viernes, 16 de mayo de 2014

Venezuela: A derrotar la élite "libertaria" y a crear grupos de afinidad


Los últimos meses he observado la realidad del movimiento social en Venezuela con gran preocupación. Por una parte, por el latente peligro de intensificación de la violencia social (Tanto de la burguesía reaccionaria como del Estado opresor) que puede ser fácilmente canalizada por tendencias sediciosas cercanas al fascismo y a los partidos estatistas y/o neoliberales, y por otra, por la escasa crítica contra el gobierno, el Estado y el capitalismo desde un discurso anarquista, ya que lamentablemente el control mediático en Venezuela y desde Venezuela hacia la comunidad anárquica nacional e internacional está monopolizado por el órgano liberal “El Libertario de Venezuela”, o lo que es casi lo mismo, por el burócrata de ONG, Rafael Uzcátegui, principal gestor y editor de dicho Periódico, que, sin duda, ha hecho importantes aportes comunicacionales, sin embargo, el último tiempo ha agitado en favor de la burguesía de derecha desde un lenguaje ciudadanista democrático-burgués, llegando incluso a exigir mediante el sitio virtual de El Libertario, la intervención de la OEA en Venezuela, entre muchos otros comunicados y manipulaciones que se alejan radicalmente de los principios y finalidades del anarquismo. 


Por todo lo anterior, con gran alegría he recibido la noticia de un nuevo núcleo anárquico en Venezuela llamado  Colectivo Zona Libertad - nuevo al menos para mí- desde el blog Gargantas Libertarias, donde les compas llaman sin complejos a derrotar la élite "libertaria" y a crear grupos de afinidad, texto que comparto a continuación (N&A):


Los grupos de afinidad no son mas que colectivos de individuos que se articulan para elaborar determinadas actividades con las cuales dichos individuos se sienten identificados, ha sido un método muy usado por anarquistas, para el anarquismo, (por su coherencia entre discurso y practica). La dinámica del mundo nos guste o no la marca los individuos organizados, los grupos de afinidad permiten unir esfuerzos. En nuestro país donde la devaluación, la delincuencia, la inflación, afectan de manera mas dura el desarrollo de actividades libertarias, se hace necesario agruparnos, es manera de enseñar-aprendiendo a la sociedad general que es posible estar organizados sin jefes ni amos, basados en el apoyo mutuo y en los acuerdos libres.



Un grupo de afinidad puede tener dos individuos, veinte o cincuenta, el numero no es la finalidad se trata de potencializar acciones, de NO quedar aislados, ya que organizados podemos responder mas contundentemente a los abusos del poder, a la amenaza del fascismo, organizados LAS EXPERIENCIAS NO SE PIERDEN, y se puede plantear objetivos mas elaborados. Los grupos de afinidad permiten los debates constante a medida que se realizan acciones, y las finalidades de cada grupo la planteara su gusto: Elaboración de libros, periódicos, ecología, lucha obrera, acción comunitaria, o un poco de todo.



No podemos ser tan ingenuos como para creer que nuestras acciones (si estan realmente destinadas a la organización de la revolución social) pasaran desapercibidas por la clase opresora, que al ver nuestras actividades se quedara con los brazos cruzados, los opresores al notar que el Anarquismo se hace cada vez mas fuerte, atacara, el Poder descargara toda su maquinaría de represión y sabotaje, y aquí otra cualidad de los grupos de Afinidad por su dinámica resultara muy complejo que podamos ser infiltrados por los tentáculos del poder, esta no es nuestra actualidad, el Anarquismo en Venezuela es muy insignificante como para preocuparnos seriamente por esto (aunque nunca se puede descartar del todo) sin embargo lxs muchxs compañerxs que andan dispersos por todos lados seguro avanzan hacia cambiar esta realidad y por lo tanto lo mejor es estar preparados. 



