viernes, 5 de julio de 2013

Hablemos del aborto. Un tema pendiente y urgente en las reflexiones anarquistas


El caso de una niña de 11 años que quedó embarazada tras ser violada por su padrastro ha destapado nuevamente un grave problema social que aflige a las mujeres en la región chilena: El Estado prohibe todo tipo de aborto, incluso el terapéutico, tampoco está permitido en caso de violación. A continuación comparto el texto Hablemos del aborto. Un tema pendiente y urgente en las reflexiones anarquistas, escrito por Por J y A malahierba, publicado en El Surco, nº35, Mayo 2012:

Los primeros meses de este 2012 la agenda política parlamentaria nos brindó la oportunidad de ser espectadores de una antigua riña entre los sectores conservadores y progresistas del circo de la democracia, a propósito del debate sobre el aborto terapéutico. Tras unas semanas de simulados y previsibles debates televisados el senado rechazó la posibilidad de legislar sobre los tres proyectos de ley que buscaban despenalizar el aborto terapéutico (bajo tres supuestos: embarazo inviable, posible riesgo vital para la madre, o violación).  Así que por ahora el Estado chileno seguirá siendo un orgulloso miembro de esa minoría de diez países en el mundo que sanciona  la interrupción del embarazo en cualquiera de sus formas.

Nada que sorprenda,  una vez más se evidencia la hegemonía en el poder de unas familias ligadas a la iglesia y a la burguesía más arcaica de este Estado, que desean seguir moldeando nuestras vidas bajo su autoridad y violencia. Mientras se daban estos debates, en la vida real las mujeres, las más pobres, las más obligadas a cumplir la ley, son forzadas a mantener embarazos que no desean o interrumpirlos “a la mala”, ya que abortar ilegalmente en una clínica es posible, pero cuesta un millón y medio de pesos, por lo que quedan pocas opciones. En este caso la ley que sanciona el aborto fue dejada lista para la democracia liberal por Pinochet y sus secuaces, lo paradójico es que durante la llamada dictadura fue legal por razones médicas.  Esto muestra una de las caras más absurdas de esta democracia made in $hile, hibridación neoliberal y ultra conservadora, donde se evidencian las propias contradicciones en los dogmas del poder. Por una parte las clases gobernantes abogan a la libertad de empresa pero bajo una constante vigilancia moral, hay cosas que no se pueden hacer, pese a que sean un buen negocio.

Dios, el Estado y el patriarcado en nuestros ovarios forzándonos a una maternidad que en muchas ocasiones pone en riesgo tu salud o que simplemente no la quieres. Son muchas las mujeres que deciden abandonar la actitud pasiva e interferir en su embarazo e interrumpirlo, por las razones que ellas estimen oportunas, sean médicas o no,  y dar un paso a la clandestinidad. Lamentablemente es frecuente que con algunas consecuencias aparejadas, como terminar en un hospital, además de la lapidación social desde el momento en que una mujer se le ocurre verbalizar su intención de no ser madre y que termina con la persecución legal cuando esta es consecuente consigo misma. Las penas varían entre los 3 y los 5 años para las mujeres que deciden interrumpir su embarazo, mientras quienes sean acusados de facilitarlo pueden ser condenados desde 541 días a 3 años de cárcel, sancionando el aborto como si se les hubiera usurpado parte de su sagrada propiedad privada, con cárcel. El miedo a este castigo ha terminado con la vida de muchas mujeres, infectadas y escondidas, por negarse a parir más población para las estadísticas de las clases gobernantes. Según informaciones del INE las complicaciones derivadas del llamado aborto ilegal causaron la cuarta parte de las muertes maternas, posicionándose el aborto como la primera causa de mortalidad materna en Chile. No es ninguna novedad afirmar que el Estado nos mata, sin embargo para nosotras esta es sin duda una de sus formas más perversas.

Es una obviedad a veces no tan obvia para algunos que algo es ilegal o legal producto de una ley conductista por la cual el Estado y sus dueños nos imponen sus voluntades, organizando nuestros quehaceres, normando nuestra existencia, incluso nuestro cuerpo.  Sabemos que las leyes no se hicieron  para liberarnos, tampoco cuando se trata de leyes que se disfrazan de derechos para los oprimidos, solo se modifican las condiciones de la condena, nada más, y a veces eso resulta agradable en nuestra cotidianidad,  pero solo eso, la soga sigue al cuello, aunque parezca que apriete menos. Por lo tanto la batalla parlamentaria por la despenalización del aborto carecería de un sentido real de liberación, por lo que como anarquistas nos resulta como menos incómodo sumarnos a demandas que buscan mejorar condiciones inmediatas bajo la tutela del Estado. En cambio solemos vernos cómodos en ciertos términos de la romántica clandestinidad, incluso buscamos fomentarlos pese a convivir en la vergonzosa contradicción de la legalidad diaria. En el caso del aborto, la ilegalidad suele ser una opción compleja, ya que su práctica puede aparejar problemas de salud a los que no les podemos dar respuesta sin caer en manos del Estado, en su institución hospitalaria. Rechazamos el Estado y perfeccionarlo mediante luchas por demandas coyunturales, queremos vivir al margen de sus ritmos y en ofensiva contra él, pero la dependencia en la salud capitalista nos hace caer nuevamente en sus garras. Pese a toda la solidaridad que podamos generar, las mujeres seguirán desangrándose en los pasillos del hospital ¿Si hoy el aborto fuera legal te plantearías hacerlo fuera de un hospital?

