lunes, 25 de agosto de 2014

Bakunin, Dios y la religión

Los siguientes fragmentos han sido tomados de la compilación de G.P. Maximoff, la cual pueden consultar haciendo clic aquí (Hasta el momento solo está disponible el primer tomo, el segundo tomo que circula por la red, en realidad es la parte II del primer tomo, si alguien desea digitalizar el segundo tomo, donde se resume el pensamiento de Bakunin relacionado con la sociedad anarquista y la organización político-social revolucionaria- entre otras cosas-, sería un excelente aporte). Las negrillas corresponden al compilador Maximoff. Salud


El amor y la justicia divinos se convierten en azotes de la humanidad. De este modo, la razón —único órgano que posee el hombre para discernir la verdad— al convertirse en razón divina, deja de ser inteligible y se impone a los creyentes como una apelación al absurdo. Entonces el respeto al Cielo se convierte en desprecio hacia la tierra, y la adoración de la divinidad se convierte en menosprecio de la humanidad. El amor humano, la inmensa solidaridad natural que vincula a todos los individuos y pueblos, y que pronto o tarde los unirá a todos haciendo dependiente la felicidad y la libertad de cada uno de la libertad y la felicidad de los demás en una comuna fraternal por encima de todas las diferencias de raza y color, este mismo amor —transmutado en amor divino y caridad religiosa— se convirtió en azote de la humanidad. Toda la sangre vertida en nombre de la religión desde el comienzo de la historia, y los millones de víctimas humanas inmoladas para mayor gloria de Dios, así lo atestiguan...

(...) 

La religión como primer paso hacia la humanidad. En la religión el animal humano, emergiendo de la bestialidad da el primer paso hacia la humanidad; pero mientras siga siendo religioso, jamás alcanzará su meta, pues toda religión le condena al absurdo y, descarriando sus pasos, le hace buscar lo divino en vez de lo humano. A través de la religión los pueblos que acaban de liberarse de la esclavitud natural, donde están hundidas profundamente otras especies animales, vuelven a caer en una nueva esclavitud, en la servidumbre ante hombres fuertes y castas privilegiadas por elección divina

Todas las religiones y sus dioses no han sido nunca más que la creación de la fantasía crédula de hombres que no habían alcanzado el nivel de pura reflexión y pensamiento libre basados en la ciencia. En consecuencia, el Cielo religioso no fue sino un espejismo donde el hombre, exaltado por la fe, encontró mucho tiempo atrás su propia imagen ampliada e invertida, es decir, deificada.

La historia de las religiones, de la grandeza y el ocaso de los sucesivos dioses, no es por tanto más que la historia del desarrollo de la inteligencia y la conciencia colectiva de la humanidad. En la medida en que los hombres descubrían en sí mismos o en la Naturaleza externa un poder, una capacidad de cualquier tipo o especie, se la atribuían a esos dioses, tras exagerarla y ampliarla más allá de toda medida, como hacen los niños, mediante un acto de fantasía religiosa. Así, debido a esta modestia y generosidad de los hombres, el Cielo se enriqueció con los despojos de la Tierra, y como consecuencia natural, a medida que se hacía más opulento, más miserable iba siendo la humanidad. Una vez establecido, se proclamó que Dios era naturalmente el dueño, la fuente y el propietario de todas las cosas, siendo el mundo real sólo su reflejo.

El hombre, su creador inconsciente, se arrodilló ahora ante él reconociéndose a sí mismo como la criatura y el esclavo de Dios. 

El cristianismo es la religión final y absoluta. El cristianismo es precisamente la religión par excellence, porque exhibe y manifiesta la naturaleza y la esencia misma de toda religión: el empobrecimiento sistemático y absoluto, la esclavitud y la degradación de la humanidad en beneficio de la divinidad. Esto constituye el principio supremo, no sólo de toda religión, sino de toda metafísica, como también de las escuelas deístas y panteístas. Al ser Dios todo, el mundo real y el hombre son nada. Al ser Dios la verdad, la justicia y la vida infinita, el hombre es falsedad, iniquidad y muerte. Siendo Dios el señor, el hombre es el esclavo. Incapaz de encontrar por sí mismo el camino hacia la verdad y la justicia, ha de recibirlas como una revelación del más allá, a través de intermediarios elegidos y enviados por la gracia divina.

Pero quien dice revelación dice reveladores, profetas y sacerdotes, quienes tras verse reconocidos como representantes de Dios sobre la tierra, como profesores y guías de la humanidad en su camino hacia la vida eterna, reciben la misión de dirigirla, gobernarla y mandarla en su existencia terrestre. Todos los hombres les deben fe y absoluta obediencia. Esclavos de Dios, los hombres han de ser también esclavos de la Iglesia y del Estado, en la medida en que este último resulta consagrado por la Iglesia. Entre todas las religiones que han existido y existen todavía, el cristianismo ha sido la única que comprendió perfectamente este hecho, y entre todas las sectas cristianas la Iglesia Católica Romana lo ha proclamado y extendido con rigurosa coherencia. Este es el motivo de que el cristianismo sea la religión absoluta, la religión final, y de que la Iglesia Apostólica Romana sea la única iglesia coherente, legítima y divina.