En un país sin una relevante tradición o historia anarquista, nos ha tocado empezar de cero, idear acciones, darnos coñazos buscando la manera de relacionarnos, crearnos la autodisciplina en colectivo (cosa que estamos muy lejos de tenerla) todo cuesta arriba... toda esta situación ha permitido que grupos como el periódico El Libertario o el parapeto institucional (ya extinto) como lo fue la efímera FARV (mas nombre que otra cosa) impongan su visión cegadas sobre la realidad del país camuflajeando opiniones interesadas como análisis del anarquismo venezolano, sumiéndonos mas en la falsa polarización (creadas por dos burguesías que se disputan el control del estado) y vinculando al anarquismo a la lógica capitalista-estatal, quedamos así entre dos minúsculos grupos élites que se han tomado una vocería que no merecen, Nadie puede representarnos, pero estas situaciones suceden precisamente por nuestra incapacidad para estar coordinados.



Nuestro fracaso expresado en un nulo reflejo social tiene que ser asumido, El anarquismo no es de niñxs mimadxs incapaz de asumir responsabilidades, no somos (o no deberiamos ser) mediocres del esfuerzo, que en este tiempo de crisis no podamos sacar de nuestra fuerza (aún inexistente) alguna propuesta libertaria y autónoma tiene que llamarnos a la reflexión, no para lamentarnos sino para actuar y solventar nuestras fallas.



Como decía un viejo compañero, "todos nuestros problemas se resuelven estando organizados" sin practica revolucionaria las teorías solo sirven para almacenar el polvo, asumamos compañerxs el compromiso! que siempre son buenos tiempos para propagar LA IDEA, rechacemos aquellos que quieren seguir manteniendo al anarquismo sectarizado, elitesco, que al igual que los plataformistas y los postmodernos usan nuestros conceptos para vaciarlos de contenido y promover un "anarquismo" adaptado, sumiso, inofensivo, REGRESEMOS LA ANARQUÍA a quien la creo, NOSOTRXS la clase oprimida!


A desechar las ilusiones y a preparar la Revolución.



Colectivo Zona de Libertad.

lunes, 12 de mayo de 2014

No es cuestión de purismo, sino de coherencia entre fines y medios


Es ya habitual encontrarnos con adjetivos como ''purista'' o ''sectario/a'' siempre que se critican algunas posturas que toman ciertos colectivos ''libertarios'' u organizaciones denominadas ''anarcosindicalistas'' sin que nadie se haya parado a reflexionar sobre dichos argumentos.

Hay una gran diferencia entre las acusaciones de unes y otres, pues ''purista'' se utiliza de forma despectiva y peyorativa, ya que el anarquismo carece de biblia y gracias a ello cada corriente ha sido superada o mejorada por la que la ha sucedido. Mientras que ''reformista'', guste o no, es una postura política que renuncia a los principios más elementales de una ideología.

Las palabras comodín purista o sectario/a son los típicos argumentos de ciertas corrientes posibilistas y/o reformistas para intentar justificar sus contradicciones, acusado a los sectores fieles a sus principios, tácticas y finalidades de inmovilistas y que no quieren salir del ghetto apartándose de toda realidad. Quedando desmontado y demostrado que para participar en los movimientos sociales o laborales no hace falta renunciar a las propuestas más básicas de una ideología ni tampoco camuflar o rebajar el discurso, pues esto haría vaciar de contenido el mensaje, crear confusión y uniformarlo con otras tendencias contrarias, lo que posibilitaría que dichas tendencias fortalezcan sus discursos y tomen las riendas capitalizando las protestas.

Nuestro discurso debe llegar íntegro y con todos sus matices, no adulterado o suavizado, lo que generalmente sólo le hará incomprensible. Como tampoco hay que renunciar a los principios, porque cuando se renuncia a ellos, se acaba renunciando al anarquismo bajo el todo vale.

No es un asunto explícito de terminología, sino de práctica. Hablar de coherencia con los principios no significa que hagamos del anarquismo un dogma. Como he dicho más arriba: el anarquismo carece de libro sagrado.

