sábado, 4 de julio de 2015

La concepción del amor libre en el joven Mijaíl Bakunin

Con 29 años, Mijaíl Bakunin escribía desde París a su hermano Pavel, desarrollando hermosos párrafos acerca de la concepción del amor libre y certeras críticas a la posesión afectiva, «Querer, al amar, la dependencia de aquella persona a la que se ama, es amar una cosa y no un ser humano», añadía el joven ruso posterior fundador del colectivismo anarquista. En 1845 Mijaíl Bakunin aún no constituía un pensamiento anarquista plenamente desarrollado, sin embargo, sus palabras se teñían intensamente del amor a la libertad que años más tarde conformó la esencia del pensamiento del socialismo revolucionario bakuninista sobre el cual el movimiento anarquista mundial sentó las bases. Tomado del Libro «Conversaciones con Bakunin», compilación a cargo de Arthur Lehning, Editorial Anagrama. Es un fragmento de la carta original (N&A) 





París, 29 de Marzo de 1845

Mijaíl Bakunin 

a su hermano Pavel


Amo, Pavel, amo apasionadamente; no sé si puedo ser amado como me gustaría serlo, pero no desespero; sé al menos que tiene mucha simpatía por mí; debo y quiero merecer el amor de la que me ama, amándola religiosamente, es decir activamente; ella está sometida a la esclavitud más terrible e infamante; y yo debo liberarla luchando contra sus opresores y encendiendo en su corazón el sentido de su propia dignidad, suscitando en ella el amor y la necesidad de la libertad, los instintos de la rebelión y la independencia, recordándole a ella misma sus sentimientos acerca de su fuerza y sus derechos. 

Amor es querer la libertad, la independencia total del otro, es este el primer acto de amor verdadero; es la emancipación completa del objeto al que se ama; verdaderamente no se puede amar más que a un ser perfectamente libre, independiente no solamente de todos los demás sino incluso y sobre todo de aquel de quien es amado y a quien se ama. Esta es mi profesión de fe política, social y religiosa, éste es el sentido íntimo no sólo de mis acciones y mis tendencias políticas, sino hasta donde puedo de mi existencia particular e individual; porque el tiempo en el que estos dos tipos de acciones podrían ir por separado está ya muy lejos; ahora el hombre quiere la libertad en todas las acepciones de esta palabra, o no la quiere. 

Querer, al amar, la dependencia de aquella persona a la que se ama, es amar una cosa y no un ser humano, pues el hombre solamente se distingue de la cosa por la libertad; y si el amor también implicara la dependencia sería lo más peligroso y lo más infamante del mundo, porque reaviva entonces una fuente inagotable de esclavitud y embrutecimiento para la humanidad. Todo lo que emancipe a los hombres, todo lo que al hacerlos entrar en sí mismos suscita en ellos el principio de su vida propia, de una actividad original y verdaderamente independiente, todo lo que les da la fuerza para ser ellos mismos, todo esto es verdad; todo lo demás es falso, liberticida, absurdo. 

Emancipar al hombre es la única influencia legítima y bienhechora. ¡Abajo todos los dogmas religiosos y filosóficos, no son más que engaños! La verdad no es una teoría sino un hecho, la vida misma, es la comunidad de los hombres libres e independientes: es la unidad del amor que surge de las profundidades misteriosas e infinitas de la libertad


Mijaíl Bakunin

jueves, 2 de julio de 2015

Cuando en 1902 obreros chilenos y argentinos gritaron contra el nacionalismo y la guerra

En 1901 y 1902 los militares chilenos y argentinos, dignos antepasados de los belicistas que en nuestro tiempo se apoderan del gobierno en ambos países, comenzaron a agitar la cuestión limítrofe, excitaron el estúpido patrioterismo de las masas y se preparaban para una guerra fratricida.

En La Agitación quedó bien definida, el 1º de enero de 1902, la posición de los anarquistas chilenos frente a la posibilidad del conflicto bélico: «Los gobernantes, eternos explotadores de la miseria, empiezan a incitaros a la matanza de vuestros hermanos, los trabajadores de la República Argentina… Escuchad: Más allá de los Andes hay unos obreros que sufren nuestras mismas miserias y las mismas tiranías, y que, como nosotros, nada tienen que defender. Ellos no pueden ser vuestros enemigos porque son vuestros hermanos de esclavitud… Obreros chilenos: arrojad a vuestros gobernantes esos rifles asesinos con que se os quiere armar contra vuestros hermanos; que el propietario defienda sus propiedades; que el gobernante defienda sus instituciones políticas». El mismo mensaje, con casi idénticas palabras, dirigía por entonces La Protesta a los obreros argentinos, convocados, a su vez, al asesinato de los chilenos. Quince años más tarde, proclamará lo mismo Flores Magón, dirigiéndose a los trabajadores norteamericanos reclutados para luchar en Europa contra los alemanes.


Ángel Cappelletti