Reconocernos en la contradicción nos hace crecer, ser menos soberbios y ver más allá del horizonte. La opción no debe ser escapar del conflicto, sino más bien atacarlo desde distintos frentes, que cada cual invente el suyo. Por lo que no vamos a juzgar desde un olimpo de pureza a los individuos que decidan ser parte de una lucha reformista por la despenalización del aborto. Pese a la antipatía que nos suscita la falsa careta emancipadora y el embriagador perfume a comodidad y apatía del reformismo, las demandas sociales estuvieron y están presentes, nos guste o no y no podemos obviar que en este caso despenalizar el aborto sería evitarles a muchas mujeres situaciones de lo más perversas, seguirían esclavas, pero esclavas vivas. No es la intención de este escrito dar una respuesta a la contradicción en la que nos encontramos en torno a la lucha por la legalización del aborto, tampoco ante el uso de la salud estatal,  menos dar cátedra de un que hacer frente a las luchas sociales pro estatales.  Lo que intentamos es acercarnos a un tema poco tratado, que tiene lugares comunes con otras muchas discusiones, pero que también tiene matices únicos.

Un frente de ataque siempre es la solidaridad, el apoyo a las mujeres que decidan dar este paso. Podemos apoyarnos rescatando viejos saberes, creando nuevos y compartiéndolos.  No todos saben de las bondades de las plantas como la borraja, que actúa como píldora del día después natural o no todas conocen páginas seguras de apoyo en la web, para que quien lo necesita pueda informarse (www.womanonwaves.org). Pese a que reconocemos dignamente nuestras limitaciones debemos seguir explorando, creando alternativas, con el fin de recuperar nuestras vidas. Reconquistar el conocimiento de nuestros cuerpos, vivir la sexualidad activamente, de una manera mas que responsable, de respeto contigo misma, no dejar que el sexo sea algo que te suceda, previniendo así posibles embarazos no deseados. Tal vez nos quedan muchas posibilidades de enfrentar esta situación en el tintero, tal vez las expuestas aquí  no son las únicas, tal vez no son siquiera las más importantes, pero es necesario comenzar a hablar, a discutir, a conversar, no en busca de respuestas certeras, sino como una primera aproximación, unas primeras interrogantes, sobre un tema pendiente y urgente en las discusiones anarquistas, como es el aborto y otras cuestiones relacionados a la mujer.

Nos parece importante aclarar que durante  toda la descripción hemos presentado la interrupción de un embarazo como un acto individual de autonomía en base de la libertad para decidir sobre la propia vida, y así lo entendemos, pero también creemos que esta acción esta marcada por un contexto que no podemos evadir, y este contexto es el sistema de dominación capitalista. ¿Si la vida no estuviera mercantilizada, si los hijos no fueran entendidos como propiedad, abrazaríamos tanto esta vía? Podríamos especular largamente sobre esto, se dice que abortos ha habido desde casi siempre, a lo largo de toda la historia conocida, por lo que no podemos caer en la idealización de un mundo libre donde no habrá dolor, ni pena, ni abortos voluntarios, sin embargo naturalizar la práctica del aborto como un deber ser sin reconocer la trama en donde está inserta también nos puede llevar a afirmaciones peligrosas. Si no entendemos la maternidad como obligatoria, tampoco el aborto es la respuesta universal, dependerá de la voluntad de la mujer libre, son las cosas de la libertad. Los animamos a teorizar.

Un último punto que no queremos dejar de abordar es el cuestionarnos el silencio mezquino que ha ignorado esta situación vivida por las mujeres durante ya demasiado tiempo. No hay conversatorios, ni periódicos, ni fanzine, ni canción, sobre el aborto. No nos podemos evitar preguntar: ¿si los hombres abortasen estarían estos temas más instaurados en nuestras batallas cotidianas? Aquí nos topamos con un viejo conflicto en torno a la subordinación de la mujer en la vida y en las luchas, pero lejos de querer enquistar la discusión buscando víctimas y verdugos,  deseamos abrir el debate y la acción conjunta en torno a las propias cadenas que arrastramos. Es importante la incorporación de los temas que atañen a las mujeres dentro de los espacios ácratas, de manera que nos deshagamos del idioma sexista y machista que sigue preponderando dentro de nuestros espacios comunes y podamos hacer que temas como el de la opresión de género,  o el aborto sean parte de las discusiones diarias y permanentes. No creemos que este sea un tema solo de mujeres, no solidarizamos con los presos políticos solo si vemos privada nuestra propia libertad, la solidaridad tampoco debe detenerse en las fronteras imaginarias del género. Juntos podemos jugar a desaprender de nuestros ser hombre y ser mujer, descargar de las identidades de género  los significados que se les han impuesto por siglos. Nosotras no existimos para parir y cuidar y los hombres si  pueden llorar. Deconstruyamos y destruyamos al hombre y a la mujer, a la maternidad y a la paternidad, a la familia y a la sexualidad y comencemos de nuevo, entonces….¿Jugamos?