Con todas las deferencias debidas a los semi-filósofos y a los así llamados pensadores religiosos, decimos: la existencia de Dios implica una abdicación de la razón y la justicia humana; es la negación de la libertad humana, y acaba necesariamente en la esclavitud teórica y práctica. 

Dios implica la negación de la libertad. Y si no nos sentimos inclinados a la esclavitud, no podemos ni debemos hacer la más leve concesión a la teología, porque en este alfabeto místico y rigurosamente coherente, cualquiera que comience por la A ha de llegar inevitablemente a la Z, y quien quiera adorar a Dios debe renunciar a su libertad y a su dignidad humana.

Dios existe; luego el hombre es un esclavo.

El hombre es inteligente, justo, libre; luego Dios no existe.

Desafiamos a cualquiera a que evite este círculo; y que cada cual haga ahora su elección. 

La religión está siempre aliada con la tiranía. Además, la historia nos muestra que los predicadores de todas las religiones —salvo los de Iglesias perseguidas— han estado aliados con la tiranía. E incluso los sacerdotes perseguidos, aunque combatiesen y maldijeran a los poderes que los perseguían, ¿no disciplinaban al mismo tiempo a sus propios creyentes, poniendo así los fundamentos de una nueva tiranía? La esclavitud intelectual, sea cual fuere su naturaleza, tendrá siempre como resultado natural la esclavitud política y social.

En sus diversas formas actuales, el cristianismo, y junto a él la metafísica doctrinaria y deísta brotada del cristianismo y que en esencia no es más que teología disfrazada, son sin duda alguna los obstáculos más formidables para la emancipación de la sociedad. Prueba de ello es que todos los gobiernos, todos los estadistas de Europa —que no son ni metafísicos, ni teólogos, ni deístas, y no creen verdaderamente ni en Dios ni en el diablo— defienden apasionada y obstinadamente a la metafísica tanto como a la religión, y a cualquier tipo de religión mientras enseñe, como es su invariable costumbre, la paciencia, la resignación y la sumisión. 

La religión debe ser combatida. La obstinación con que los estadistas defienden a la religión prueba cuán necesario es combatirla y derrocarla.

¿Es necesario recordar aquí en qué medida desmoralizan y corrompen al pueblo las influencias religiosas? Destruyen su razón, el instrumento principal de la emancipación humana, y llenando la mente del hombre con divinas absurdeces reducen a idiocia al pueblo, y la idiocia es el fundamento de la esclavitud. Matan la energía laboral del hombre, que es su mayor gloria y su salvación, porque el trabajo constituye el acto por el cual el hombre se convierte en un creador y da forma a su mundo; el trabajo es el fundamento y la condición esencial de la existencia humana, al mismo tiempo que el medio a través del cual el hombre conquista su libertad y su dignidad humana.

La religión destruye este poder productivo del pueblo inculcando el desdén hacia la vida terrenal en comparación con la beatitud celeste, adoctrinando al pueblo con la idea de que el trabajo constituye una maldición o un castigo merecido, mientras el ocio constituye un privilegio divino. Las religiones matan en el hombre la idea de la justicia, estricto guardián de la hermandad y suprema condición de la paz, inclinando en todo momento la balanza hacia el lado de los más fuertes, que son siempre los objetos privilegiados de la solicitud, la gracia y la bendición divinas. Por último, la religión destruye en los hombres su humanidad, reemplazándola en sus corazones por la crueldad divina. 

Las religiones están basadas sobre la sangre. Todas las religiones están fundadas sobre la sangre porque todas, como es sabido, se basan esencialmente en la idea del sacrificio, es decir, en la perpetua inmolación de la humanidad a la insaciable venganza de la divinidad. En este misterio sangriento el hombre es siempre la víctima, y el sacerdote —también un hombre, pero un hombre privilegiado por especial gracia— es el divino ejecutor. Esto explica por qué los sacerdotes mejores, más humanos y amables de todas las religiones han tenido casi siempre en el fondo de sus corazones —y si no allí, en su mente y en su fantasía (pues conocemos la influencia ejercida por ambas cosas en los corazones de los hombres)— algo cruel y sangriento. Este es el motivo de que los sacerdotes de la Iglesia Católica Romana, de la Rusa y la Griega Ortodoxa, y de las iglesias protestantes, se encuentren unánimemente unidos para preservar la pena de muerte cuando se ha puesto a discusión el tema de su abolición. 

El triunfo de la humanidad es incompatible con la supervivencia de la religión. La religión cristiana se fundó más que ninguna otra sobre la sangre, y resultó históricamente bautizada con ella. Podemos contar los millones de víctimas que esta religión de amor y perdón ha entregado a la venganza de su Dios. Recordemos las torturas que inventó e infligió a sus víctimas. ¿Es que ahora se ha hecho más amable y humana? ¡En absoluto! Conmovida por la indiferencia y el escepticismo, simplemente ha resultado impotente o más bien menos poderosa, pero —desgraciadamente— ni siquiera carece de poder para causar daño. En los países donde, galvanizada por pasiones reaccionarias, la religión proporciona la impresión externa de resucitar, ¿no es el primer movimiento venganza y sangre, el segundo la abdicación de la razón humana, y su conclusión la esclavitud? Mientras el cristianismo y los predicadores cristianos o de cualquier otra religión divina continúen ejerciendo la más leve influencia sobre las masas del pueblo, jamás triunfarán sobre la tierra la razón, la libertad, la humanidad y la justicia. Pues mientras las masas del pueblo estén hundidas en la superstición religiosa, siempre serán instrumentos dóciles en manos de todos los poderes despóticos aliados contra la emancipación de la humanidad.