Negarse a participar y criticar a las organizaciones que, aun autoproclamándose libertarias o anarcosindicalistas, participan en las instituciones que impone el Estado para tener controlada, desmovilizada y adiestrada a la clase trabajadora (quien paga manda) no es purismo, es coherencia.

Autoorganizarse y aplicar la acción directa, lejos de comités o parlamentos y sin delegar en liberados/as o políticos/as  no es purismo, es coherencia.

Si renunciamos al electoralismo y al parlamentarismo político, ¿por qué al renunciar al modelo sindical estatista, que consiste en trasladarlo a la empresa, se nos acusa de sectarios/as y puristas?*

¿Cómo es posible que dos modelos sindicales tan opuestos como son el oficialista y el anarcosindicalista puedan complementarse en organizaciones que dicen ser de síntesis y prácticas en base al anarquismo? ¿No es esto una renuncia a la acción directa, horizontalidad y autogestión, es decir, al anarcosindicalismo mismo?**

Por lo tanto, no es cuestión de anarcómetros y sectarismos, simplemente es anarquismo.

''Alejarse –aun en circunstancias excepcionales y por breve tiempo– de la línea de conducta que nos han trazado nuestros principios, significa cometer un error y una peligrosa imprudencia. Persistir en este error implica cometer una culpa cuyas consecuencias conducen, paulatinamente, al abandono definitivo de los mismos''.   
Sébastien Faure - La pendiente fatal.

''Para alcanzar sus fines, la organización anarquista debe estar en armonía, en su constitución y forma de operar, con los principios del anarquismo''.                    Errico Malatesta - Un plan de organización anarquista.

''Tus fines deben determinar los medios. Medios y fines son en realidad la misma cosa: no puedes separarlos. Son los medios los que configuran tus fines. Los medios son las semillas que brotan luego como flores y se transforman en frutos. El fruto será siempre la naturaleza de la semilla que plantaste. Recogerás lo que siembres''.  
Alexander Berkman – El ABC del Comunismo Libertario.



                                                                                                                                                                             



F. Fernández

sábado, 10 de mayo de 2014

Breve: Anarquismo y autogestión

La anarquía es la convivencia y el disfrute que nace y se desarrolla a partir de las relaciones interpersonales signadas por la libertad y horizontalidad; relaciones en las que todos y todas somos iguales y libres porque todos somos igualmente libres. Para lograr esto, las anarquistas deseamos construir una sociedad donde cada individuo sea el hacedor de su destino, donde el apoyo mutuo, la solidaridad, el amor libre, la ciencia y las artes sean el pan de cada día y no los dogmas, los prejuicios y las ambiciones.

El anarquismo es una idea que viene gestándose desde cientos de años, pero adquiere forma, discurso y programa político en el seno de la clase trabajadora en la segunda mitad del Siglo XIX al calor de la lucha de clases. (1)

En pocas palabras podríamos decir que el anarquismo es un movimiento social que se opone a que unas personas dominen a otras. En este sentido, involucra muchas actividades relacionadas con una convivencia libre sin Estado ni capitalismo ni patriarcado, donde los tratos en igualdad son las bases de los vínculos y la producción de las cosas, ejerciendo para ello la autogestión, es decir, la organización económica y social mediante una ética anarquista.

La autogestión anarquista no solo se expresa en la tarea específica del trabajo y el estudio, sino que también en las decisiones de cómo desarrollar las distintas actividades y los trabajos: qué producir, dónde producir y cómo producir. En otras palabras, la autogestión no solo es producción sino que involucra el ámbito de las decisiones y otras relaciones sociales no necesariamente asociadas al ámbito laboral.

La autogestión no es economicista, es decir, no se enfoca en el trabajo para la producción autómata, ni mucho menos bajo un afán acumulativo/competitivo, sino que está orientada desde y para la libertad a través de relaciones en igualdad. 