Por J y A malahierba

Publicado en El Surco, nº35, Mayo 2012




“Puede que me arresten, me procesen y me metan en la cárcel, pero nunca me callaré; nunca asentiré o me someteré a la autoridad, nunca haré las paces con un sistema que degrada a la mujer a una mera incubadora y que se ceba con sus inocentes víctimas.”


Emma Goldman (La palabra como arma)






No somos antisistema somos anarquistas

En primer lugar deberíamos atender al significado de la palabra "sistema", que no es más que un conjunto de factores que se relacionan entre sí. Así, los anarquistas no estamos en contra de los sistemas. Estamos en contra de los sistemas políticos autoritarios y a favor de un sistema anarquista (ya sea colectivista, comunista libertario, mutualista...). Por lo tanto no se puede decir que seamos antisistema.

Sin embargo la cuestión va más allá de un simple error conceptual. El término antisistema ha sido introducido en el imaginario colectivo por los medios de comunicación de masas de manera indiscriminada. Y no de forma inocente. Veamos lo que supone el uso de este término:

En primer lugar designa una realidad tan amplia que no deja nada claro. Antisistema se supone que es todo aquel que esté en contra del sistema actual, por lo tanto, antisistema es un neo-nazi, un marxista leninista, un estalinista, un nacionalista, un republicano... Personalmente me niego a utilizar un término que mete al anarquismo en el mismo saco que todas estas ideologías. Además, se genera confusión y se consigue que las propuestas no se difundan pues nadie sabe quienes son esos antisistemas de los que hablan prensa, radio y televisión. Ni tampoco se sabe qué quieren. Uno de los objetivos de los medios de comunicación masivos (que tienen dueño y, por tanto, atienden a intereses concretos) es generar este tipo de confusiones e impedir que se difundan las alternativas, que no queden claras.

Por otro lado resalta lo negativo (anti-) y nunca las propuestas en positivo (pro-). Los anarquistas estamos contra este sistema porque entendemos que la libertad es el bien más preciado del ser humano, por lo tanto, estamos a favor de la libertad y, como consecuencia, en contra de cualquier sistema político que suponga la negación de esta. Nuestras propuestas organizativas, nuestra propuesta de sistema no puede difundirse si nos auto-denominamos continuamente antisistema.

El término antisistema contribuye a generar la ilusión de que este sistema es el mejor de los posibles a pesar de todos sus defectos porque la alternativa (todos aquellos que están en contra) es la nada, el "anti-todo", el antisistema.

Tenemos que dejar de utilizar este término y comenzar a definirnos por lo que somos y, sobre todo, por lo que queremos.

Porque tenemos un sistema alternativo, libertario y solidario, no somos antisistema somos anarquistas. Y tú ¿qué eres? ¿qué quieres?

Vídeo: Tu problema es el Estado



Video Editorial de la décima edición de Sinapsis. A comienzos del 2012 la zona austral se remeció con las protestas, posteriormente y a lo largo del año diversas zonas de la región chilena se levantaron en protesta contra el gobierno y las empresas, exigiéndoles a estas instituciones la solución de los problemas que ellas mismas provocan. Los pescadores artesanales de Aysén iniciaron la protesta, exigiendo el retiro del proyecto de Ley de Pesca. Esta zona austral de Chile dió inicio a movilizaciónes masivas las cuales han mostrado un avance en cuanto a la organización social y la radicalización de la protesta, entendiéndolas como aspectos necesarios para hacerse escuchar y enfrentarse directamente a la cruda represión policial, que siempre llega para acallar las voces disonantes. Este relato fotodocumental con intervenciones y entrevistas de pobladores y pescadores artesanales de la zona de Aysén, cuenta las problemáticas que deben enfrentar las personas al vivir en la zona austral de la región chilena, donde las fronteras naturales evidencian la ineficacia de la centralización producida por las Naciones-Estado y la administración capitalista. Lugares donde la patria se diluye, pero aun así y todo, abundan las banderas. ayúdennos a difundir! FICHA TECNICA: Casa Productora: Productora de Comunicación Social Duración: 7 min 38 seg. Ubicación: Editorial Sinapsis 10. Lugar: Santiago, región Chilena.

miércoles, 3 de julio de 2013

Drogas, anarquismo y Estado

El 28 de Marzo de 2013 en Temuco, una ciudad del sur de Santiago de chile, en una bullada operación en los medios de comunicación contra movimientos sociales, la policía violentaba dos casas, en una de ellas,  se les acusó de ‘tenencia de marihuana’. Una situación similar aconteció el 15 de Mayo de 2013 en Sabadell, una ciudad cercana a Barcelona. En un aparatoso allanamiento, los Mossos D’Esquadra detienen a cinco anarquistas, en una elucubración político/judicial de envergadura, entre las diversas acusaciones la prensa destaca la posesión de 350 gr de marihuana y otras sustancias ‘ilícitas’. Otro hecho reciente es el intento de criminalización contra el compañero Amadeu Casellas, también por drogas. Estos son algunos de los casos conocidos en el último tiempo ya que se han publicado en los medios de dominación y/o alternativos. Pero como estos casos hay infinitos similares, pero que no salen a la luz pública quedando para bien o para mal en el anonimato, no así para sus amigos, entorno cercano o familiares. Típico es también observar reportajes en la televisión burguesa donde exponen a adolescentes ‘drogándose’ con marihuana en medio de  manifestaciones, también es muy usual que la prensa asocie centros sociales, culturales u okupados, con el consumo y tráfico de sustancias ilícitas. 