Este es el motivo de que tenga la mayor importancia liberar a las masas de la superstición religiosa, no sólo por nuestro amor hacia ellas sino en beneficio de nosotros mismos a fin de salvaguardar nuestra libertad y seguridad. Sin embargo, esta meta sólo puede alcanzarse de dos modos: a través de la ciencia racional, y a través de la propaganda del Socialismo. 

Sólo la revolución social puede destruir a la religión. La propaganda del libre pensamiento no podrá matar la religión en las mentes del pueblo. La propaganda del libre pensamiento es desde luego muy útil, indispensable como un medio excelente para convertir a individuos con criterios avanzados y progresivos. Pero apenas será capaz de conmover la ignorancia popular, porque la religión no es sólo una aberración o una desviación del pensamiento, sino que conserva todavía su carácter especial de una protesta natural, viva y poderosa de las masas contra sus vidas estrechas y miserables. Las gentes van a la iglesia como van a una taberna, para embrutecerse, para olvidar su miseria, para verse en su imaginación al menos, durante unos pocos minutos, felices y libres, tan felices como los demás, la gente acomodada. Dadles una existencia humana, y jamás entrarán en una taberna o en una iglesia. Y sólo la Revolución Social puede y debe darles tal existencia.

Mijaíl Bakunin (Las negrillas corresponden al compilador Maximoff)

domingo, 24 de agosto de 2014

Policía montada arrolla a antifascistas en Malmö, Suecia.

En el contexto de la gira por la campaña para las próximas Elecciones Legislativas del 14 de septiembre, los nazis del Partido de los Suecos, antes llamado Frente Socialista Nacional, se reunieron este sábado 23 de Agosto en Malmö, la tercera ciudad de Suecia ubicada en el sur del país. Frente a esto, alrededor de 2000 personas se juntaron para impedir que se realizara el meeting. La policía de Malmö contó con refuerzos de distintas ciudades de Suecia e incluso de Dinamarca. Debido a la brutal represión, alrededor de 20 antifascistas tuvieron que ir a Urgencias, muchos por graves contusiones en sus cabezas y otros porque la policía ordenó a sus caballos correr entre las masas. Una joven de 15 años sufrió una fractura en la columna. Otra persona fue arrollada por un furgón policial y presenta varias fracturas en las piernas. No contentos con ello, la policía impidió entrar a las ambulancias cortando el acceso al hospital, registrando e identificando a quienes necesitaban atención. En la prensa burguesa de Suecia se ha informado sobre la brutal violencia por parte de la policía, sin embargo, existe la seguridad por parte de los antifascitas de que estas acciones quedarán como siempre en la total impunidad.

Un total de 6 personas fueron detenidas y 3 siguen aún retenidos por la fuerza policial. Los hechos de Malmö, ocurren tres semanas antes de las elecciones legislativas del 14 de septiembre y hacen presagiar una tensa campaña electoral ante el auge del fascismo. Llama la atención también cómo la burguesía internacional no duda en enviar refuerzos policiales de otros Estados cuando se trata de reprimir a antifascistas. Sin embargo, los y las compañeras de la región escandinava sabrán resistir frente a las agresiones del fascismo y del Estado al servicio del capitalismo.

La burguesía no tiene fronteras, la resistencia del proletariado tampoco. Los y las compañeras de la región escandinava no están solas en esta lucha.

lunes, 11 de agosto de 2014

Otro aporte al debate sobre el artículo 'Salve a su hija de ser una weona de mierda'

Para leer 'Una respuesta feminista al artículo "Salve a su hija de ser una weona de mierda" de Pame Arce', clic aquí. A continuación comparto una reflexión enviada al email en torno a las reacciones al artículo en mención.