En la autogestión anarquista, la competencia que reina en la sociedad capitalista es reemplazada por la solidaridad, y el poder político es reemplazado por las fuerzas productivas organizadas en federaciones de individuos y asociaciones de diversa índole. Para ello juega un papel de vital importancia el sindicalismo y la organización comunitaria, y como motor, la organización de los y las anarquistas, para así difundir con mayor facilidad y continuidad las ideas y prácticas históricas del anarquismo e influir con contundencia de manera libertaria en las luchas actuales contra el capitalismo, el patriarcado y otras formas de dominación.

La autogestión es una relación anárquica del individuo con las cosas y la sociedad que se funda en el libre trato, donde las relaciones de poder son reemplazadas por relaciones de igualdad/horizontalidad, donde los objetos dejan de ser mercancías, pasando a ser herramientas para el uso y disfrute social.

Se suele reducir el concepto de autogestión a actividades como vender comida hecha en casa en las calles, ser artesano o cualquier trabajo por cuenta propia. Aunque muchas de éstas actividades tengan nobles y necesarias motivaciones, no corresponden a un ejemplo en el que la autogestión se exprese con plenitud, ya que lamentablemente en ésta sociedad burguesa los medios de producción son privados o del Estado y quienes más se benefician con la elaboración y distribución de las cosas son las personas de las clases dominantes, es decir, los capitalistas, los dueños de los bancos y los altos administradores del Estado o quienes tienen cargos de Poder y capacidad de decisión sobre otros. 

También es importante señalar que para concretar la autogestión anarquista es indispensable un cambio radical en la sociedad, y para ello es necesario socializar los medios de producción a través de una revolución social donde las clases oprimidas y explotadas se enfrenten al Estado y reemplacen los aparatos de dominación y las organizaciones jerárquicas de la sociedad por nuevas formas libertarias de convivencia mediante la acción directa y el federalismo libertario. 

Considerando lo anterior, 
podríamos concluir que la autogestión en el ámbito productivo se expresaría en la socialización de los medios de producción, y por consiguiente, en la abolición de la propiedad privada. Dicho de otro modo, para los anarquistas la autogestión implicaría necesariamente socializar los medios de producción, es decir, que las comunidades de forma asamblearia decidan sobre sus propios asuntos, sean políticos, económicos o sociales. Esto difiere de los objetivos de los socialistas de Estado, pues para ellos socializar los medios producción significaría trasladar la administración de los medios de producción desde un control privado a un control estatal.

En resumen, la autogestión es la forma económica revolucionaria específica del anarquismo que nace desde la igualdad y para la libertad y no desde las jerarquías y la dominación. La autogestión anarquista además de económica, al involucrar el ámbito de las decisiones y la organización, también es política y por tanto, social. 

El anarquismo será mediante la autogestión o no será.

A continuación, comparto un breve y práctico texto de Ángel Cappelletti, en el que se explica cuáles son las principales formas de confundir el concepto de autogestión y otras consideraciones  para la correcta concepción del término.



(1)             Para estudiar el origen milenario del anarquismo recomiendo el texto El anarquismo y su definición para la enciclopedia británica de Piotr Kropotkin; También el prólogo de Bert F. Hoselitz para el compilado de textos de filosofía política de Mijaíl Bakunin I y II a cargo de G.P. Maximoff. Del mismo modo, es muy recomendable el libro La prehistoria del anarquismo de Ángel Cappelletti.

Consideraciones sobre la autogestión - Ángel J. Cappelletti 

Si algún concepto práctico y operativo pudiera sintetizar la esencia de la filosofía social del anarquismo, éste sería el de la autogestión.

