Por esta razón,
cientos de alumnos de más de veinte instituciones han mantenido protestas desde
hace más de dos semanas en la capital hondureña. En medio de ellas, los
estudiantes enfrentaron a la policía con piedras y dos jóvenes resultaron
heridos por armas de fuego.
El día martes 24
de marzo, Darwin Josué Martínez Hernández (21), Elvin Antonio García López (19)
y Diana Yareli Montoya (21), estudiantes del Instituto Jesús Aguilar Paz, tenían
15 minutos de haber salido de clases y se encontraban charlando en una acera, muy
cerca del colegio. Al lugar llegó un grupo de hombres que se trasladaban en un
automóvil y sin mediar palabra disparó contra los muchachos. Los jóvenes
intentaron correr pero cayeron abatidos por las balas. López y Martínez
fallecieron en forma inmediata tras los múltiples impactos, pero la joven
Montoya resultó gravemente herida y fue trasladada a un centro hospitalario. No
obstante, los más de veinte disparos en su cuerpo le hicieron perder la vida
poco después.
Posteriormente,
el día miércoles 25 de marzo, el cuerpo de Soad Nicole Ham Bustillo (13),
estudiante del Instituto Central Vicente Cáceres, fue hallado en un saco de
nylon bajo signos de tortura y estrangulamiento. Se dio a conocer tras el
hallazgo que la niña había participado de una jornada de protestas y en ella se
había hecho notar en dos ocasiones ante los medios de comunicación. A través de
ellos se dirigió enérgica al presidente Juan Orlando Hernández, demandándole
atención al caos del sistema educativo: “Ni sillas tenemos, hombre, ¡compren
sillas!”, clamó la niña. “¿Por qué Juan
Orlando manda a los chepos, por qué no viene a arreglar el peo él mismo?” se
preguntó otra vez Nicole ante la presencia del despliegue policial.
Organizaciones sociales descreen de la hipótesis que sugiere que estos jóvenes fueron víctimas de la delincuencia, pues los hechos se suceden en un álgido contexto de lucha política. Lo que salta a la vista es el empeño del Estado hondureño por reprimir y atemorizar a la población a través de las prácticas de sicariato que tienden a multiplicarse en el contexto de los gobiernos del continente.
Organizaciones sociales descreen de la hipótesis que sugiere que estos jóvenes fueron víctimas de la delincuencia, pues los hechos se suceden en un álgido contexto de lucha política. Lo que salta a la vista es el empeño del Estado hondureño por reprimir y atemorizar a la población a través de las prácticas de sicariato que tienden a multiplicarse en el contexto de los gobiernos del continente.
N&A
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