Quiero empezar diciendo que escribo esto desde mi propia ignorancia y que de ningún modo intenta ser un aleccionamiento impositivo. Todo lo contrario, es con todo el cariño posible, pues es mi interés, y el de todas  quienes amamos la libertad, que cada vez avancemos más hacia ella. Comprendo además que, no siendo yo autoridad en la materia, la mayor parte de las personas no está del todo enterada de cómo ha devenido en funcionar el control social. Es por lo demás solo mi opinión  respecto a la publicación misma, pero también respecto a las reacciones que genera este artículo y otros de este tipo.
Hay algo que no estamos viendo en el escrito de Pamearce, que intenta una crítica humorística de la reproducción de determinado estereotipo de persona. Hay quienes han reaccionado a favor y quienes han reaccionado en contra, con liviandad o con gravedad, con risa o con enojo. Pero lo que en general no logramos  cuando surge este tipo de choque de opiniones, es justamente entendernos. Las críticas, aunque bien fundamentadas, generalmente surgen desde un descontento y desembocan en un intento de reproche que no tendrá más efecto que ofender el orgullo del interpelado, ocasionando una negativa a seguir dialogando y en consecuencia el tema principal pasa a segundo plano y lo importante ahora será defender el orgullo. Atacar al otro es una forma efectiva de acabar con el diálogo y no llegar a nada.
Pero la intención última, a pesar de nuestros arranques emocionales, es, con todo el cariño del mundo, hacer ver al otro qué es lo que se le escapa cuando emite determinados juicios valóricos y por qué eso resulta ser dañino y quizás pueda resultar más beneficioso si lo pensamos mejor.
Es preciso entender que una postura saludable para dialogar y llegar a algo no es juzgar al otro de tonto, o malo, etc. Queremos llegar a una verdad que ponga remedio al problema propuesto, y ya que (si nos situamos desde toda humildad y honestidad posible) todos ignoramos todas las aristas que determinados temas tienen, pero a su vez, cada cual puede aportar con la misma humildad un juicio honesto e informado, entonces podemos llegar juntos a dicha solución, apoyándonos mutuamente en vez de competir por quién sabe más o quién detenta esa verdad. Juntos podemos ver quizás toda la dimensión del tema que se está tratando. Lo que necesitamos es educarnos los unos a los otros, indicar aquello que el otro no está viendo y sobre todo las consecuencias de no ver lo que no ve.
Pensemos qué pasa cuando un niño ignora algo y a nuestro juicio se equivoca: la respuesta empática del adulto será indicarle aquello que ignora, y no juzgarlo por ignorar, pues esto último cancelará toda oportunidad de aprender.
Por supuesto, cuando el asunto ya no es un simple diálogo valórico quizás actuar de ese modo no sea lo más efectivo. Pero en el caso del artículo en cuestión, pienso que quizás sí es importante y viene al caso fomentar una conversación. 
La autora hace una crítica humorística de cierto tipo estereotipado de persona ofreciendo soluciones para evitar la reproducción de éstas. Creo entender que la intención es criticar y reír, y de algún modo está bien, pero una vez que la humorada entra al dominio público por medio de un medio de comunicación medianamente masivo, entonces se escapa de las manos. Lo que la autora pasa por alto, ante esta tribuna multiplicada, es que la solución que ofrece vuelve a tropezar con la misma piedra: crea un estereotipo "remozado" desde el anterior estereotipo. ¿Por qué no ve esto? No es "por su culpa", necesariamente. Ni por ello habrá que lapidarla. Para ver su propio error es necesario que haya tenido acceso a un conjunto de conocimientos que nuestra educación formal nos oculta. Entre otras cosas, es necesario saber que lo que a menudo sin saber reproducimos en nuestro pensar y en nuestro sentir es nada menos que la ideología que nos oprime y que esa ideología dominante tiene nefastas consecuencias para la mayor parte de los seres humanos en el mundo y es causante de millares de sufrimientos innecesarios, que de no ser, entre otras causas, por nuestra ignorancia a gran escala, podríamos evitar. ¿Y por qué cometemos esta locura? Por que hay otra parte de la humanidad que se beneficia de ella.
Dicha ideología sirve para someter a determinados humanos bajo los designios de otros: el sometimiento de las clases sociales, de pueblos enteros, etc. Pero el caso que no ve la autora es justamente el que ella intenta abordar: el sometimiento de género. Aquel que por una parte dictamina cuál es a normalidad sexual, y que además tiene por intención poner bajo control ideológico a las mujeres, factor que ha sido históricamente un fundamental en la dominación capitalista.
El truco ideológico básicamente funciona si el que está sujeto a éste no ve que esté sujeto a éste, o bien le parece que eso es "lo normal" y que determinadas conductas están dentro de "lo aceptable" y otras no. En este caso específico, la autora critica determinado sesgo ideológico y contesta con otra versión de éste que paradójicamente sirve de opresión contra ella misma y que por supuesto está oculto a su vista.
Vuelvo a repetir que esto no es individualizable, aislable. No es un ataque directo a la autora, sino que lamentablemente ha devenido en ejemplo de tal conducta. Es algo que nos ocurre en distintos grados a todas y todos. Es este el dilema a resolver, y es tarea de todas y todos.
La invitación es siempre a instruirnos para abandonar aquello que nos oprime, y quizás la intención de la autora era justamente algo por el estilo. Pero la solución no está en presentar una opresión en versión mejorada o más válida a los ojos de "todos". La solución está en acabar con dicha opresión por completo. Para ello necesitamos saber que ninguno de nosotros tiene toda la verdad y lo sabe todo ya, y por lo mismo es necesario iluminar aquello que aún está oscuro, abrir los ojos, ver y rebelarnos. Es nuestra libertad lo que está en juego.

