Bakunin formuló que el
objetivo político de la disolución del Estado capitalista debía empezar no sólo
con la disolución de los aparatos represivos del Estado como suponían Karl Marx
y Friederich Engels (cárceles, ejército, policía…), sino también con los
ideológicos que reproducían el Estado sin necesidad de control violento y
directamente represivo. De entre estas instituciones ideológicas, las que se
destacan desde un principio teórico son la familia y el matrimonio. De esta
forma Bakunin complementa las teorías marxistas de Friederich Engels sobre la
génesis represiva del Estado moderno. Fue Engels quien hizo la conexión entre
el Estado capitalista y el origen de la propiedad privada, la familia y la
esclavitud. En El origen de la familia,
la propiedad privada y el Estado, formula que la moderna lucha de clases
está fundada en la primitiva revolución neolítica, la cual supeditó una nueva
organización social a las nuevas necesidades económicas derivadas del usufructo
de la tierra. La agricultura y las nuevas propiedades de la tierra hicieron que
las sociedades matrilineales dieran paso a la familia nuclear monogámica y
patriarcal, desde la cual la mujer debía dar la garantía al hombre de una línea
patrilineal que mantuviera intacta la perpetuidad hereditaria de la tierra.
Esta unidad social no bastaba para seguir produciendo la rentabilidad de la
propiedad, y así, surgió la figura del esclavo. Para asegurar la propiedad del
esclavo y de la tierra tuvo que surgir una institución social que protegiera la
propiedad privada. Engels sitúa aquí el origen del Estado, una institución
surgida para velar por los intereses del propietario de la tierra y del
esclavo. Para subvertir la moderna dialéctica esclavista que explota al
proletariado, Engels propone que basta con alternar las condiciones materiales
y económicas que fundamentan la explotación del Estado. Aniquilando el Estado
capitalista desaparecería la propiedad privada, y así, cesarían las condiciones
materiales de explotación humana. Este análisis materialista, si bien
fundamenta el origen de la monogamia con la función de la mujer en reproducir
la familia patriarcal para así salvaguardar la propiedad privada, no concluye,
sin embargo, que esta función de la mujer es tan esclava en reproducir la
familia como la del esclavo en producir y reproducir la tierra, la propiedad
privada y el Estado.
Los diferentes teóricos
fundadores del anarquismo respecto a la liberación de la mujer no son
consistentes. Las referencias de Piotr Kropotkin al tema son prácticamente
nulas y Pierre Joseph Proudhon demuestra su misoginia en su obra póstuma La pornocracia. Sin embargo, sí
encontramos en Mikhail Bakunin teorizaciones donde asocia la lucha de clases
con la situación opresiva de la mujer. En este sentido, Bakunin dio un paso más
allá del análisis de Engels, concluyendo que la mujer es, en el capitalismo,
propiedad privada del hombre, y que mediante el matrimonio y la familia, ésta estaba
reproduciendo las condiciones en que se fundamentaba el Estado. Indica cómo la
ideología del Estado capitalista encuentra dos formas de reproducirse en la
familia. Por un lado reproduce el paradigma jerárquico, donde el hombre se
encuentra en lo más alto, y mediante su posesión jurídica otorgada por el
Estado, posee a otro miembro con derechos exclusivos, la mujer, estando los
hijos por debajo de ambos. Por otro lado el Estado reproduce su ideología de la
propiedad privada de generación en generación mediante el principio de la ley
de la herencia, perpetuada de padres a hijos varones (Bakunin, s.d.:127). La
mujer, entonces, se encuentra bajo un estado de doble subyugación, estado
legalizado por los códigos jurídicos. Ante sus propias premisas, Bakunin
arguye, consecuentemente:
A un estadio que nos recordaría el primitivismo comunista de Engels supone antes de la revolución neolítica, Bakunin arguye que no sólo la propiedad privada y el Estado deben ser abolidos, sino también la familia, y como consecuencia lógica, las leyes de herencia y aquellas que regulan el matrimonio jurídico. Por tanto, Bakunin formuló que no sólo se debían alterar las condiciones materiales de explotación de la unidad social que reproducía el Estado, sino las condiciones ideales que regulaban las relaciones entre hombre y mujer: relaciones afectivas, amorosas y sexuales. Así, en la ausencia de código legal ni institución estatal que regule las relaciones entre hombres y mujeres, Bakunin apuesta por lo que él denomina “matrimonio libre”. Según el autor éste es un “régimen natural, basado únicamente en el respeto humano y en la libertad de dos personas: el hombre y la mujer que se aman”. (Bakunin, s.d.:128). Es decir, su único guardián es la sociedad, y ésta velará por su integridad, salud y educación.
