lunes, 11 de febrero de 2019

Ser y parecer anarquista




«Quiero seguir siendo este hombre imposible,
ya que todos los que hoy son posibles no cambiaron»    Bakunin
 
«Ha caído la máscara odiosa, el hombre queda sin su cetro:
 libre, sin coerciones, hombre igualitario , sin clase, sin tribu, sin nación,
exento  de toda casta, culto orden. Señor de sí mismo, justo, noble, sabio...» Shelley


Lxs anarquistas son un conjunto de personas que buscan rescatar lo esencial de cada ser humano, que no es otra cosa que su libertad e igualdad. Es por ello que pueden oponer a la visión de la historia presentada por los sistemas de interpretación dominantes la espontaneidad creativa de la humanidad. Son y serán eternos buscadores, pues reconocen que por encima de cualquier doctrina acerca de la vida  está la vida misma. No pretenden ser creadores  de sistemas inmodificables o proyectos perfectos de sociedad, que obliguen a cada cual a ser teórico conocedor antes que práctico que participe.

Las y los  anarquistas no temen el desorden pues confían en la fertilidad que conlleva y la rica armonía en que desemboca, armonía que no es sólo de la razón sino de la totalidad de la persona. Por eso mismo, su objetivo es una sociedad abierta, un estado de mutación permanente por la viva interacción entre el individuo y la sociedad, sin autoridad ni gobierno.

Intentemos ahora aclarar lo que entendemos por anarquismo, tarea pertinente cuando la palabra ha tenido significaciones tan equívocas. Anarquismo es respetar al individuo y su libertad, asumir el socialismo auténtico, luchar contra el Estado y su opresión, ser crítico e irreverente; pero la inversa no necesariamente es cierta y expliquemos por qué.

Respetamos al individuo y su libertad, pero no todo individualista es anarquista. Pensamos que una persona libre no puede dejar de asumir su compromiso social pues es inherente a la condición humana vivir en comunidad. Un individuo que niegue este compromiso o que se aproveche egoístamente de lo colectivo, es individualista pero no es anarquista.

Por ello es que también somos socialistas, pero no todo socialismo es anarquismo. Ese socialismo que en nombre de lo colectivo somete, anula, sacrifica al individuo negando su libertad, impidiendo la expresión de todas sus capacidades, es una de las maneras en que se ha expuesto alguna interpretación del socialismo, pero no es anarquismo.

Enfrentamos al Estado, pero no todo el que protesta contra el Estado es anarquista. La lucha contra el Estado es un aspecto de la lucha contra otras formas de poder como el económico, el social, el político, el religioso, el de las costumbres y prejuicios, y el de la educación entre otros. Nuestra lucha contra el Estado no es coyuntural, ni contra el partido de gobierno, ni hasta lograr el poder, sino que es un aspecto en la búsqueda de una sociedad autogestionaria, fruto de la libertad e igualdad de sus miembros.

Somos irreverentes contra los ídolos que nos tratan de imponer, sean políticos, históricos, religiosos, estéticos o filosóficos. Pero no todo irreverente, tremendista o de verbo audaz, con ropas  y actitudes de protesta, es anarquista. Nuestra actitud es la de rechazo a toda imposición por la fuerza, sea física, del hábito, de la educación o del chantaje moral, y por ello asumimos actitudes irreverentes. Pero la intención es construir una sociedad mejor. Sin el aspecto constructivo, el desenfado y el tremendismo no pasan de ser modas vacías, que no pocas veces ocultan la pretensión de disfrutar de ese poder contra el que dicen luchar.

Entonces, como en muchas otras cosas, ni son todxs  lxs que parecen, ni parecen todxs  lxs  que son, aunque es fácil confundirse, porque de anarquista y de locx, todxs  tenemos un poco. Aunque por ahora ese poco no sea suficiente. 



SER  Y  PARECER  ANARQUISTA.

IX   ACAMPADA  AUTOGESTIONARIA.

Piedralaves. Agosto. 2004.



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4 Notas sobre anarquismo, filosofía y libertad.