Venezuela: Los burócratas apuntan y el Estado reprime

Hace un tiempo, el payaso que gobierna un trocito del Estado en Venezuela, Nicolás Maduro, frente a un numeroso auditorio y con un guión previamente diseñado en los laboratorios de la propaganda anti-obrera del estatismo, nos regaló un discurso donde criminalizaba a los obreros movilizados de la industria de hierro Sidor, ubicada en Ciudad Guayana. Como buen oportunista al servicio de la burguesía internacional, Nicolás Maduro, aprovechó la ocasión para criminalizar las ideas y prácticas revolucionarias históricas del proletariado, gritando contra los obreros movilizados a los cuales tildaba una y otra vez de 'anarco-sindicalistas' como sinónimo de reaccionarios, creando de este modo ante el pueblo venezolano el odio dogmático contra el anarquismo y en especial contra el anarcosindicalismo. Incluso Maduro insinúa en el vídeo que el anarcosindicalismo trabaja para los intereses de agentes norteamericanos que "andaban por Guayana dando vueltas". Maduro finaliza su oratoria anti-anarquista tratando a los sindicalistas de 'criminales' por ser los culpables de que las familias se queden sin viviendas. En lo personal ignoro si efectivamente hay sindicalistas de tendencias anarcosindicalistas en Sidor, pero lo que me queda más que claro es la grotesca intención del estatismo venezolano por criminalizar al anarquismo.






No me ha sorprendido por tanto, ver hoy 11 de agosto mientras revisaba la prensa internacional, como el Estado venezolano ha reprimido brutalmente a los obreros de Sidor. Es así como el estatismo criminaliza ante el pueblo a los obreros para preparar el terreno fértil a la represión. 


William Castillon obrero de Sidor (del área de palanquilla) herido por los mercenarios del Estado venezolano al servicio del capitalismo.



A continuación comparto un fragmento de la noticia publicada por La.clase.info 


Ciudad Guayana, 11 de agosto de 2014. Trabajadores de la Siderúrgica del Orinoco (Sidor) en este momento están siendo reprimidos por la Guardia Nacional. A tempranas hora de la mañana los sidoristas se habrían concentrado en asamblea en el portón 3 de la acería con el objetivo de movilizarse en los alrededores. La GN habría apostado 8 tanquetas en el elevado de Carbonorca, los trabajadores rechazaron la presencia de los efectivos de la Guardia Nacional y fueron violentamente reprimidos con gases y perdigones.
La información llegada a nuestra redacción confirma que un trabajador fue herido de perdigones, se trataría de William Castillo del área de palanquilla.
Sidoristas enfrentan a GN
Los trabajadores se encuentran apostados en las avenidas adyacentes a Sidor y en el edificio administrativo.
Como se sabe, en el congreso de la central sindical oficialista, el diputado Oswaldo Vera habría ofrecido al presidente Maduro el envío de “50 cuadros” de la central para romper el paro de los sidoristas y reactivar la planta. Esto a solicitud del propio presidente Maduro.
Esta provocación del gobierno causó gran malestar entre los trabajadores de Sidor que luchan por beneficios laborales y por la discusión del contrato colectivo vencido desde hace 4 años.

domingo, 10 de agosto de 2014

Una respuesta feminista al artículo "Salve a su hija de ser una weona de mierda" de Pame Arce.

Las redes sociales se han convertido en un canal más que propicio para compartir reflexiones en torno a diversos temas que constituyen el eje de nuestras sociedades. Por eso, no es de extrañar que los discursos cuestionadores en materia de género y crianza gocen de considerable aceptación entre un público ansioso por “consumir la crítica”. Sí, se trata sólo de consumir la crítica cuando no se sobrepone a ese ejercicio un abordaje también cuestionador y propositivo. Por ello, hay razón en esa dolorosa aseveración que escuché alguna vez en boca de un compa: “Nos venden la cultura y también la contracultura”.

Hace días topé por la web con un post titulado “Salve a su hija de ser una weona de mierda”, artículo firmado por la bloguera Pamela Arce, el cual pueden leer haciendo clic aquí. En principio habría que reconocer que los cuestionamientos de base que eleva Pamela Arce son aceptados por la mayoría de sus lectores porque, de hecho, se sostienen sobre observaciones constatables: La construcción de una ‘femineidad’, la imposición de estereotipos de género, configura una imagen de mujer vulnerable y terriblemente ‘rosa’. Y si bien eso es cierto, no debemos dejar de reconocer también que la sátira de Pamela Arce eleva un moralismo heterocéntrico y con cierto tufillo misógino. Por una parte, la autora reconoce que han sido las mujeres las principales receptoras de las críticas en torno a la crianza de los hijos. Pero por otro lado, no se atreve a poner en cuestión ese rol impuesto sino que lo asume como natural y eleva sus observaciones críticas dirigidas a otras madres criadoras. Madres criadoras de niñas. Niñas, por supuesto, que habrán de responder a lo que socialmente significa ser niñas, aunque no se vistan del rosado que incomoda tanto a Pamela. Son entonces las madres las ‘culpables’ de que las niñas sean ‘weonas de mierda’. Ni los padres ni el sistema capitalista y patriarcal pintan allí. Para Pamela todo se reduce a que ciertas mujeres ‘no están haciendo bien su trabajo’.