Por otro lado, algunos anarquistas tachan a las personas que usan drogas de falsos anarquistas y otras categorías ofensivas similares, sumándose de este modo, aunque desde una visión diametralmente opuesta, a la denostación de los medios burgueses de comunicación contra quienes consumen drogas. Otras personas caen en el absurdo error de pensar que si se consigue despenalizar las drogas, todos seríamos drogadictos, una lógica muy similar a personas de sectas católicas respecto al aborto, manipulando el sentido de la prohibición, ya que una cosa es la legalidad o ilegalidad, otra, muy diferente, es estar obligado a consumir algo tan solo porque sea legal.

Pero que las drogas estén prohibidas no solo daña a los movimientos anti-capitalistas, sino que a cualquiera: Oscar camina por un parque de la ciudad y encuentra a dos viejos amigos quienes compartían un pito de marihuana, Oscar espontáneamente se queda con ellos unos minutos, de repente llegan dos agentes represivos y detienen a los tres por posesión de marihuana.  En ese caso, aunque Oscar no haya fumado ni sea de él la marihuana, dependerá de la ‘buena voluntad’ de los policías o de fiscalía judicial para ver si inician un proceso que puede tardar meses, y si sumamos antecedentes penales previos, el peligro de caer en prisión aumenta. ¡Aun cuando no haya fumado ni planeado nada!

Es así como nos encontramos diariamente con situaciones de dominación fruto de una política que criminaliza o penaliza el uso de drogas, podríamos relatar cientos de casos imaginarios similares, pero sin lugar a dudas la realidad supera a la ficción: Las cárceles de cientos de países están repletas por millones de personas por su relación con el consumo o tráfico, los conflictos sociales en torno a la prohibición de las drogas son muy fuertes en regiones centroamericanas y en países como México, donde las víctimas mortales se cuentan por miles. Este terror de mafias narcotraficantes afecta doblemente a las personas de las clases oprimidas y explotadas, ya que el tráfico se suele instalar en los barrios populares, generando un entorno de crimen, violencia y opresión con todo lo que ello significa: venganzas, juicios, cárcel, represión, y con ello, el sufrimiento, la angustia, fragmentación social, en definitiva, pobreza profunda. 
 
Frente a esta problemática, como anarquistas pienso que no podemos rechazar la despenalización de las drogas, escudándonos simplemente en el discurso de que estamos contra las drogas porque son un arma del capitalismo para mantener a la gente adormecida, que aunque en cierta medida puede ser verdad, la realidad concreta para las clases oprimidas y explotadas es la completa indefensión frente a las políticas anti-drogas de los gobiernos. Alguien pensará por ahí, es que son dos cosas distintas, y sí, una cosa es como individuos criticar el consumo de drogas y otra, oponerse a la despenalización, el asunto es que no todos lo ven así, y confunden las cosas facilitando la criminalización.


Dicho esto, algunas conclusiones:

1-Oponerse sistemáticamente a la despenalización de las drogas es fortalecer al Estado y sus organismos de represión y control, ya que la llamada guerra al narcotráfico sirve de excusa para aumentar el poder militar de la clase dominante; más presupuesto para armas, personal, comisarías y capacitación. (Algo muy similar a lo que hacen ciertos Estados con la excusa de supuestos grupos terroristas o enemigo interno)

2- Rechazar  la despenalización de las drogas es estimular al narcotráfico, ya que al estar prohibido el cultivo, producción e intercambio de drogas, se fortalece el tráfico y con ello todo un entorno de violencia y crimen.

3- Negar la despenalización de las drogas es beneficiar directamente el consumo de drogas legales como el alcohol, el tabaco y a la industria farmacéutica, ya que el consumo de drogas naturales y de fácil producción como la marihuana, reemplazaría en muchos casos a dichas sustancias, por lo general más costosas y menos saludables. 

4- Oponerse a la despenalización de las drogas facilita la criminalización de compañeros por esta vía cuando desde el poder no es posible probar la culpabilidad por otros caminos legales, o en su caso, aumenta las penas sumándose a otros delitos.

 
Sostener que en una sociedad libertaria el consumo de drogas por arte de magia desaparecerá es un pensamiento arbitrario y artificial, algo muy similar a pensar que socializando los medios de producción automáticamente acabaremos con las conductas machistas. Pienso que el consumo de drogas, y aquí incluyo el alcohol, el café, yerba mate y similares, posiblemente continuará por muchos años. Como individuos podemos tener todos los reparos a estas prácticas, sobre todo cuando para conseguir ciertas sustancias es necesario la devastación del ecosistema, podemos tener críticas a los efectos de determinadas sustancias y a la irresponsabilidad de las personas en torno a su uso, pero prohibir no es una solución libertaria, tampoco la cárcel, ni leyes, sí normas, sí hablar estos temas las veces que haga falta, pero como anarquistas lo que no podemos hacer, es sumarnos directa o indirectamente a la criminalización del Estado al uso de drogas.



