jueves, 19 de mayo de 2016

Sociedad jerarquizada, salud mental y capitalismo

«Quien desea y no actúa engendra la plaga» William Blake


Los últimos estudios indican que la región chilena presenta altos índices de deterioro de la salud mental, siendo especialmente significativa la prevalencia de los trastornos depresivos, sin embargo, a la par de estas informaciones no han surgido explicaciones satisfactorias que permitan establecer una comprensión plena de la situación. En general las explicaciones populares más recurrentes que he leído lo atribuyen al “individualismo” y “consumismo” propios de una sociedad neoliberal y supuestamente hedonista. Esta explicación me parece bastante problemática y simplista. Por un lado, el denominado consumismo parece más un efecto de un proceso mayor que una causa en sí mismo y por otro, el supuesto individualismo resulta ser una causa imaginaria, ya que ante todo las sociedades jerarquizadas sean democráticas o dictatoriales tienden a la homogeneidad y no a la diversificación de sus integrantes. 


La pregunta entonces es ¿Qué es lo que esta explicación oscurece en vez de sacar a la luz?, ya que ha quedado totalmente omitida la explotación laboral, las extensas jornadas en condiciones adversas que logran extraer la mayor parte de la vitalidad de las personas, en un contexto altamente represivo de la identidad individual, que se ve absorbida por la identidad organizacional, tampoco se hace mención a los sistemas familiares generalmente patriarcales (ya sean muy aglutinados o altamente impersonales en su interacción) que es donde se producen habitualmente los epicentros del deterioro de la salud mental, ya que son sistemas altamente coercitivos o que muchas veces ofrecen relaciones “doble vinculantes” (mensajes contradictorios a nivel ideo-afectivo). Otro aspecto que parece quedar omitido es la situación de constante violencia política por parte del Estado, sus campañas de insegurización con amplia cobertura, menos aun hay mención al sistema educativo basado en una lógica de premios y castigos, que por definición cancela la expresión de cualquier acto espontáneo. Finalmente, tampoco se hace mención al papel de la destrucción de ecosistemas, a pesar de la gran cantidad de conflictos socioambientales, debido a la violenta expansión del capital bajo la sombra del terrorismo de Estado.

Si se examina por ejemplo los trastornos depresivos se puede observar que contradicen estas explicaciones, ya que por definición presentan gran pérdida de energía, sentimientos de culpa y la incapacidad de experimentar placer, por lo tanto es difícil ver en este caso el papel del supuesto “hedonismo” como explicación, situación similar ocurre con todo el espectro de trastornos ansiosos que son una forma de miedo puro condicionado, que no cuenta con posibilidad de una adecuada expresión psico-fisiológica. Ahora, si se observa otros trastornos como los alimentarios, el denominado trastorno límite y de ahí hacia las psicosis, lo que se puede ver es una difusión de la identidad que es totalmente incompatible con la idea de un individualismo exacerbado. De esta forma me parece que en esta explicación con alto contenido moral en la izquierda actual lo que se esconde es la continuación de una forma de valorar, que es la misma del sistema social que se supone que se está criticando. Me explico: El sistema social jerarquizado sea democrático o dictatorial, su forma económica capitalista no es la de una sociedad ni orgiástica ni dionisíaca, es una sociedad eufóricamente puritana, que emplea una amplia gama de sistemas de domesticación psicofisiológica en todas las áreas que antes mencioné como excluidas de la explicación habitual sobre la salud mental.

Este discurso paranoico con la diversión o el placer o la expresión de individualidad podría darlo perfectamente un luterano. Recordar el importante papel en la generación del capitalismo de la ética protestante y como esta se aplica a los “recursos humanos”, después de todo, los realmente pobres difícilmente podrían tener un problema de “consumismo” y mucho menos tiempo alguno para la expresión de su individualidad. Por lo tanto, la explicación que se pretende dar es una forma de valorar que implica rechazar constantemente los propios instintos, se basa en la autorenuncia, expresada de hecho en el discurso igualitarista de la moral cívico-democrática (continuación del igualitarismo cristiano somos todos hijos de dios) en que todos somos ciudadanos. Este discurso homogenizador opera como telón de fondo de todos los sistemas de control antes descritos, provocando la renuncia a los instintos bajo la premisa del supuesto bien mayor que sería el interés de la sociedad (clase dominante, sus dioses, etc.) suprimiendo tanto la individualidad como lo que podríamos tener en común, la naturaleza humana es sustituida por todos estos ideales, generalmente esta trampa es realizada atribuyendo a los instintos el papel de caja de Pandora, sin embargo, si bien la crueldad parece ser algo instintivo en ocasiones, esa solo es una parte de la historia ya que hay muchos otros instintos desde la curiosidad, el sexo, la creatividad, el amor, etc.

Es bueno recalcar en este punto que las diferencias siempre van a tener que existir para ser sanos, porque la naturaleza es así, solo que estas no pueden convertirse en fundamentos de jerarquía social o económica o política. La igualdad que se busca es la inexistencia de jerarquías no la homogeneidad que se esconde bajo el discurso igualitarista y que también invade a veces los discursos anticapitalistas.

Desde esta perspectiva se puede ver como la región chilena pasó de ser en dictadura un lugar totalmente aterrorizado a ser un lugar totalmente deprimido bajo la democracia burguesa y su forma de valorar. En este sentido, se puede afirmar la necesidad de una inversión de esta forma de valorar, basada en la constante renuncia a los deseos que impone un sistema jerarquizado, como forma de salir de la domesticación psicofisiológica focalizada en la reverencia constante al principio de autoridad, que niega cualquier espontaneidad a nivel socio-afectivo. Ya que las explicaciones supuestamente ilustradas de la psiquiatría nos siguen encerrando en un determinismo biologicista desmentido hasta el cansancio, mientras las escuelas de psicología con su modelo bio-psico-social constatan una obviedad a la vez que la reducen a datos estadísticos, con que disparar a la bandada, con los clásicos lugares comunes de sociedad “moderna”, “globalización”, “la vida agitada”, etc., ignorando por completo las relaciones de poder implícitas en la comprensión del deterioro de la salud mental (en realidad salud psicofisiológica sería más adecuado decir).

Esta inversión de valores de la que hablo solo es posible en la medida en que se produzca una transmutación de los afectos, que va generando la constante renuncia a los deseos para acomodarse a estos supuestos ideales superiores de una sociedad jerarquizada, es decir, volver a valorar una individualidad interdependiente que atiende a las reales necesidades de su propio organismo, solo desde ahí es posible la organización necesaria para subvertir los cimientos de esta forma sepulcral de infravalorar la vida que se esconde bajo los supuestos grandes ideales de Estado de derecho, democracia, civismo, etc. De esta forma solo se puede afirmar que son nuestros demonios nuestros mejores consejeros, basta ver al respecto como el supuesto potencial civilizatorio del capital nos tiene más cerca de la sexta extinción que del comunismo.





1 comentario:

  1. Me parece un tema bastante interesante, perdonenme si no logre comprender pero ¿cual seria la medida para lograr dar una solucion a esto?, de ante mano muchas gracias. (A)

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