Pamela Arce afirma: “Por lo que he conversado con amigas y conocidas que tienen hijos e hijas, criar a uno y a otro es muy diferente. Así como las que tenemos niños podemos evitar que sean machistas, frescos, violentos, entre otros, las mamás de niñas podrían hacerle un gran favor a la humanidad y criar sin tanta maña a sus hijas.” Según esta autora, lo que cabe siempre será criar “niños” y “niñas”, un binomio diferenciado que sea capaz de continuar perpetuando la sociedad heteropatriarcal. Ella hará su parte para que su “niño” no sea tan “macho”, pero de seguro gozará al decir de acá a unos años: “Amarren a sus vacas, que mi toro anda suelto”. Y entonces las madres criadoras de las ‘weonas de mierda’ tendrán que salir al trote para seguir cuidando de sus frágiles crías.

El amor propio de las “niñas”, según Pamela Arce, deberá consolidarse -palabras más, palabras menos- con:

  • La prohibición de escuchar a Arjona. La autora no hace una crítica de las letras misóginas del cantautor sino que invita a las mujeres a dejar de exigir imposibles y quejarse de las mentiras de los machos. Pamela Arce nació de la cabeza de su padre.
  • La prohibición del llanto. Las niñas lloran para manipular y el resultado sólo será para ellas arrugas y bolsas en los ojos, un desmedro visible de su único capital: el cuerpo.
  • El abandono de las aspiraciones monárquicas. Porque según Pamela Arce, en este mundo las princesas de verdad, como la Leticia o la Bolocco, ‘sufren’. Sufren mucho estas mujeres de las clases poderosas porque deben leer las noticias, se ponen nerviosas, les da anorexia y son acosadas hasta cuando quieren tomar el sol. “Mejor pasar piola de plebeya”, dice Pamela y una ha de suponer que si las princesas ‘sufren’ tanto, las mujeres del vulgo seguro no tienen que leer noticias ni ser noticias, no sufren de los nervios, comen sin complejos y se lo pasan tomando el sol en las playas. ¡Sí, seguro!
  • Reconocer que maquillaje, fotoshop y dietas pueden hacerte ver “mejor de lo que son en la vida real”. Según la perspectiva de la ‘graciosa’ autora coleccionista de revistas de moda, estar ‘bien vestida’, maquillada y fotoshopeada es una opción que no garantiza algo de suma importancia: gustarle a los hombres. Porque según ella, ese modelo andrógino de las revistas no es atractivo para las masculinidades. A los hombres-hombres, diría Pamela Arce, deben gustarle las mujeres que parecen mujeres. Rafael Correa la aplaudiría de pie.
  • Si las niñas se pelan las rodillas, hay igualdad. Porque según Pamela, los niños son naturalmente sucios, bruscos, gritones y “comen lo que quieren” (¡Eso será para los niños de tu clase, Pamela!). Y que las niñas dejen de ser “cuidadosas” y abandonen un poco su valiosa “femineidad” para ensuciarse, subir a un árbol y pelarse las rodillas con un niñito, las hará “conocer cómo funciona la mente masculina” (¡). Para Pamela Arce, “el mundo es mixto”. No diverso, no, “mixto”, que quiere decir aburridamente dividido entre “hombres” y “mujeres”.
  • Consumir mucha basura en colores varios. Porque para Pamela, clienta re pussy de Victoria’s Secret, para las niñas está bueno comprar mucho, siempre y cuando no sea sólo en color rosado.
  • Asumir que el amor duele y que implica alejarse de las amigas. Es una pena además porque “no es para siempre”. Desde este punto de vista, el amor sólo puede ser romántico. Pamela pretende cuestionar el amor a través de la imagen que según ella ofrece Hello Kitty. Pero su intención se diluye en un par de preguntas sin ninguna vinculación coherente: “¿qué es eso de ser tan cabezona y no tener boca? ¿Tuvo mino alguna vez la ridícula?” Nos preguntamos: ¿Hay que ‘tener boca para “tener mino”’ o nos perdimos de algo?
  • Hay que vivir la sexualidad “con la mayor naturalidad”. Esto es, según la autora: “No queremos frígidas ni adictas al pene. Todo extremo hace daño.” Desde este punto de vista, hay una forma “natural” de vivir la sexualidad (¡la heterosexualidad!). Lo demás, es digno de estigmatización.
  • Asumir ciertos “códigos” para ser “mejores mujeres”. Esto es indispensable porque así, según Arce, “evitaríamos que de veinteañeras anduviesen mirando pololo ajeno, pelándose entre mujeres y traicionando a la mejor amiga de pura caliente y vanidosa.” Así, cada mujer sabrá que ‘su’ pololo es sólo ‘suyo’ y tendrá amigas a las cuales será totalmente leal porque no se impondrá entre ellas la calentura ni la vanidad. Sí, porque las mujeres siempre compiten por hombres y si cada una se apropia solo de uno, todo estará en sana paz. ¡Sororidad al fin!

Hasta aquí hemos querido hacer frente a los razonamientos de Pamela Arce para contribuir a un abordaje crítico de un texto que se ha hecho viral en las redes sociales gracias a su difusión a través de un medio de amplio alcance como lo es El Ciudadano. Creemos que en la medida en que nos comprometamos con una lectura de este tipo de textos podremos encender un alerta para que la lucha y propaganda feminista no se diluya en un mar de discursos liberales, burgueses y heteropatriarcales sino que profundice en su comprensión de una sociedad dividida en clases sociales que impone un sistema económico capitalista y cultural patriarcal.