Así como el mismo Proudhon, que utilizó por vez primera la palabra anarquismo, dándole un sentido no peyorativo y usándola para designar su propio sistema socioeconómico y político, pronto prefirió sustituirla por otra (mutualismo, democracia industrial, etc.) que tuviera un significado positivo (y no meramente negativo, como «an-arquismo»), hoy podríamos considerar que el término «auto-gestión» es un sinónimo positivo del «anarquismo». Sin embargo, tal equivalencia semántica no se puede establecer antes de haber dejado establecida una serie de premisas y de haber hecho una serie de precisiones. La palabra «autogestión» y el concepto que representa son de origen claramente anarquista.

Más aún, durante casi un siglo ese concepto (va que no la palabra) fue el santo y seña de los anarquistas dentro del vasto ámbito del movimiento socialista y obrero. Ninguna idea separó más tajantemente la concepción anarquista y la concepción marxista del socialismo en el seno de la Primera Internacional que la de la autogestión obrera.

Pero en las últimas décadas, la idea y, sobre todo, la palabra, se han ido difundiendo fuera del campo anarquista, se han expandido en terrenos ideológicos muy ajenos al socialismo libertario y, por lo mismo, han perdido peso y densidad, se han diluido y trivializado. Hoy hablan de «autogestión» socialdemócratas y eurocomunistas, demócratas cristianos y monárquicos.

A veces se confunde la «autogestión» con la llamada «cogestión», en la cual los anarquistas no pueden menos que ver un truco burdo del neocapitalismo. A veces, se la vincula con la economía estatal y se la ubica en el marco jurídico-administrativo de un Estado, con democracia «popular» (Yugoslavia) o «representativa» (Israel, Suecia), etc. Una sombra de «autogestión» puede encontrarse inclusive en las «comunas campesinas» del mastodóntico imperio marxista-confuciano de China. Y no faltan tampoco rastros de la misma en regímenes militares (como el que se implantó en Perú en 1967) o en dictaduras islámico-populistas (como la de Libia).

Pero la autogestión de la que hablan los anarquistas es la autogestión integral, que supone no sólo la toma de posesión de la tierra y los instrumentos de trabajo por parte de la comunidad laboral y la dirección económica y administrativa de la empresa en manos de la asamblea de los trabajadores, sino también la coordinación y, más todavía, la federación de las empresas (industriales, agrarias, de servicio, etc.) entre sí, primero a nivel local, después a nivel regional y nacional y, finalmente, como meta última, a nivel mundial.

Si la autogestión se propone en forma parcial, si en ella interviene (aunque sea desde lejos y como mero supervisor) el Estado, si no tiende desde el primer momento a romper los moldes de la producción capitalista, deja enseguida de ser autogestión y se convierte, en el mejor de los casos, en cooperativismo pequeño-burgués. Por otra parte, no se puede olvidar que una economía autogestionaria es socialista -más aún, parece a los anarquistas la única forma posible de socialismo- no sólo porque en ella la propiedad de los medios de producción ha dejado de estar en manos privadas, sino también, y consecuentemente, porque el fin de la producción ha dejado de ser el lucro.

De hecho, el mayor peligro de todo intento autogestionario, inclusive del que alguna vez se dio en un contexto revolucionario (como en la España de 1936-1939), se cifra en la fuerte inclinación, que siglos de producción capitalista han dejado en la mente de los trabajadores, hacia la ganancia y la acumulación capitalista.

Una vez salvados todos los escollos previos (entre los cuales emerge uno tan duro y abrupto como el Estado), la autogestión deberá salvar todavía el más peligroso y mortal de todos: la tendencia a reconstruir una nueva forma de capitalismo. 