Formación anarquista: El comunismo Libertario

lunes, 17 de junio de 2013

Piotr Kropotkin y la educación


El siguiente texto es una propuesta de resumen del capítulo VIII del libro  “Fábricas, Campos y Talleres” de Piotr Kropotkin,  el cual pueden consultar completo en el siguiente Link, http://www.kclibertaria.comyr.com/lpdf/l159.pdf

 

Divorcio entre la ciencia y el oficio

En los antiguos tiempos, los hombres de ciencia, y en particular aquellos que más han hecho a favor del crecimiento de la filosofía natural, no despreciaron el trabajo manual: Galileo, se hizo con sus propias manos sus telescopios; Newton, aprendió en su juventud el arte de manejar herramientas, ejercitando su infantil imaginación en la construcción de aparatos muy ingeniosos, y cuando empezó sus investigaciones en óptica estaba en condiciones de poder pulimentar los lentes de sus instrumentos y hacer por sí mismo el gran telescopio, que, dada aquella época, era un obra de mérito. Nosotros hemos cambiado todo eso: con pretexto de la división del trabajo, hemos separado violentamente el trabajo intelectual del manual. Los hombres de ciencia, por su parte, deprecian el trabajo manual. ¿Cuántos podrían hacer un telescopio u otro instrumento menos complicado todavía? La mayoría no son capaces ni aun de dibujar un aparato científico, y cuando dan una vaga idea al constructor, dejan al cuidado de éste el inventar lo que ellos necesitan.

Pero hay más aún: han elevado sus menosprecio por el trabajo manual a la altura de una teoría: «El hombre de ciencia -dicen- debe descubrir las leyes de la naturaleza, el ingeniero, el aplicarlas y el obrero ejecutar en madera o acero, en hierro o en piedra, los dibujos y formas trazadas por aquél; debiendo trabajar con máquinas inventadas para que las use, pero no por él. Nada importa que no las entienda ni pueda mejorarlas; el hombre de ciencia y el ingeniero científico cuidarán del progreso de la ciencia y la industria».

¿Qué significa, sino, ese grito que se levanta al mismo tiempo en Inglaterra, Francia, Alemania, Estados Unidos y Rusia, pidiendo la educación técnica, como no sea el disgusto general que produce la división actual en científicos, ingenieros y trabajadores? Escuchen a los que conocen la industria, y verán que la base de sus quejas es ésta: «El obrero cuyo trabajo ha sido especializado por la división permanente de la faena, ha perdido todo interés intelectual en ella, lo que principalmente ocurre en la gran industria, así como sus facultades inventivas. En otro tiempo inventaba mucho; los trabajadores manuales, y no los hombres de ciencia, ni los ingenieros, son los que han descubierto o perfeccionado los primeros motores y toda esa masa de maquinaria que ha transformado la industria durante los últimos cien años; pero desde que la gran fábrica se ha electrolizado, el obrero, deprimido por la monotonía del trabajo, ha dejado de inventar. ¿Qué puede inventar el tejedor que tiene a su cargo cuatro telares, sin saber una palabra respecto a sus complicados movimientos, ni de qué modo ha de progresar el mecanismo hasta alcanzar su estado actual? ¿Qué puede aprender un hombre condenado por  toda su vida a enlazar los extremos de dos hilos con la mayor celeridad, y no sabe más que hacer un nudo?». 

«En los comienzos de la industria moderna, tres generaciones de obreros inventaron; pero ahora han dejado de hacerlo. Y en cuanto a los adelantos introducidos por los ingenieros, instruidos especialmente para idear máquinas, o les falta el ingenio o resultan poco prácticos. Esos, casi nada, de los que una vez habló sir Frederich Bramwell, en Baht, faltan en sus inventos; esas insignificaciones, que sólo pueden aprenderse en el obrador, y que permitieron a Murdoch y a los trabajadores de Soho hacer una máquina completa del engendro de Watt. Únicamente el que conoce la máquina, no sólo en el dibujo y el modelo, sino en su constante trabajo y funcionamiento, y que sin querer piensa en ellas  mientras se halla a su lado, es quien verdaderamente puede mejorarla. Smeaton y Newcomen, es indudable que eran excelentes ingenieros, y sin embargo, en sus máquinas un muchacho tenía que abrir la válvula del vapor a cada golpe del pistón, siendo uno de estos niños quien ideó el relacionar la válvula con el resto de la máquina para que se abriera automáticamente, y él pudiera irse a jugar con sus compañeros. Más en la maquinaria moderna no ha quedado espacio para inocentes descubrimientos de esa clase. Una educación científica en escala elevada se ha hecho necesaria para poder realizar nuevos adelantos, y ésta se le niega a los trabajadores: así que no hay medio de salir del atolladero, a menos que no se combinen juntas la educación científica y el arte mecánico; a menos que la integración de los conocimientos vengan a reemplazar la actual división».