Apuntes de Mijaíl Bakunin contra los antisociales

El hombre es un animal social*

Surgiendo de la condición del gorila, el hombre sólo llega con dificultad a la conciencia de su humanidad y a la realización de su libertad. Al comienzo carece de libertad y de conciencia; llega al mundo como una bestia feroz y un esclavo. Sólo se humaniza y emancipa progresivamente en el interior de la sociedad, que precede necesariamente a la aparición del pensamiento, el lenguaje y la voluntad del hombre. El hombre sólo puede conseguirlo mediante los esfuerzos colectivos de todos los miembros pasados y presentes de su sociedad, que por eso mismo es la base natural y el punto de partida de su existencia humana.

De aquí se deduce que el hombre sólo realiza su libertad individual completando su personalidad con la ayuda de otros individuos pertenecientes al mismo medio social; sólo puede conseguirlo gracias al trabajo y al poder colectivo de la sociedad, en ausencia de los cuales el hombre sería sin duda el más estúpido y miserable de todos los animales salvajes que viven sobre esta tierra. Según el sistema materialista, que es el único sistema natural y lógico, la sociedad crea la libertad del individuo, en vez de reducirla y limitarla. La sociedad es la raíz, el árbol de la libertad, y la autonomía es su fruto. En consecuencia, el hombre ha de buscar siempre su libertad al final de la historia y no al comienzo, y podemos decir que la emancipación verdadera y completa de todos los individuos es el verdadero y gran objetivo, el propósito supremo de la historia.

Mijaíl Bakunin

* Subtítulo del compilador Maximoff


Título de la entrada por N&A

sábado, 2 de agosto de 2014

El día en que la policía creó un medio de comunicación anarquista para fomentar el terrorismo

En el libro 'Memorias de un revolucionario', obra de un vasto valor histórico, Piotr Kropotkin relata diversas situaciones de su vida y de cómo la policía fabricaba constantes empresas para desarticular y desacreditar al movimiento anarquista. A continuación comparto algunos fragmentos que me llamaron especialmente la atención y que considero importante difundir ya que estas situaciones están, literalmente, a la orden del día. 

Cuando estaba trabajando con Eliseo Reclus en Clarens, acostumbraba a ir a Ginebra a presenciar la tirada de Le Révolté, y un día, al llegar a la imprenta, me dijeron que un caballero ruso deseaba hablarme. Ya lo había hecho con mis amigos, y les indicó que venía con propósito de inducirme a publicar en Rusia un periódico de la índole del nuestro, ofreciendo para tal fin el dinero necesario. Fui a encontrarlo en un café, donde me dio un apellido alemán: el de Tohnlehm, y me dijo que era natural de las provincias del Báltico; jactábase de poseer una gran fortuna invertida en ciertas fincas y empresas industriales, y se hallaba muy disgustado con el gobierno ruso por su proyecto de rusificación. La impresión que en general me produjo fue, hasta cierto punto, indeterminada; así que mis amigos insistían en que aceptara su ofrecimiento; pero su aspecto, sin embargo, dejaba algo que desear.


Del café me llevó a sus habitaciones del hotel, donde empezó a mostrar menos reserva y aparecer tal como era, y por consiguiente, más repulsivo. No pongáis en duda mi fortuna -me dijo-; tengo además un invento de importancia, del que pienso sacar patente y hacer que me produzca una suma respetable, dedicándolo todo a la causa de la revolución en Rusia y me enseñó, con gran sorpresa mía, un candelero que sólo se distinguía por lo feo, y cuya originalidad consistía en tener tres pedacitos de alambre destinados a recibir la vela. Ni la mujer más pobre habría encontrado el invento útil, y aun cuando se hubiera registrado, ningún industrial hubiese dado por la patente más de cincuenta francos. Un hombre rico, pensé, no es posible que espere nada de semejante mamarracho; al hacerlo, indica claramente que no ha visto nada mejor, lo que me hace creer que no existían tales carneros, e indudablemente no tenía de rico más que el nombre, no siendo suyo el dinero que ofrecía, por lo que decidí hablarle de la siguiente manera: Perfectamente; si tanto deseáis tener un periódico revolucionario ruso y habéis formado de mi la favorable opinión que habéis expresado, tenéis que depositar vuestro dinero en un banco, a mi nombre y a mi entera disposición. Pero os prevengo que no tendréis en él intervención alguna. Desde luego, así se hará -dijo él-; mas podré verlo, daros mi opinión sobre su marcha y ayudaros a introducirlo de contrabando en Rusia. No -repliqué-, nada de eso; no necesitaréis verme para nada. Mis amigos se figuraron que yo había estado muy duro con tal sujeto; pero algún tiempo después se recibió una carta de San Petersburgo, previniéndonos que recibiríamos la visita de un espía de la Sección Tercera, llamado Tohnlehm. El candelero nos fue, pues, de alguna utilidad.