Fragmento extraído del libro  La ideología anarquista de Angel J.Cappelletti 






Para aquellos que confunden anarquismo con Fuego y Desorden: Prólogo a Influencias burguesas sobre el anarquismo


Conocer el escrito de Luigi Fabbri Influencias burguesas sobre el anarquismo se hace indispensable para evitar el distorsionar ésta corriente. Aunque de por sí el análisis de L. Fabbri es de una claridad extraordinaria es necesario revitalizarlo basándonos en hechos actuales ya que fue elaborado a principios de este siglo; habiendo sido realizada en castellano la primera edición de esta obra en 1918. Parte importante de la tesis de Fabbri estriba en la afirmación de que la burguesía tiene una concepción particular del anarquismo. Particular porque refleja una visión del mundo cuyos principales elementos son:

A) La desmesurada importancia dada a los actos heroicos individuales. La importancia máxima -afirma Fabbri- concedida a un acto de violencia o rebelión es hija de la importancia máxima que la doctrina política burguesa concede a contados hombres en comparación a la que concede a todo el ambiente social.

B) La morbosa complacencia para con todos los actos antisociales, que si bien supuestamente se combaten, en realidad se pregonan, ya que la moral burguesa fomenta actitudes y planteamientos antisociales por excelencia.... entre la burguesía halla más gracia -sentencia Fabbri- el asesino que arrebata una vida al consorcio humano que el ladrón que, en último término, nada arrebata al patrimonio vital de la sociedad, cambiando tan sólo el puesto y el propietario de las cosas...

Fabbri, evidentemente por la época en que escribió esta obra, sólo pudo referirse a la pregonización de estos conceptos difundidos a través de cierta literature vociferante; de las editoriales que daban cabida a cuanta obra que reuniese los dos elementos arriba citados y, obviamente de la prensa burguesa empeñada en dedicar grandes encabezados a cualquier atentado calificándolo de anarquista.

En la actualidad no podemos considerar únicamente estos medios puesto que la aparición de la radio, la televisión, los discos fonográficos, las cintas magnetofónicas, el increible boum de los comix, han generado un cambio en las condiciones de información y condicionamiento masivos. Las mismas ediciones de libros, revistas y diarios, con sus grandes tirajes y, la mayoría de las veces, monopólicos centros de distribución también acarrean una trascendente variante en estos medios. Por lo tanto, en nuestra época, el efecto que causan las concepciones vertidas mediante las mass media se ha duplicado, logrando que el receptor, sin mente analítica ni crítica, acabe por aceptarlas como ciertas.

La propaganda burguesa logró efectivamente sus propósitos; no admitirlo sería absurdo porque ¿cómo entender que una persona como Jean-Paul Sartre describa al anarquista, tal como lo concibe la burguesía, en su obra Erostrato?

Ahora bien, el mismo planteamiento expresado por la vedette de los Rolling Stones, Mick Jagger viene a causar un efecto más trascendente si tomamos en cuenta el aparato publicitario que rodea a Jagger -autodefinido como anarquista- y sobre todo la representatividad que este cantante ejerció y sigue ejerciendo en amplias capas de la juventud. Al respecto, podemos afirmar que Jagger encarna casi a la perfección lo que es un anarquista desde el punto de vista burgués; aparentemente refractario, hasta presentarse con actitud de burla ante los tribunales para responder al cargo de posesión ilegal de drogas.

Menester es aclarar que la asociación de ideas entre drogas y anarquismo; marginalidad y anarquismo, no tiene fundamento, porque en estos casos sólo se usa el ideario anarquista como justificación de una supuesta actitud de rebeldía frente a la sociedad. Esta relación fue suscitada principalmente por la prensa y ciertas casas editoriales. Para ejemplificar mencionaremos al libro The anarchist cook book, editado en los Estados Unidos y que afortunadamente no se ha traducido al castellano. Una simple hojeada basta para comprobar que la intención es desprestigiar al anarquismo, mediante una propaganda dirigida esencialmente a los jóvenes susceptibles de identificarse con esta supuesta marginación calificada de anarquista.