Educación técnica

Tal es, en sustancia, el verdadero significado del presente movimiento a favor de la educación técnica; pero en vez de presentarse a la consideración pública las causas, tal vez inconscientes del descontento actual, en lugar de elevar la discusión y prestar a la cuestión toda la amplitud que merece, los porta-estandartes del movimiento no la sacan de los límites más reducidos. Algunos de ellos hacen uso de un lenguaje con pretensiones de patriótico y en realidad ridículo, hablando de dejar fuera de combate toda industria extranjera, mientras los demás no ven en la educación técnica más que el medio de mejorar algo a la máquina humana de la fábrica, y permitir que algunos obreros puedan ascender a una clase superior. Semejante ideal puede satisfacer a tales gentes, pero no a aquellos que no pierden de vista los intereses combinados de la ciencia y la industria, y consideran a ambas como un medio de elevar a la humanidad a más alto nivel: nosotros sostenemos, pues, que en interés de las dos, así como de la sociedad en general, todo ser humano, sin diferencia de nacimiento, debiera recibir una educación que le permitiera, ya fuera varón o hembra, combinar un verdadero conocimiento científico con otro, igualmente profundo, del arte mecánico.


Reconocemos sin reservas la necesidad de la especialización de los conocimientos; pero mantenemos que ésta debe venir después de la educación general, la cual debe comprender la educación general tanto a la ciencia como al trabajo manual. A la división de la sociedad en trabajadores intelectuales y manuales, nosotros oponemos la combinación de ambas clases de actividades; y en vez de «la educación técnica», que impone el mantenimiento de la presente división entre dos clases de trabajos referidos, proclamamos la educación integral  o completa, lo que significa la desaparición de esa distinción tan perniciosa. Claramente expresada, la aspiración de la escuela bajo este sistema debería ser la siguiente: dar una educación tal, que al dejar las aulas a la edad de diez y ocho o veinte años, los jóvenes de ambos sexos se hallaran dotados de un capital de conocimientos científicos que les permitiera trabajar con provecho para la ciencia, dándoles al mismo tiempo un conocimiento general de lo que constituyen las bases de la enseñanza técnica, y la habilidad necesaria en cualquier industria especial para poder ocupar su puesto dignamente en el gran mundo de la producción manual de la riqueza.  



La pérdida del tiempo es el rasgo más característico de nuestro sistema actual; no sólo se nos enseña una multitud de cosas útiles, sino que, hasta lo que no lo es, se nos enseña de tal modo, que es causa de que empleemos en aprenderlo mucho más tiempo del necesario. Es indudable que los años de la niñez no debieran emplearse tan inútilmente como hoy sucede; habiendo demostrado los maestros alemanes hasta qué punto los juegos de los niños pueden servir de instrumentos para dar a su entendimiento algún conocimiento concreto, lo mismo en geometría que en matemáticas.

Matemáticas


Los niños que han hecho los cuadros del teorema de Pitágoras con pedacitos de cartón de colores, no lo mirarán cuando lleguen a él en geometría como un simple instrumento de tortura ideado por el maestro para martirizarlos, y con tanto menos motivo, si lo aplican en la forma que lo hacen los carpinteros. Problemas muy complicados de aritmética, que tanto nos fatigan en la infancia, se resuelven fácilmente por criaturas de siete y ocho años, si se les presenta bajo una forma atractiva e interesante.

Es casi imposible imaginar, sin haberlo experimentado, cuantos conocimientos útiles, hábitos de clasificación y gusto por las ciencias naturales pueden inculcarse en la mente del niño; y si una serie de cursos concéntricos adaptados a las varias fases del desarrollo del ser humano se aceptara generalmente en la educación, los primeros conocimientos en todas las ciencias, exceptuando la sociología, podrían enseñarse antes de la edad de diez o doce años, de modo que se diera una idea general del universo, de la tierra y sus habitantes, y de los principales fenómenos físicos, químicos, sociológicos y botánicos, dejando el descubrimiento de las leyes de aquéllos a una nueva clase de estudios más profundos y especiales. Por otra parte, todos sabemos lo que les gusto a los niños hacer por sí mismos sus juguetes, y con qué placer imitan el trabajo de las personas mayores, si las ven ocupadas en el taller o en la obra; pero los padres, o estúpidamente paralizan esa pasión o no saben cómo utilizarla: la mayor parte de ellos desprecian el trabajo manual, y prefieren enviar sus hijos a estudiar historia romana o el método de Franklin, para hacer dinero, antes de verlos dedicados a un trabajo que sólo es propio de «las clases inferiores». Así hacen lo posible para aumentar las dificultades de los estudios posteriores.

Después vienen los años de colegio, y de nuevo se vuelve a perder el tiempo de un modo increíble. Tomemos, por ejemplo, las matemáticas, que todos deberían saber, porque es la base de toda educación ulterior, y que tan pocos aprenden en nuestras escuelas: en geometría se pierden lastimosamente el tiempo, usando un sistema que tan sólo consiste en confiarlo todo a la memoria; en los más de los casos, el niño lee una y otra vez la prueba de un teorema hasta que su memoria ha retenido la sucesión de los razonamientos. Por cuya razón nueve niños de cada diez si se les pregunta que prueben un teorema elemental dos años después de haber salido de la escuela no podrán hacerlo, a menos que se hayan dedicado especialmente a las matemáticas.