 
Ya sea de un modo u otro, esta gente siempre se da a conocer. Estando en Londres, en 1881, recibimos una mañana brumosa la visita de dos rusos; conocía a uno de ellos de nombre, pero no al otro, a quien éste recomendaba como su amigo. Y según dijeron, el último se había ofrecido para acompañar al primero en una visita de varios días a Londres. Como su introductor había sido un amigo, no me inspiró la menor sospecha; pero como estaba muy ocupado aquel día, encargué a un amigo que vivía cerca que les toma habitaciones y los acompañara a ver Londres. Y como mi mujer no había visto tampoco la capital, fue con ellos; mas al volver por la noche me dijo: Ese hombre no me gusta nada; mucho ojo con él. ¿Pero por qué? ¿Qué ha ocurrido? -le pregunté-. Nada, absolutamente nada -me replicó-; pero por el modo de tratar al camarero en el café y la manera de andar con el dinero, vi, desde luego, que no era de los nuestros, y no siéndolo, ¿a qué viene en busca nuestra? Creía tanto en lo justo de sus sospechas que, sin dejar de cumplir sus deberes en cuanto a la hospitalidad, se manejó de tal modo que no lo dejó solo en mi estudio ni una vez siquiera. En nuestra conversación con él se mostró a tan bajo nivel moral, que hasta avergonzó a su compañero, y al pedir más antecedentes suyos, la explicación que dieron ambos no tuvo nada de satisfactoria, lo que dio lugar a que los dos estuviéramos en guardia. Por último, a los dos días se fueron de Londres, y quince días después recibí carta de mi amigo, llena de excusas por haber presentado a un joven que, según había descubierto en París, era un espía al servicio de la embajada rusa. Esto me hizo fijar la vista en una lista de agentes de la policía secreta rusa que prestaban servicio en Francia y Suiza, que los emigrados habíamos recibido del Comité ejecutivo, que tiene ramificaciones en todo San Petersburgo, y hallé en ella el nombre del joven sólo con una letra alterada.


El lanzar un periódico subvencionado por la policía, con un agente de ésta a su frente, es un antiguo plan, al que recurrió el prefecto de policía de París, Andrieux, en 1881. Estaba yo pasando unos días en casa de Reclus, en la sierra, cuando recibimos una carta de un francés, o mejor dicho un belga, en la que nos anunciaba que iba a publicar un periódico anarquista en París, y pedía nuestra colaboración.


La carta, que rebosaba de elogios, nos produjo una desfavorable impresión, y además Reclus tenía un vago recuerdo de haber oído el nombre del autor mezclado en un asunto poco edificante. Decidimos, pues, negarnos a ello, y yo escribí a un amigo de París, encargándole que se enterará de dónde procedía el dinero destinado a tal empresa, porque pudiera ser de los orleanistas, recurso al que habían apelado éstos en otras ocasiones, razón por la cual deseábamos conocer su origen. Y el amigo referido, procediendo con una rectitud de obrero, leyó dicha carta en un mitin, en presencia del mismo interesado, quien pretendió agraviarse, por lo que tuve que escribir otras varias sobre el mismo tema, pero en todas ellas permanecí aferrado a esta idea: Si el hombre es de buena fe, comprenderá que debe mostrarnos la fuente del dinero, de lo contrario no es revolucionario y no podemos tener con él ninguna relación.
 
Y esto fue lo que hizo al fin de cuentas. Acosado por tanta cuestión, dijo que el dinero procedía de su tía, una señora rica, de opiniones retrógradas que, dominada, sin embargo, por el deseo de tener un periódico, lo había proporcionado. La señora no se hallaba en París, sino en Londres, y como insistiéramos, no obstante, en tener sus señas, las obtuvimos por último, y nuestro amigo Malatesta se ofreció a ir a verla, lo que efectuó acompañado de un amigo italiano que tenia algunas relaciones en el comercio de muebles de segunda mano. La hallaron ocupando un piso bajo, y mientras Malatesta hablaba con ella, convenciéndose cada vez más de que todo era una comedia, el otro, fijándose en el mobiliario, descubrió que éste había sido alquilado el día antes, probablemente en un almacén próximo, pues el membrete del negociante aun estaba pegado en las sillas y mesas. Esto no era una prueba concluyente, pero, sin embargo, vino a aumentar nuestras sospechas, negándome yo en absoluto a tener nada que ver con la publicación.


El periódico era de una violencia exagerada: incendios, asesinatos y bombas de dinamita, era todo de lo que se ocupaba. Cuando fui al congreso de Londres encontré a dicho individuo, y desde el momento que vi que no se lavaba la cara, oí algo de su conversación, y me hice cargo de la clase de mujeres que lo acompañaban, mi opinión respecto de él quedó formada. Durante el congreso presentó una serie de proposiciones espeluznantes, y todos se mantuvieron alejados de él. Después, cuando insistió en que le dieran las direcciones de todos los anarquistas del mundo, la negativa no pudo ser más significativa.




Para abreviar, diré que a los dos meses fue desenmascarado, suspendiéndose el periódico al día siguiente para no aparecer más. Dos años después de esto, el prefecto de policía, Andrieux, publicaba sus memorias, en cuyo libro aludía al periódico referido, que había sido obra suya, así como las explosiones que sus agentes habían organizado en París, colocando latas de sardinas, llenas de cualquier cosa, bajo la estatua de Thiers.


Piotr Kropotkin 


Fragmentos tomados del libro 'Memorias de un revolucionario' 

Otros Artículos y libros de  Piotr Kropotkin