Así mismo, es preciso recalcar que para muchos el anarquismo no pasa de ser una manifestación típica de la adolescencia a través de la cual el joven se rebela contra el padre. De aquí que expresiones como es realmente penoso aquel que a los quince años no haya sido anarquista, se encuentren conmunmente extendidas entre las viejas guardias revolucionarias, evidentemente no anarquistas, quienes llegan incluso a afirmar categóricamente que el anarquismo es una enfermedad que se cura con los años. Tampoco podemos evitar el mencionar que la tan conocida sentencia el anarquismo no es sino la exageración del individualismo burgués surge también a raíz de las posiciones y actitudes de algunos individuos influenciados -inconscientemente la mayoría de las veces- por la propaganda burguesa, cuyos planteamientos son aristocráticos, antisocialistas y, sobre todo, super individualistas, conllevándoles a confundir sociedad y estado. Los anarquistas han sostenido siempre dice Fabbri que no hay vida fuera de la asociación y de la solidaridad y que no es posible la lucha y la revolución sin una organización preordenada de los revolucionarios. Pero a los que convenía más pintarnos como factores de la anarquía en el sentido de confusión, comenzaron a decir que eramos amorfistas, enemigos de toda organización, y con tal objeto desenterraron a Nietzsche y después a Stirner... muchos anarquistas mordieron el anzuelo y muy en serio se convirtieron en amorfistas, stirnerianos, nietzscheanos y otras tantas parecidas diabluras: negaron la organización, la solidaridad y el socialismo, para acabar, alguno restaurando la propiedad privada, haciendo de este modo, precisamente, el juego de la burguesía individualista. Sus ideas se convirtieron, valiéndose de una frase de Felipe Turati, en la exageración del individualismo burgués.

Bastante difundida es también la relación que se establece entre anarquismo y violencia (violencia<=>anarquismo), tanto desarrollada por la propaganda burguesa como por ciertos partidos autodefinidos revolucionarios. Sobre todo a partir de las dos últimas décadas ha habido un recrudecimiento de acciones perpetradas por grupos como The Weathermen en los Estados Unidos; la famosa Baader Meinhof; las tristemente célebres Brigadas Rojas en Italia; la organización Septiembre Negro de Palestina, tan sólo por mencionar algunas de las más conocidas, y la prensa mundial sensacionalista no tardó en calificar de anarquistas a algunas de las organizaciones ya citadas, sobre todo a la Baader Meinhof, tanto en los países del llamado bloque capitalista como en los del bloque socialista. Este bombardeo publicitario rindió su efecto al lograr que un altísimo porcentaje de los receptores de tales noticias aceptara de inmediato como ciertos estos calificativos, a pesar de que la Baader Meinhof siempre se proclamó marxista-leninista en la completa acepción del término (para más información al respecto, véase la obra À propos de la Bande Baader Meinhof, o bien los pocos libros que hay sobre este tema). Sin embargo el bautizo de las prensas capitalista y socialista rindió sus frutos: asustar a la mayoría de la gente con el supuesto terror anarquista, porque están plenamente conscientes de que cuando un importante número de individuos que conforman estas sociedades sepa lo que entraña y significa para sí mismos el solo intento de poner en práctica los ideales anarquitas, este solo intento marcará el principio de su propia derrota y el surgimiento de la audeterminación de los hombres sobre sus propias vidas, puesto que a través de sus diversos análisis de índole sociológica, el anarquismo demuestra su validez, si tomamos en cuenta la probabilidad de una catástrofe nuclear; consecuencia muy posible de una tercera guerra mundial que cada día se hace más cercana al no poder encontrar el sistema actual político-económico una solución a las crisis que le son inherentes. Para no dar lugar a equívocos -señala Fabbri-, conviene que nos entendamos en primer lugar sobre las palabras. No existe una teoría del anarquismo violento. La anarquía es un conjunto de doctrinas sociales que tienen por fundamento común la eliminación de la autoridad coactiva del hombre sobre el hombre, y sus partidarios se reclutan, en su mayoría, entre las personas que repudian toda forma de violencia y que no aceptan ésta sino como medio de legítima defensa. 

Chantal López y Omar Cortés


Fuente y libro completo en: antorcha