Además, cada verdad geométrica abstracta debe imprimirse igualmente en el entendimiento en su forma concreta: tan pronto como los alumnos hayan resuelto algunos problemas en el papel, deben hacer lo mismo en el terreno dedicado al recreo, con unos palos y una cuerda, y luego aplicar sus conocimientos en el taller. Sólo entonces, las líneas geométricas adquirirán un significado concreto en la mente de los niños. Sólo entonces, las líneas geométricas adquirirán un significado concreto en la mente de los niños; sólo entonces verán que el maestro no bromea, cuando les dice que resuelvan los problemas con la regla y el compás, sin necesidad de acudir a otros medios; sólo entonces sabrán geometría «De los ojos y la mano al cerebro», éste es el verdadero principio de la economía de tiempo en la enseñanza.


Al obligar a nuestros hijos a estudiar cosas reales, de meras representaciones gráficas, en vez de procurar que las hagan ellos mismos, somos causa de que pierdan un tiempo muy precioso; fatigamos inútilmente su imaginación; los acostumbramos al sistema más malo de aprender; matamos en flor la independencia del pensamiento, y rara vez conseguimos dar un verdadero conocimiento de lo que nos podemos enseñar. Un carácter superficial, el repetir como loros, y la postración e inercia del entendimiento, son el resultado de nuestro método de educación: no los enseñamos el modo de aprender; y hasta los principios mismos de la ciencia se les dan a conocer por medio del sistema tan pernicioso, habiendo muchas escuelas en las que se enseña hasta la aritmética en su forma más abstracta, llenándose las cabezas de las pobres criaturas solamente de reglas.


Ciencia y práctica


Mientras que la industria, especialmente desde fines del siglo pasado y durante la primera parte del presente, ha estado inventando en tal escala, que bien puede decirse ha transformado la faz misma de la tierra entera, la ciencia ha ido perdiendo sus facultades inventivas: los hombres científicos han dejado de inventar, o lo hacen en muy pequeña escala. ¿No es verdaderamente notable que la máquina de vapor, aún en sus principios fundamentales; la locomotora, el buque de vapor, el teléfono, el fonógrafo, el telar mecánico, la fotografía en negro y en colores, y miles de otras cosas menos importantes, no hayan sido inventadas por científicos de profesión, aun cuando ninguno de ellos hubiera tenido inconveniente en asociar su nombre a cualquiera de esas invenciones?

Hombres que apenas habían recibido alguna instrucción en la escuela y sólo recogió las migajas del saber de la mesa del rico, teniendo que valerse para hacer sus ensayos de los medios más primitivos; el oficial de notario Smeaton, el instrumentista Watt, el constructor de carruajes Stephenson, el aprendiz de platero Fulton, el constructor de molinos Rennie, el albañil Telford, y centenares de otros de quienes ni aun los hombres se conocen, fueron, como con razón dice Smiles, «los verdaderos autores de la civilización moderna», en tanto que los científicos de profesión, provistos de todos los medios de adquirir conocimientos y de experimentar, representan una parte insignificante del cúmulo de instrumentos, máquinas y primeros motores que han mostrado a la humanidad el modo de utilizar y manejar las fuerzas de la naturaleza. El hecho es significativo, y, sin embargo, su explicación es bien sencilla: aquellos hombres -Los Watts y los Stephenson- sabían algo que los sabios ignoran; sabían valerse de sus manos; el medio en que vivían estimulaba sus facultades inventivas; conocían las máquinas, sus fundamentos y su acción; habían respirado la atmósfera del taller y de la obra.

Sabemos lo que contestarán a esto los hombres de ciencia. Ellos dirán: «Nosotros descubrimos las leyes de la naturaleza; que otros las apliquen; la cuestión no es más que una simple división del trabajo.» Pero estas respuestas no estarían basadas en la verdad: lo contrario precisamente es lo que sucede; pues de cada cien casos contra uno, el invento mecánico vienen antes que el descubrimiento de la ley científica. La teoría dinámica del calor no vino antes que la máquina de vapor, sino después. Cuando miles de máquinas transformaban ya el calor en movimiento, ante la vista de centenares de profesores, durante medio siglo o más; cuando miles de trenes, detenidos por poderosos frenos, desprendían calor y lanzaban numerosas chispas sobre los rails al acercarse a las estaciones; cuando en todo el mundo civilizado los pesados martillos y las perforadoras daban un ardiente calor a las masas de hierro, sobre las cuales actuaban, entonces, y sólo entonces, un doctor, Mayerm se aventuró a anunciar la teoría mecánica del calor, con todas sus consecuencias; y sin embargo, los científicos poco menos que lo volvieron loco, aferrándose obstinadamente al misterioso fluido calórico, calificando al libro de Joule, sobre la equivalencia mecánica del calor, de «poco científico».


Cuando todas las máquinas demostraban la imposibilidad de utilizar todo el calor emitido por una cantidad determinada de combustible quemado, vino entonces la ley de Claudio. Y cuando en todo el mundo ya la industria transformaba el movimiento del calor, sonido, luz y electricidad, y recíprocamente, fue sólo cuando apareció la teoría de Grave sobre la «Correlación de las fuerzas físicas». No fue la teoría de la electricidad la que nos dio el telégrafo: cuando éste se inventó no conocíamos respecto a ella más que dos o tres hechos presentados más o menos inexactamente en nuestros libros; su teoría aun no está formulada, y aguarda todavía a su Newton, a pesar de los brillantes esfuerzos de estos últimos años. Aun estaba en su infancia el conocimiento empírico de las leyes en las corrientes eléctricas, cuando algunos hombres de valor tendieron un cable en el fondo del océano Atlántico, a pesar de las críticas de las autoridades científicas.


