contraposición, los comunistas libertarios desean organizar la economía sin el Estado, es decir, de abajo hacia arriba, de lo simple a lo complejo, mediante pactos libres entre diversas instancias sociales organizadas horizontalmente.

viernes, 18 de abril de 2014

Consideraciones sobre el Comunismo Libertario


En la región chilena existen serios problemas con la definición de comunismo libertario o anarco-comunismo. Por un lado en ambientes universitarios, el significado de comunista libertario es algo así como ‘un marxista pero no tan leninista como los otros leninistas’, por otro lado, en ambientes que podríamos catalogar como anarquistas con simpatías hacia tendencias insurreccionalistas o individualistas ser ‘comunista libertario’ o ‘anarco-comunista’ significa ser plataformista o directamente ser cercano al FEL. Ambos significados están errados y son fruto de la propaganda confusionista de tendencias marxistas o directamente de la ignorancia. El comunismo libertario o anarcocomunismo es una tendencia histórica del anarquismo y corresponde a una rama económica que ha sido bandera de diversas tendencias anarquistas: grupos de afinidad, federaciones, sindicatos, revistas, individualidades, insurreccionalistas, ecologistas, organizaciones políticas, feministas, etc. El Comunismo libertario o anarco-comunismo son sinónimos, pero también podríamos decir que la finalidad de los anarco-comunistas es vivir en el comunismo libertario, es decir, en una sociedad sin dominación, ni del Estado ni del Capital ni del patriarcado. El comunismo anarquista es muy anterior a la tendencia organizativa llamada plataformismo (tendencia que lleva pocos años en esta región) En Chile el anarquismo nació anarco-comunista, El Oprimido, órgano anarquista con una breve existencia en 1893 ya titulaba en su portada: Periódico Comunista Anárquico. (1)


Presentado de otra forma, podríamos decir que el anarquismo ha tenido tres grandes tendencias económicas: El mutualismo expuesto por Proudhon; el colectivismo anarquista asociado a Mijaíl Bakunin y finalmente, el comunismo anárquico, anarco-comunismo o comunismo libertario, -sinónimos todos- la tendencia económica más aceptada por diversas organizaciones internacionales y conocidos anarquistas como Piotr Kropotkin, Alexander Berkman, Emma Goldman, Rudolf Rocker y Errico Malatesta. Cabe señalar que el llamado anarcoindividualismo también ha presentado a través de diferentes autores algunas propuestas económicas o consideraciones del tipo. Si bien las diferentes tendencias económicas señaladas suponen cada una de ellas métodos diferentes de organización de las personas y distribución de las cosas, no necesariamente quienes han aceptado el comunismo anárquico como método y finalidad, han descartado por completo otros métodos económicos anarquistas, como es el caso de Luigi Fabbri, quien en su magnífica exposición libertaria en el libro Revolución no es Dictadura señala: "Aun en un régimen completamente anárquico estamos persuadidos que, aunque la organización de la producción y del consumo sobre bases comunistas será el tipo dominante y la regla general (y precisamente porque será una regla libre y no obligatoriamente impuesta a todos), no impedirá ella que subsistan —o por voluntad de los individuos o por especiales necesidades del ambiente o del trabajo— formas diversas de organización, colectivistas, mutualistas, etc., y aun algunas formas de propiedad individual, a condición de que ésta no implique sometimiento o explotación de nadie". (2)


El comunismo libertario o anarcocomunismo se distingue de las otras tendencias económicas del anarquismo en el rechazo total al centralismo organizativo de la sociedad y en la completa negación del sistema bancario/monetario. Los anarcocomunistas entienden que para construir una sociedad sin dominación es necesario acabar con la propiedad privada de los medios de producción y con el salario. Ante el egoísmo burgués del sistema salarial, los anarcocomunistas proponen repartir las cosas según las necesidades de las personas y no de acuerdo a la capacidad individual de cada uno para producir, por tanto, podríamos decir que el método económico del comunismo anarquista es una crítica total a la sociedad neoliberal,- y a toda forma de capitalismo- donde rige la meritocracia y el sálvate si puedes. En síntesis, el anarcocomunismo es un método económico y político revolucionario del anarquismo para construir una nueva sociedad, donde el apoyo mutuo expresado en el federalismo organizado entre libres asociaciones de personas  y grupos humanos se constituye como la base para las relaciones sociales, sin Estado y sin capitalismo. 

Algunas diferencias entre los comunistas autoritarios y los comunistas libertarios



Los comunistas autoritarios se basan en el marxismo y el leninismo. Los comunistas libertarios se basan en el anarquismo y en autores como Kropotkin y Malatesta.

Los comunistas autoritarios desean la conquista del Poder Político y hacerse con el control del Estado. Los comunistas libertarios desean la destrucción del Poder Político y con ello, abolir el Estado y reemplazar la organización jerárquica de la sociedad por la libre federación de personas y grupos sociales.

Considerando lo anterior, los comunistas autoritarios enarbolan la bandera del Poder Popular como estrategia para consolidar un Poder en contraposición al régimen burgués y hacerse con el Poder del Estado para consolidar un socialismo de Estado. En cambio, los comunistas libertarios levantan la idea de la Autogestión social como estrategia revolucionaria para la socialización directa por los mismos trabajadores de los medios de producción y consolidar un socialismo libertario.

Los comunistas autoritarios no niegan necesariamente la construcción del Poder Político paulatino por la vía electoral y parlamentaria. Por el contrario, los comunistas libertarios ven en el camino electoral un mecanismo donde la clase dominante fortalece la dominación y por tanto son abstencionistas activos, es decir, critican activamente el electoralismo fortaleciendo las organizaciones sociales de manera horizontal y no promocionando el principio de autoridad, el intermediarismo y la jerarquía que caracteriza al parlamentarismo y electoralismo presidencial.

Los comunistas autoritarios ven en el sindicalismo una herramienta como trampolín para el Poder del Estado, en cambio, los comunistas libertarios consideran al sindicalismo como una vía práctica hacia la sociedad sin Estado ni capitalismo.

Los comunistas autoritarios desean organizar la economía por medio del Estado, es decir, de arriba hacia abajo, donde la dictadura del proletariado es una dictadura contra el proletariado y donde las decisiones son tomadas por una pequeña burocracia en el Poder. En contraposición, los comunistas libertarios desean organizar la economía sin el Estado, es decir, de abajo hacia arriba, de lo simple a lo complejo, mediante pactos libres entre diversas instancias sociales organizadas horizontalmente.


Los comunistas libertarios se organizan horizontalmente, en cambio, los comunistas autoritarios se organizan mediante jerarquías, donde pequeños grupos de personas deciden las cosas importantes de la colectividad.

Para ahondar más en el comunismo anárquico recomiendo una interesante propuesta concreta organizativa de la sociedad anarquista, que a la vez es una completa introducción a la economía del Comunismo Libertario, escrita por el compañero Daniel Ferri Ruiz, haciendo clic aquí  

@tierrarevuelta