martes, 9 de junio de 2020

¿El racismo solo afecta a los pobres?



Hay quienes desde sus blancas pieles señalan que el racismo solo afecta a las personas racializadas pobres. A los trabajadores. Aquel discurso en una primera lectura rápidamente se difunde, pues se acomoda bastante bien a la izquierda blanca, al marxismo tradicional y a los anarquistas que envuelven todo en un sesgado análisis de clases. Sin duda alguna el racismo afecta sobre todo a los negros, indígenas, inmigrantes y comunidades racializadas que pertenecen a las clases desposeídas de poder y medios de producción. Esto es evidente. Sin embargo, afirmar que solamente a ellos les afecta es más difícil de aceptar. Pues si bien el racismo se desarrolla a partir de relaciones opresivas de clases, en donde una clase privilegiada subyuga a otros que consideran inferiores, a su vez adquiere particularidades distintas vinculadas al origen, rasgos y color de piel de quienes somete. 

El racismo se encuentra en el origen del capitalismo. A partir del racismo se construyó el orden jerárquico mundial que mercantiliza cada segundo de nuestra existencia. Sin embargo, el racismo es a su vez una opresión con características específicas del capitalismo. En el racismo el sujeto oprimido no es simplemente alguien que es explotado, sino que es explotado y subyugado con un hincapié mucho más severo que alguien considerado humano o "normal". 

En la ideología racista el sujeto oprimido es invalidado en su condición de ser humano. Los negros fueron considerados los hijos de Cam, el hijo negado de Noé. En efecto, cargaban en sus pieles una maldición divina. A los indios americanos, por su parte, se les consideraba seres carentes de alma, deudores de la educación cristiana que el catolicismo se esforzaba por entregar. Estos procesos históricos de disciplinamiento contra los cuerpos racializados signaron siglos de opresión que dividieron a las comunidades, desencadenando hasta la actualidad una serie de prejuicios, discriminaciones y violencias no solo contra los trabajadores racializados sino que contra cualquiera que responda a los rasgos o estereotipos asimilados como inferiores en un colectivo determinado por parte de la ideología dominante.

Un ejemplo práctico de esto lo podemos observar con el trato dado a Yuri Sarran, quien en 2006 se encontraba en una conocida discoteca de Barcelona en donde fue acosado por agentes de civil de la Guardia Urbana. Yuri fue detenido y torturado. Los policías descargaron contra él el desprecio y odio que, según su ética, merece una persona de una característica determinada. Era, para ellos, un inmigrante racializado como tantos otros que yacen en las profundidades del mar mediterráneo o en las cárceles en espera de deportación. Alguien contra quien se puede ser mucho peor que contra un nacional blanco. A Yuri los policías le golpearon, le quemaron con un cigarro y le restregaron la cara con una fregona (1)

Yuri Sarran
Para la mala suerte de estos agentes, Yuri era hijo de un diplomático de Trinidad  y Tobago en Noruega. Es decir, alguien perteneciente a la burguesía, con contactos y recursos. No era un trabajador ni  pobre, sino alguien que vive de la plusvalía de la clase trabajadora de su país de origen; recursos que recibía a través de su privilegiada familia. Debido a la denuncia presentada por él se pudo evidenciar, al menos ante la opinión pública, que los Guardias Urbanos denunciados eran unos torturadores de oficio, pues fueron los mismos que habían infringido en febrero de 2006, sendas torturas contra los presos del caso 4F, en donde las principales víctimas eran inmigrantes, argentinos y chilenos. Entre ellos Rodrigo Lanza. Esto último está perfectamente retratado en el documental Ciutat Morta.

El anterior ejemplo es singularmente azaroso pero no excepcional y a ello podríamos sumar una serie interminable de opresiones consecuencia del racismo que sufre cualquier persona racializada. En cualquier escuela, da lo mismo la clase social, en prácticamente cualquier país en donde sea minoría, un alumno racializado recibirá constantes humillaciones, esto, independientemente si los padres son unos exitosos empresarios. "Indio", "negro calule", "Cirilo", "sonríe para verte que ya es de noche", son solo algunos ejemplos del trato degradante que los niños recibirán cada día de su escolarización. Además de palizas y múltiples formas de violencia solo por tener un color oscuro de piel.  

El trato en los supermercados, transporte público, aeropuertos, tiendas de ropa, restaurantes y en cualquier esquina, no será diferente. Los ojos policiales y de  la seguridad inmediatamente se agudizarán contra los cuerpos racializados. Los guardias les perseguirán en los pasillos, da igual si la persona proviene de un entorno acomodado. Todo esto último se sufrirá notoriamente en países como Chile. En donde ser negro es prácticamente sinónimo de inmigrante y pobre. Alguien que merece total desconfianza...

En síntesis. El racismo es una relación de clases vinculado a la expansión del Estado moderno. También tiene que ver con el colonialismo -algunos dirán que fue una excusa ideológica para el colonialismo-, pero al mismo tiempo se configura como una serie de creencias, mitos, prejuicios, basados en el imaginario que aquellas relaciones históricas conformaron.  

Claramente el racismo, tal como el sexismo, afecta sobre todo a las personas de las clases explotadas. Pero son especificaciones que también afectan y oprimen a personas de sectores acomodados. Reconocer esto no equivale a  construir políticas desde la visión de las clases poseedoras, pero simplificando con falsos sesgos una realidad compleja no aboliremos la totalidad de las injusticias y opresiones existentes. Y como anarquistas aquello es lo que nos interesa.

N&A

 

1) Yuri: «He intentado eliminar de mi vida lo que pasó en esa habitación, pensé que moriría»

 

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