Libertad e Igualdad: fundamentos del anarquismo.

Una de las habituales preguntas a un anarquista es: ¿A favor de  qué estáis vosotres? Porque sois buenos  críticos  destructivos pero lo constructivo no se os ve por ningún lado.

Sin embargo no es el anarquismo un simple dar golpes a la piñata y su crítica ha sido siempre clara y precisa para quien quiera entenderla y reflexione acerca de ella, porque el anarquismo es una verdadera filosofía social y política.

Si tratamos de caracterizar a esa filosofía social y política que es el anarquismo, debemos comenzar por señalar como rasgo más destacado su íntima vinculación con una determinada ética. Son los valores ético-morales los que se elevan por encima de todo valor pragmático. Contrariamente a lo que se dice, el anarquismo es una filosofía, quizás la única, que concibe a la sociedad como estructurada sobre valores éticos.

De dichos valores éticos en los que se apoya esta filosofía destacan dos principales: la Libertad y la Igualdad. De ellos habla todo Occidente, pero no como lo hace el anarquismo, para el cual no son valores opuestos, ni contrarios, ni yuxtapuestos, ni siquiera complementarios, sino valores idénticamente necesarios el uno para el otro.

No se puede ser libre sin ser igual y no podemos ser iguales sin ser libres. No podemos afirmar la libertad de nadie, y menos la nuestra, sin afirmar la igualdad de todos y todas, y a su vez para que todos seamos iguales es necesario que afirmemos la libertad de todos y todas y de cada uno.

Otros sistemas sostienen también ambos valores pero no les asignan la importancia que les asigna el anarquismo. El Capitalismo  afirma la Libertad pero lo hace sacrificando la Igualdad. Defiende la libertad delx  opresorx pero negando la libertad delx oprimidx.

 Los “socialismos reales” fallan en el otro extremo. La Libertad es algo que se puede suspender, algo derivado, algo provisional, algo que podemos dejar de lado por tiempo indeterminado.  El valor supremo es la Igualdad y por ella se sacrifica a la Libertad, o al menos eso dicen intentar. A la larga, la ausencia de Libertad conlleva la aparición de nuevas desigualdades.

Para el anarquismo, Libertad e Igualdad tienen idéntico valor, ambas son igualmente necesarias, no es ni puede ser la una sin la otra, ninguna es sacrificable, ni postergable, ni segunda.  En caso contrario, no hablamos de Libertad sino de explotación o no hablamos de Igualdad sino de opresión. De esta concepción ética es que emerge esa manifestación del anarquismo que es la oposición a todo tipo de poder permanente, al Estado y al Gobierno.

De, para y con la Libertad.

El término libertad encierra numerosos equívocos que permiten que todos la usen para los fines más variados. Así, hay libertad de expresión pero el gobierno y los propietarios de los medios censuran los mensajes para liberarnos de la difusión de ideas contrarias al orden reinante.

De manera que es bueno hablar de la libertad y exponer algunos de nuestros puntos de vista para destacar porqué no compartimos del todo la libertad de esta democracia en que vivimos. Ante todo, es preferible no hablar de la libertad como algo sustantivo, sino que preferimos referirnos a la cualidad de ser libre. Preferimos preguntarnos si tú, Pedro, Alicia o yo, somos libres.

Vamos a acercarnos al problema estableciendo algunas distinciones. Se puede ser libre de, libre para  y libre con.

- El primer caso,  libre de, es lo que se llama libertad negativa. Significa falta de impedimento, de oposición. Por ejemplo, no somos libres de no comer por un impedimento biológico. Pero en el ámbito político, cualquier régimen puede decir siempre que sus ciudadanxs son libres  de algo.

Somos libres de comprar lo que queramos, aunque el Estado también es libre de fijar sueldos mínimos de miseria: somos libres de cambiar de empleo, aunque haya desocupación; somos libres de estudiar, aunque no haya cupo en las instituciones escolares; etc. También los impedimentos pueden venir de nuestro interior  a través de deseos, prejuicios  o temores. Liberarnos de nuestros propios impedimentos es el primer paso para ser libres.