No fue la teoría de los explosivos la que condujo al descubrimiento de la pólvora; hacía siglos que éste se usaba antes que la acción de los gases de un cañón se sometiera a un análisis científico. Y así sucesivamente: el gran proceso de la metalurgia, las aleaciones y las propiedades que estas adquieren por la adición de una pequeña cantidad de algún metal o metaloide; el reciente impulso que ha tomado el alumbrado eléctrico, y aun las predicciones referentes a los cambios del tiempo, que con razón merecieron el calificativo de «anticientíficas» cuando fueron inauguradas por el viejo marino Fitzroy, todo esto podría mencionarse como ejemplo en apoyo de lo manifestado. No por eso se ha de negar que, en algunas ocasiones, el descubrimiento o la invención no ha sido más que la simple aplicación del principio científico, como el descubrimiento del planeta Neptuno, por ejemplo; pero en la inmensa mayoría de los casos. Lo contrario precisamente es lo que ha ocurrido. Es evidente que cada invento se aprovecha de los conocimientos acumulados previamente y formas de su manifestación; pero en general se sobrepone a lo que se sabe; da un salto a lo desconocido, y de ese modo abre una nueva serie de hechos que ofrece a la investigación. 


Es evidente, sin embargo, que todas las personas no pueden gozar igualmente en ocupaciones puramente científicas, pues la variedad de inclinaciones es tal, que muchos encontrarán más placer en las ciencias, otros en las artes, y otros también en algunas de las innumerables ramas de la producción de la riqueza; pero cualquiera que sea la ocupación que prefiera cada uno, el servicio que cada cual pueda prestar en lo que haya preferido, será tanto más grande cuanto mayor sea su conocimiento científico. Así como, ya sea hombre de ciencia o artista, físico o cirujano, químico o sociólogo, historiador o poeta, ganará grandemente si empela una parte de un tiempo en el taller o la granja (el taller y la granja), si se pusiera en contacto con la humanidad en su trabajo diario, y tuviera la satisfacción de saber que él también, sin hacer uso de privilegios de ninguna clase, desempeñaba su cometido como otro cualquier producto de la riqueza. ¡Cuánto mejor conocimiento tendría de la humanidad el historiador y el sociólogo, si aquel lo obtuviera, no sólo en los libros o en algunos de sus representantes, sino en su conjunto, en su vida, su trabajo y sus relaciones diarias! ¡Cuántos más acudiría la Medicina a la higiene que a la Farmacia, si los jóvenes doctores fueran al mismo tiempo enfermeros, y éstos, a su vez, recibieran la misma instrucción que los  médicos actuales! 


Ventajas que puede derivar la ciencia de una combinación de trabajo intelectual con el manual


La llamada división del trabajo es hija de un sistema que condena a las masas a trabajar todo el día entero y toda la vida en la misma monótona faena; pero si tenemos en cuenta los limitado del número de los verdaderos productos de la riqueza de nuestra actual sociedad, y de qué modo se malgasta su trabajo, habremos de reconocer que Franklin tenía razón al decir que cinco horas de trabajo diario bastarían, por lo general, para proporcionar a cada individuo, en una nación civilizada, las comodidades de que ahora solo pueden gozar los menos, con tal de que todos tomaran una parte en la producción. Más de entonces acá algo se ha progresado, aun en la rama más atrasada hasta ahora de la producción, como queda indicado en las páginas precedentes; aun en ella, la productibilidad del trabajo puede aumentarse inmensamente, haciéndose éste fácil y atractivo.


Más de la mitad de la jornada de trabajo quedaría así libre para que cada uno la dedicase al estudio de las ciencia y las artes, o cualquiera ocupación  a que diera la preferencia; y su labor en este terreno sería tanto más provechosa cuando más productivo fuera el trabajo realizado en el resto del día, si el dedicarse a la ciencia y el arte fuera el producto de la inclinación natural y no cuestión de conveniencia e intereses. Por lo demás, una comunidad organizada bajo el principio de que todos fueran trabajadores, sería lo bastante rica para convenir en que todos sus miembros, lo mismo varones que hembras, una vez llegados a cierta edad, por ejemplo, desde los cuarenta en adelante, quedasen libres de la obligación moral de tomar una parte directa en la ejecución del trabajo manual necesario, pudiendo así estar en condición de dedicarse por completo a lo que más le agradara en el terreno de la ciencia, del arte o de un trabajo cualquiera. Y los adelantos de todo género y en todos sentidos, surgirían con seguridad de tal sistema; en una comunidad semejante no se conocería la miseria en medio de la abundancia ni el dualismo de la conciencia que envenena nuestra existencia y ahoga todo noble esfuerzo, pudiéndose libremente emprender el vuelo hacia las más elevadas regiones del progreso compatibles con la naturaleza humana.


Resumen del capítulo VIII del libro “Fábricas, Campos y Talleres” de Piotr Kropotkin,  el cual pueden consultar completo en el siguiente Link, http://www.kclibertaria.comyr.com/lpdf/l159.pdf