La idea de raza surge con el racismo como ideología y fenómeno social moderno. Desde el punto de vista doctrinario y religioso el racismo tiene sus orígenes en el debate teológico que sucede en el siglo XV en el contexto de la colonización y esclavitud impuesta por Europa en América y Africa. Primero surge la teoría monogenista con base a la idea de que todos los humanos descienden de Adan y Eva. En esa lógica los nativos americanos fueron considerados como seres inferiores, no descendientes de Adan y Eva y que no tenían alma, por tanto no se asumían como humanos. Posteriormente la teología colonial en torno a la población africana justificaba la esclavitud asumiendo que los negros eran hijos de Cam, el hijo negado de Noé, argumentando que había nacido negro por una maldición y que por decisión divina estaban destinados a la servidumbre y la esclavitud, ideas que se mantuvieron durante siglos en la tradición judeo-crisiana. (Larkin, 2002; Lalueza, 2001).
Cómo reacción a las explicaciones religiosas se desarrolla en Europa el Iluminismo. La razón pasó a ser el fundamento de las explicaciones de los fenómenos, lo que trajo consigo el desarrollo de la ciencia y nuevas teorías poligenistas. Desde el punto de vista científico, el racismo tuvo sus bases en el desarrollo de la raciología (estudios científico de las razas humanas) que sostenía la creencia que la humanidad podía ser dividida en “razas”, con base a genotipos y fenotipos. Estos intentos estuvieron marcados por el prejuicio racial de los científicos que hacían abstracciones y manipulaciones de algunas experiencias que eran seleccionadas previamente y que generalizaban situaciones que no necesariamente respondían a la realidad. Las “razas” eran concebidas como características y rasgos físicos que determinaban ciertas características culturales y morales de determinados grupos humanos y por tanto se consideraban biológicas e innatas.
Los trabajos científicos de Carl von Linné que en 1758 con su libro Systema Nature del escritor francés George Louis Leclerc, de Arthur Gorbineau, que en 1853 escribió el Essai sur l’inagalité des races humanes, de Houston Chamberlain, inglés, nacionalizado en Alemania, con su obra Fundamentos del siglo XIX, la teoría de la Evolución de Darwin y Spencer, dividieron la humanidad en razas humanas colocando un valor social a unas sobre otras, las blancas europeas en la cúspide de la pirámide y la negra en la base. Igualmente desde la filosofía Voltaire, Montesquieu en el Espiritu de las Leyes, favorecieron a la instalación de esta idea. (Wieviorka, 1991)
Todo ello contribuyó a que la población indígena y africana en América fuesen considerados no sujetos, excluidos de toda humanidad, por tanto sus cuerpos, sus culturas, se asumían podían ser manipulados, medidos, domados, controlados, explotados por la razón instrumental.
A partir de entonces la idea de raza y con ella el origen del racismo en el pensamiento social, es ubicado entonces por muchos autores y autoras en la segunda mitad del siglo XIX entre las I y II guerras mundiales y vinculado a la colonización europea y los horrores del nazismo, por tanto se considera una invención occidental. Es a partir de este momento que el racismo se convierte en ideología con base al determinismo biológico.
Desde la sociología alrededor del año 1830 Alexis Toqueville y Max Weber aportan los primeros elementos de una teoría sociológica del racismo y dan un giro importante al pensamiento de la época cuestionando, a partir de la esclavitud de los africanos y africanas en América, la supuesta inferioridad de los negros con base a sus diferencias biológicas planteando que se trataba de un asunto social y político, criticando así las doctrinas racistas. (Wieviorka, 1991).
En Estados Unidos a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, se inician investigaciones integradas por afrodescendientes y simpatizantes blancos que aportan análisis y teorías para comprender el fenómeno de racismo. Se destacan los aportes de la American Negro Academy en 1867 y la National Assotiation for the Advancement or Colored People en 1909, los trabajos W. E. B. Dubois, desde la antropología los aportes de Franz Boas, la Escuela de Chicago, aportan a cuestionar el determinismo biológico que está basada la idea de raza. ( Wieviorka, 1991).
Habiéndose demostrado que las razas no existen como categorías de clasificación humana sino como construcciones imaginarias, como idea, como significantes que contienen una intención política para justificar desigualdades sociales, política y culturales, ¿debemos de prescindir de la utilización del término “raza”?, ¿Qué significa renunciar a una categoría?
