En tiempos de la no-vida, hay quien siente la necesidad de recrear ciertos espacios en los que la lucha se vuelve parcelaria. Se plantea como un espacio a conquistar, se especializa en apartados y surge un nuevo profesional que rentabiliza su saber y regula inseguridades. El politiquille oportunista disfrazado de verde en busca de la rentabilidad de los desastres. Aparece el empresarie respestuose, las marcas comerciales ecológicas, los verdaderos conflictos se diluyen, se esconden las causas que producen la maquinaria de la sociedad, así se busca luchar por la unidad y el bien del planeta sin entrar demasiado en los conflictos sociales, eso se puede salvar. Pero un mundo en armonía no se puede encontrar sólo por las luchas relacionadas a la naturaleza, ha de ser a la par con los problemas sociales cuando se puede vivir, buscando un cuestionamiento total.
Nadie plantea el porqué de la jerarquía social o animal, la dominación y sus justificaciones, el control, el antropocentrismo, la posesión de la naturaleza, la civilización o la tecnología. Pero el ecologismo no es más que el decorado verde de la barbarie, no trata de ir más allá, lo plantea como un problema aislado y separado de la crueldad del mundo despiadado en el cual morimos día a día. A algunes ecologistas sólo les parece importar el que no se destruyan más los "santuarios" de vida salvaje, las zonas vírgenes, esos paraísos que sólo se pueden contemplar, en los que prohibir la vida humana (este desprecio a los individuos hace que parezca que las capacidades que tenemos son sólo para hacer daño, y no para hacer algo bueno), mientras su cotidianidad puede ser del todo artificial, pero para elles lo más importante es proteger esos lugares con aires místicos, en armonía con un biocentrismo que raya lo absurdo, defendiendo todo tipo de vida como un valor incuestionable. Vivir es matar y morir, la muerte se considera mala y la vida buena, pero lo que importa es cómo se mata y cómo se muere, no el mero hecho de estar con vida. Vemos la muerte como algo terrible cuando la vida no es vivida plenamente, ni integrada plenamente en los ecosistemas.
Otres se plantean cómo humanizar la explotación de la naturaleza, minimizar los daños a la salud y al bienestar humano del capitalismo, poner parches para que se siga permitiendo disfrutar mejor la relación de superioridad con la tierra, perfeccionando la dominación y los riesgos que puede acarrear, todo para planear la mejor forma de explotar los recursos de la naturaleza, es algo que está ahí para poder mejorar las calidades de vida (muchas veces se confunde con el consumismo) y cómo no, en la sociedad de la mercancía, pasa por mercantilizarlo todo lo que queramos. Aunque no es cuestión de saquearlo todo en un segundo, se plantean controlarlo y autogestionarlo para que pueda dar tiempo a la tierra que se renueve. Esto es el ecologismo economicista que todo lo calcula y ve la naturaleza simplemente como un bien del que sacar su propio beneficio sin preocuparse más que de su antropocentrismo elitista. Otra parte es cómo ha surgido la agricultura (es un simple método, seguramente el primero) como necesidad, en la dominación de la tierra y los conceptos de propiedad, de delimitar terrenos y cómo ha calado en las sociedades venideras como algo natural conceptos que esconden autoridades, desigualdades, sacrificios, jerarquías. Y así se marginaba a les nómadas que disfrutaban de la vida sin agarrarse al mañana, ni una búsqueda de seguridad que poseer, que le volvía esclaves.
El progreso nos avasalla con la artificialización, la visión de la mejora de las especies, para adaptarlas a un entorno que la industrialización y el mercado arrastraron previamente, a través de esta artificialización se trata de diseñar un terreno de experimentación y explotación. Una vez rotos los límites del medio natural, no quedará un punto de referencia desde el que establecer la medida del equilibrio entre las necesidades humanas y las necesidades de un determinado ecosistema y, por otra parte, con productos biológicos, el capitalismo se adapta en todos los campos, por un lado la cara bestia del mercado que tiende a rentabilizar al máximo lo que crea (transgénicos y demás mierdas) y por otro el mercado verde de productos "sanos" (que en verdad es lo "normal"). Ese capitalismo verde que es la alternancia del consumo para quien no quiera comer lo que se vuelve típico. Para esto han influido los "avances" de la tecnología que son aplicados en nuestra cotidianidad, ya sea para expandir todo tipo de mercados (alimentos, control...) y crear relaciones de dependencia, las implantaciones de pseudonecesidades, mercancías sin nombre, que no hacen más que sujetarnos a donde se pierda la autonomía de los individuos y se sientan cada vez más miserables al no poder controlar ningún aspecto de su vida.
Tambien la forma de alimentarnos es una pequeña parte de cómo vemos el mundo y cómo lo queremos. Por eso nosotres ya no lo aceptamos como una simple dieta, o una especie de elección personal, ni de gustos, es una forma de vida; la correlación no explotadora ni dominadora con otras especies no es una mirada desde la superioridad, es una auténtica empatía con otros seres de diferentes especies. Ya no valen medias tintas, superar el vegetarianismo que no acaba ni con el sufrimiento ni la explotación sobre los animales. No sabemos si esto dolerá, porque puede parecer que tiene tintes de autoritarismo y no deja opciones. Pero queremos afrontar realidades, superar miserias y romper con las ideas aceptadas, así que si te duele, ya sabes: tienes un problema.
Bestmotivny
Fuente GERMINAL
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