El papel de la mujer en la familia y el matrimonio son teorizados, según Bakunin y a eco de Engels, como reproductores fundamentales de la ideología del Estado. El Estado posee unos intereses políticos y económicos que sólo pertenecen a una minoría, la cual se sitúa en lo alto de la jerarquía del Estado. A su vez nacionaliza a todos sus ciudadanos mediante la invención de la nacionalidad, creando un sentimiento patriótico que distorsiona los intereses de la clase productora. Asimismo, esta clase productora reproduce los mecanismos que la oprimen desde el seno de estas dos instituciones, al crear el obrero la jerarquía de poder familiar. Desde esta perspectiva crítica, la preservación del matrimonio y la familia en la clase obrera es crucial, entonces, para asegurar el mantenimiento del estado capitalista, del patriarcado, y de la ideología nacionalista burguesa que los sustenta.
La igualdad social con el hombre implica que exigimos, juntamente con la libertad, iguales derechos y deberes para los hombres y las mujeres, o sea, la igualdad de los derechos de la mujer ─ políticos, sociales, económicos ─ con los del hombre; por consiguiente, queremos la abolición de la ley de la familia y del matrimonio, la abolición de la ley tanto eclesiástica como civil, ligadas indisolublemente al derecho de la herencia. (Bakunin, s.d.:127)
A un estadio que nos recordaría el primitivismo comunista de Engels supone antes de la revolución neolítica, Bakunin arguye que no sólo la propiedad privada y el Estado deben ser abolidos, sino también la familia, y como consecuencia lógica, las leyes de herencia y aquellas que regulan el matrimonio jurídico. Por tanto, Bakunin formuló que no sólo se debían alterar las condiciones materiales de explotación de la unidad social que reproducía el Estado, sino las condiciones ideales que regulaban las relaciones entre hombre y mujer: relaciones afectivas, amorosas y sexuales. Así, en la ausencia de código legal ni institución estatal que regule las relaciones entre hombres y mujeres, Bakunin apuesta por lo que él denomina “matrimonio libre”. Según el autor éste es un “régimen natural, basado únicamente en el respeto humano y en la libertad de dos personas: el hombre y la mujer que se aman”. (Bakunin, s.d.:128). Es decir, su único guardián es la sociedad, y ésta velará por su integridad, salud y educación.
El papel de la mujer en la familia y el matrimonio son teorizados, según Bakunin y a eco de Engels, como reproductores fundamentales de la ideología del Estado. El Estado posee unos intereses políticos y económicos que sólo pertenecen a una minoría, la cual se sitúa en lo alto de la jerarquía del Estado. A su vez nacionaliza a todos sus ciudadanos mediante la invención de la nacionalidad, creando un sentimiento patriótico que distorsiona los intereses de la clase productora. Asimismo, esta clase productora reproduce los mecanismos que la oprimen desde el seno de estas dos instituciones, al crear el obrero la jerarquía de poder familiar. Desde esta perspectiva crítica, la preservación del matrimonio y la familia en la clase obrera es crucial, entonces, para asegurar el mantenimiento del estado capitalista, del patriarcado, y de la ideología nacionalista burguesa que los sustenta.
Antonio Prado
Fragmento tomado del prólogo del libro «Matrimonio, familia y estado: escritoras anarco-feministas en la Revista Blanca (1898-1936)», Fundación Anselmo Lorenzo, 2011. El título del artículo no corresponde al original.(N&A)
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