sábado, 21 de marzo de 2015

Venezuela: Primer caso de desaparición forzada en madurismo ¿Dónde está Alcedo Mora?

Alcedo Mora desapareció el 27 de febrero. La última vez que fue visto, se encontraba en las cercanías de una plaza de la ciudad de Mérida, en el estado andino fronterizo que lleva el mismo nombre. Pertenecía al Partido de la Revolución Venezolana (Grupo Ruptura – Tercer Camino), un partido no inscrito de la izquierda no chavista y que fue otrora el aparato político del grupo guerrillero FALN. Trabajaba como funcionario adscrito a la Secretaría de la Gobernación del Estado Mérida y según informaciones que suministran sus familiares y amigos, el dirigente político había denunciado pocos días antes de su desaparición que tras una fuerte discusión con sus jefes, le habían advertido que contra él pesaba una orden de detención por parte del Sebin, cuerpo de inteligencia del Estado venezolano. Según comunicó Alcedo, se trataba de una represalia por haber elevado denuncias de corrupción en la petrolera estatal PDVSA. Pidió entonces a sus allegados mantenerse en alerta. No obstante, la información oficial por parte del Estado es que ninguna orden de captura pesaba sobre Alcedo Mora. En este sentido, aquella información suministrada por Alcedo debe considerarse como un gesto intimidatorio que sobre él formuló su jefe, el Secretario de la Gobernación de Mérida, Luis Martínez. Es este funcionario quien debería brindar información sobre el paradero del hombre que intentó amedrentar.

El caso de Alcedo Mora perfila como el primer caso de desaparición forzada en el marco de un gobierno que se dice “socialista” y que para quienes vivimos en Venezuela no representa más que otra traición histórica a las aspiraciones libertarias del colectivo. Y es que si algo ha caracterizado al gobierno chavista es precisamente el hecho de ser especialmente severo para con quienes desde sus filas se creyeron el cuento de que habría revolución. Una de las primeras advertencias se hizo contra un grupo de jóvenes que tomando la palabra de Hugo Chávez -quien invitaba a derribar viejos símbolos y a ‘descolonizarnos’- se fueron hasta la plaza en la que se erguía la estatua de Cristóbal Colón, le hicieron un juicio popular, lo declararon genocida y derribaron la efigie para entre música, risa y baile arrastrarla hasta donde estaba encerrado Chávez encabezando un acto político con las comunidades indígenas. La respuesta fue la más brutal represión. Luego de eso, mucha agua ha corrido y siempre han sido los movimientos sociales, los indígenas, campesinos y obreros los que han sufrido con mayor vehemencia las políticas represivas del chavismo. Casos emblemáticos son los de la huelga de los obreros de Sanitarios Maracay, que desató la furia represora del gobierno de Chávez y le costó la vida a tres dirigentes sindicales de la Unión Nacional de Trabajadores que acabaron siendo víctimas del sicariato político, una realidad que del mismo modo padecen los dirigentes campesinos del Frente Ezequiel Zamora. Otro caso que evidencia la brutalidad del Estado venezolano es el del genocidio a cuenta gotas que recae sobre el pueblo indígena yukpa que lucha porque los convenios con China y Rusia no sigan arrebatándoles su territorio y el agua que les surte a ellos y a las ciudades vecinas.

En el marco de este estado de cosas, una crítica formulada desde la izquierda autónoma puede traer consecuencias mucho más brutales de las que ha acarreado para muchos activistas de la ultraderecha el encabezar y hacer parte de revueltas burguesas como las denominadas ‘guarimbas’. Mientras el artífice de las revueltas Leopoldo López se encuentra, según las palabras del Presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello, ‘en resguardo’, Alcedo Mora ha sido DESAPARECIDO.

La desaparición de este dirigente popular es así funcional a la política del miedo que ejerce el gobierno chavomadurista para acallar la crítica que presiente podría hacer mella en sus ya profundamente debilitadas bases de apoyo popular. Y en este sentido, el crimen institucional garantiza la sumisión de quienes ven en ello una advertencia. Y esta advertencia parece funcionar, pues ninguno de los corporizados “medios comunitarios” ni ninguno de sus "aguerridos comunicadores" se atreve a elevar el grito por Alcedo Mora.


N&A 


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