domingo, 14 de junio de 2015

Cuando en 1893 declararon el comunismo anarquista en Brasil - Ángel Cappelletti

Pintura retratando Canudos antes de la guerra.
En 1893, un lustro apenas después de la abolición de la esclavitud, Antonio Conselheiro, con un grupo de campesinos, ocupó la abandonada hacienda de Canudos y estableció allí una comunidad de trabajadores, sustraída tanto a la explotación de los latifundistas como a las leyes del Estado republicano, basada hasta cierto punto en la autogestión. Nada tiene de extraño que llegara pronto una multitud de esclavos a quienes la manumisión había dejado sin trabajo ni medios de vida y que algunos meses después hubiera en Canudos más de 25.000 habitantes dedicados a trabajos agrícolas y ganaderos. El régimen era sin duda comunista, pues estaba fundado, como dice Euclides da Cunha, en «la apropiación de los objetos muebles y de las casas, y en la comunidad absoluta de la tierra, de las pasturas, de los rebaños y de los productos de cultivo»

Antonio Conselheiro profesaba una suerte de comunismo cristiano, combatía el alcoholismo tanto como la influencia del clero, no reconocía el Estado ni las autoridades constituidas, se negaba a pagar impuestos, no sentía ningún respeto por los militares, permitía el divorcio y el amor libre, y, por encima de todo, atacaba la propiedad privada. Ya el 6 de mayo de 1887 el conservador Jornal Do Comercio, de Río de Janeiro, anunciaba y denunciaba que «Antonio Conselheiro andaba predicando doctrinas subversivas entre las poblaciones que recorría, causando con ello un gran perjurio a la religión y al Estado, hasta de sustraer a muchos de sus ocupaciones» Aún antes, en 1882, el arzobispo de Bahía, en una circular a los párrocos de su arquidiócesis, los instaba a que prohibieran absolutamente a sus fieles escuchar las prédicas de Conselheiro2. Iglesia y Estado no podían tolerar obviamente una sociedad que desconociera la autoridad de una y otro, aun cuando en ella los crímenes fueran muy raros (y castigados no con prisión o muerte sino con la simple expulsión). No por nada el barón de Geremoabo se refería a la «secta comunista» cuyo jefe era Conselheiro3. Rui Facó recuerda que en Canudos «los robos y saqueos estaban rigurosamente prohibidos, y la obediencia a estos preceptos llegaba hasta el extremo de no tocar, en absoluto, los cargamentos de los convoyes dispersados y diezmados: carnes, harinas, cereales y aun dinero eran abandonados en el lugar donde caían»4. Cuatro expediciones militares fueron sucesivamente enviadas contra Canudos. Las tres primeras fracasaron, dejando en los campos de batalla no menos de cinco mil muertos. El mismo ministro de guerra, mariscal Carlos Machado Bittencourt, se movilizó hacia Canudos hasta que éste al fin cayó y fue aniquilado.

Esta larga historia de luchas sociales e insurrecciones populares constituye, sin duda, un antecedente remoto y genérico del anarquismo en Brasil, el cual no surge, sin embargo, como tal, sino cuando se produce el fenómeno de la masiva inmigración europea, es decir, en las dos últimas décadas del siglo XIX y las dos primeras del XX.


Ángel Cappelletti 


Fragmento del Libro El Anarquismo en América Latina. El título del artículo no corresponde al original. 


1 – Euclides da Cunha, Os Sertoes, Río de Janeiro, 1903 (Hay traducción española: Los Sertones, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1980)

2 – Edgar Rodrigues, Socialismo e sindicalismo no Brasil, Río de Janeiro, Laummert, 1969, p. 53.

3 – Afranio Coutinho, A literatura no Brasil, Vol III, Tomo I, Río de Janeiro, 1959, p. 305 (Cfr. Macedo Soares, A guerra dos Canudos, Río de Janeiro, 1903; Euclides da Cunha, Canudos, Río de Janeiro, 1903).


4 – Rui Facó, Cangaceiros e fanáticos (citado por E. Rodrigues en Socialismo e Sindicalismo no Brasil) 

1 comentario:

  1. Los hechos están novelados en "La guerra del fin del mundo" de Mario Vargas Llosa.
    Vale, el personaje es repulsivo, pero tiene unas cuentas buenas novelas, entre ellas ésta.

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