- Sin embargo, si bien una amplia libertad de ausencia de impedimento es necesaria, ella no es suficiente y debe completarse con la llamada libertad positiva, libertad  para. Libertad  para comprometernos, para  fijar metas, para completarlas, para pensar y decir lo que pensamos, para sentir y actuar. Ser libre de elegir no es el fundamento de ser libre si cada unx de nosotrxs  no elige también las alternativas.

¿Somos libres si elegimos un presidente entre dos candidatos que nos imponen y que luego no podemos ni juzgarlo, ni sacarlo, ni cambiarlo, ni protestar? Precisamente es esta libertad para la que no tenemos y la que todo régimen estatal se cuida bien de que no tengamos, aunque podamos disfrutar de mayor o menor libertad de.

Ya Aristóteles decía que la persona es libre para determinar su vida y sus acciones, a  diferencia delx esclavx a quien son otrxs  lxs  que le determinan su vida y sus  acciones.

- El tercer aspecto está muy unido a la libertad positiva ya que para hacerla efectiva debemos ser libres con  otros humanos. Lo social es inherente a nuestra especie, es decir, sólo nos podemos desarrollar como personas en sociedad. La libertad no es un don, un regalo, sino algo que hay que hacer y, para lograrla, es menester ser con lxs  demás y todxs  juntxs hacernos libres. Siendo egoístas podemos alcanzar la libertad negativa (libertad de).

La libertad para hacer algo sólo es posible con otrxs, solidaria y fraternalmente unidxs. Ser libres es ser responsables de nosotrxs  mismxs con nosotrxs  mismxs  y con lxs  demás.

Libertad  y verdad.

A lo largo de la historia, la persona ha pensado la verdad de diversas maneras. Para lxs  griegxs  la verdad estaba en las cosas y en la relación con las cosas la persona podía acceder a ella. En la Edad Media la verdad era la palabra de un ser superior, revelada a las personas interpretada por sus elegidos. En la modernidad la verdad viene dada por la persona y desde ella se la establece. Todas las verdades rigen con igual valor, y hay más de una. La consecuencia es que la convivencia ha de modificarse radicalmente.

Será entonces mi verdad y la de cada uno. Pero esto no nos convierte a cada unx en el centro del universo, justificando un egoísmo extremo. La pregunta es, ¿cómo relacionarse sin verdad única, sin ley, sin autoridad, sin poder? Pensar en una sociedad tal es lo que llamamos pensar en una sociedad autogestionaria. En ella lo fundamental no es la forma en que se va a vivir sino la forma en que se va a convivir: libres, iguales y solidarixs.

Aunque para muchxs todo tiempo pasado fue mejor, nuestra propuesta es que avancemos a esta nueva organización social. Y nadie dice que será fácil construirla.

Liberalismo  y  Anarquismo.

«Dios ha muerto, pero qué mal lo estamos pasando.»

El liberalismo y el anarquismo, delineados en el Siglo XIX, surgen como corrientes herederas de la Ilustración. Si resumimos aquellos puntos en que coinciden podríamos enunciarlos en:

- La creencia en la capacidad humana de autodeterminación moral y desarrollo de una razón crítica.
- La creencia en que el progreso humano  es  posible y lo es en todos los campos de la vida.
- El rechazo a todo tipo de opinión o postura que nos conduzca hacia una irracionalidad opresora.
- Los ideales a perseguir son los de igualdad, libertad y preponderancia del individuo frente a todo tipo de institucionalización.

Sin embargo, la distinción se encuentra básicamente en el último punto. Porque todo individuo vive en sociedad, vive con otros, convive.

¿Cómo debemos entender a la sociedad y a la relación que con ella deben tener individuos libres e iguales?  Para el liberalismo la sociedad surge de un pacto entre los individuos, por medio del cual se ceden algunos de los derechos que naturalmente nos corresponden para asegurar una estabilidad y una seguridad que permite una más exitosa persecución de los fines individuales  que cada unx tiene como meta. La sociedad es concebida como un mal necesario.