Habiéndose demostrado que las razas no existen como categorías de clasificación humana sino como construcciones imaginarias, como idea, como significantes que contienen una intención política para justificar desigualdades sociales, política y culturales, ¿debemos de prescindir de la utilización del término “raza”?, ¿Qué significa renunciar a una categoría?
Este es uno de los debates contemporáneos. La feminista francesa Colette Guillaumin, apunta aspectos interesantes en este sentido. Sostiene que sería un error sociológico determinar qué es lo verdadero y lo que es falso dentro de la percepción de la raza, pues responder en torno a la realidad material de la raza significa escamotear la realidad psicosocial que muestra la existencia de un “hecho” racial. Lo importante para la autora es que el carácter psico-social es igualmente discriminante, como lo fuera el fenómeno concreto de la “raza real” (Guillaumin, 1972).
Paul Gilroy, (1991) intelectual afrodescendiente entiende y reconoce los argumentos del movimiento antiracista en la utilización del término “raza” al ser la única categoría posible de autoidentificación y que le ha permitido cierta solidaridad a partir de categorías que le han sido impuestas por los opresores. Aunque muchas veces el término “raza” se utilice entre comillas para denotar el carácter de construcción social, Gilroy argumenta que esto no es suficiente pues finalmente todo discurso que recrea las “razas” sería anacrónico pues los conflictos raciales habría que entenderlos en otros tipos de conflictos sociales como es la planetarización del lucro, o la apertura de nuevos mercados que ya están bastante apartados en la memoria de la esclavitud.
Frente a los interesantes argumentos de Gilroy, Alfonso Guimaraes, sociólogo afrobrasileño señala ciertos desacuerdos en el sentido de señalar que la “raza” adquiere diversos significados dependiendo del contexto y que no es solo una categoría que sirve para articular la lucha política, sino que sigue siendo una categoría analítica necesaria pues es “la única que revela que ciertas discriminaciones son efectivamente raciales y no apenas de clase o culturales” (Guimaraes, 2002: 50).
Fruto de los horrores que dejó la justificación de la supuesta existencia de las razas y el odio que se desprendió entre grupos humanos, generando fenómenos funestos como el holocausto nazi y la esclavitud, el concepto de raza fue sustituido desde ciertas posturas del pensamiento social por el concepto de etnia para referirse a ciertas características culturales de determinados grupos. Esta sustitución fue una especie de un repudio ético humanista en contra de las ideas racistas de los nazis destacando la historicidad y culturalidad de las comunidades humanas más que comunidades construidas en función de rasgos hereditarios de orden moral e intelectual basados en orígenes raciales (Stolke, 1995).
La sustitución de la raza por la etnia, sin embargo, ha conllevado algunas trampas ideológicas y políticas incorporadas en la dicotomía raza=naturaleza/etnia=cultural.
La sustitución de la raza por la etnia, sin embargo, ha conllevado algunas trampas ideológicas y políticas incorporadas en la dicotomía raza=naturaleza/etnia=cultural.
Lo anterior ha tendido a minimizar o esquivar el fenómeno del racismo que se basa de forma real en discriminaciones y exclusiones que son justificadas ideológicamente y que son atribuidas a supuestas deficiencias físicas, morales e intelectuales y que se consideran raciales y hereditarias; por otro lado plantea la paradoja de considerar a la raza relacionada con la naturaleza y la etnicidad con la cultura. Con esta separación de raza biología/etnia-cultura se niega que las comunidades y grupos étnicos son también construcciones sociales y se tiende a un relativismo cultural que percibe a las etnias como si fuesen entidades específicas y autónomas dando como resultado la creación de estereotipos, la tendencia al comunitarismo, al integrismo, por tanto promueve y profundiza el racismo.
Como hemos visto, estas tres categorías tienen en común que su estudio ha permitido cuestionar el determinismo biológico que ha sido la base ideológica sostenida por muchos años por la ciencia y la religión, para que a grupos humanos como son los negros, las negras, indígenas, mujeres, lesbianas, gays, trans, se les prescriba en la otredad, en la diferencia, frente al paradigma moderno que ha sido el hombre blanco, heterosexual y con privilegios de clase.
Ochy Curiel
Extracto del ensayo Género, Raza, Sexualidad.
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