Las y los  anarquistas difieren radicalmente en este aspecto. La comunidad, la sociedad no nace de un pacto. La persona es un ser social por naturaleza, depende de los otros, de sus padres-madres, de su familia, de su comunidad durante por lo menos un tercio de sus vida. Más que por ser incapaz de sobrevivir, es porque el ser humano es un animal educable, necesita desarrollarse física e intelectualmente para ser adulto. Además, su componente afectivo necesita de los  otros  durante toda su vida en la forma de amores y odios, amistades y enemistades, simpatías y antipatías. Y todo ello sólo se puede alcanzar en sociedad. En todo este proceso la individualidad no puede ser menoscabada.

Los y las anarquistas siempre hemos dado mucha importancia al proceso educativo, que no se reduce a la escuela sino que se extiende a la charla, al intercambio permanente de ideas, al trabajo para conseguir un objetivo común, a la solidaridad, a la ayuda mutua, a la construcción de utopías etc... De esta actitud surge naturalmente la autogestión como el mejor medio para estructurar la vida en común.

En la actualidad el poder del Estado parece ser menor y se ha sustituido por un poder local más fuerte. Pero con ello nuestra situación no es anarquismo, ni siquiera liberalismo. Es barbarie.

En torno a la Autogestión.
Explicando el concepto.

La autogestión es una de las metas que el anarquismo se propone. Es conveniente por tanto exponer qué entendemos bajo esa idea y revisar sus problemas, alcances , posibilidades , etc...

La autogestión es un proyecto o movimiento social que tiene como método y objetivo que la empresa, la economía y la sociedad entera estén dirigidas por lxs trabajadorxs  de todos los sectores relacionados a la producción y distribución de bienes y servicios, fomentando la gestión y democracia.

La  Autogestión se opone a la heterogestión  que es la forma de conducir empresas, la economía, la política o la sociedad desde fuera del conjunto de lxs  directamente afectadxs.  Como ocurre ahora, a las empresas y a la economía las dirige el capital, a la política los partidos y a la sociedad el Estado.

La Autogestión es un proyecto o movimiento, es decir, no es un modelo acabado. Su estructura, organización y aun su existencia es y será fruto del deseo, el pensamiento y la acción de todas y todos los miembros del grupo involucrado (una fábrica, una finca, una escuela o la sociedad toda) sin preconceptos ni imposiciones.

La Autogestión es método y objetivo. Su fin es ella misma. Su práctica es la que nos va mostrando los aciertos y los errores en su ejecución.

Respecto al aspecto económico hay dos niveles : microeconómico y macroeconómico.

Microeconómico: La empresa autogestionada se caracteriza por estar la dirección en manos de las y los  trabajadores.

Macroeconómico: El Capital pierde todo su peso en las decisiones económicas, siendo las y los trabajadores  y sus intereses colectivos quienes dirigen la economía, creando para ello, si es necesario, nuevos sistemas de organización.

Extender la Autogestión a la sociedad implica hacer desaparecer todos los centros de poder que ahora se ocupan de la gestión social. Esto es: Partidos políticos, Burocracias sindicales, Estado, Ejército, etc...

¿ Autogestión o cogestión?

Otro concepto distinto que algunos sindicatos o empresarios defienden es el de Cogestión. La Cogestión es un modelo de participación, caracterizado por la  participación en igual número de trabajadores  y patrones  en la dirección de la empresa. Este sistema funciona en Alemania desde 1976, y en menor o semejante grado en otros países.


La Autogestión es muy diferente a la Cogestión. En la Cogestión las y los  trabajadores  participan en la dirección de algo que No les pertenece. De ninguna manera se pone en duda quién manda.

En la Autogestión se produce un cambio Copernicano. No solamente la propiedad y los intereses de la empresa cambian radicalmente. La Autogestión también pretende una transformación total y radical  de la sociedad.

La Cogestión puede convivir con cualquier sistema político y social. La Autogestión implica  un nuevo sistema  de convivencia.





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